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Francisco Pérez Abellán

Alcácer 24

El análisis del sumario lleva a una trama oculta muy interesada en demostrar que Anglés huyó de España, cuando o mucho me equivoco o nunca salió de Valencia.

El amante del humorismo macabro y también concejal madrileño Guillermo Zapata es prácticamente la única autoridad que ha tenido un mal recuerdo del caso Alcácer al cumplirse 24 años de la desaparición, el 13 de noviembre de 1992, de Toñi, Miriam y Desirée. Zapata ha sido juzgado y absuelto del delito de humillación por aquel chiste de mala baba en las redes sociales que recordaba: "Saben aquel que diu que van a cerrar el cementerio de las niñas de Alcácer para que Irene Villa no vaya…". Y les ahorro el cutre final. Nadie más ha dicho nada, que se sepa, mientras en Suecia se reabre como una manzana el misterio del magnicidio de Olof Palme, treinta años después, porque allí sí tienen curiosidad por los enigmas criminales que ayudan a entender lo que pasa; y a prevenir.

De hecho no solo no hemos aprendido nada de Alcácer, sino que dos décadas y casi un lustro después hay en el caso dos nuevos desaparecidos, Antonio Anglés, el culpado al que nadie pudo interrogar porque desapareció a la vez que las niñas, y Miguel Ricart, que después de pasar 21 años en prisión lo echaron de la cárcel contra su voluntad y se hizo humo en el trayecto hacia Francia, va ya por tres años. Un caso que empezó con las víctimas desaparecidas concluye con la desaparición de los supuestos verdugos, y entre medias gran ruido mediático, porque el caso Alcácer fue el primero en que una mala instrucción fue expuesta ante las cámaras de televisión con todos los fallos al aire.

Hoy, el crimen de Alcácer está prescrito porque en nuestro país los delitos de sangre prescriben a los veinte años, aunque a mí no me guste. Y a pesar de ello la Interpol, como nos revelaba el otro día una noticia reciente, mantiene el reclamo de búsqueda de Anglés, con una foto que no se le parece porque es de cuando tenía veinte años, cuando si estuviera vivo –que no lo está– tendría 50. Interpol no es una policía investigadora sino coordinadora. De manera que es una forma de ayudar pero no especialmente eficaz.

¿Qué van a hacer con Antonio Anglés, si lo encuentran gracias a la bola de cristal? ¿Pueden detenerle? ¿Le comunicarán a título de inventario que en otra vida fue imputado de los cargos de rapto, violación, asesinato, inhumación de cadáver y tenencia ilícita de armas? No se entiende bien qué tipo de coordinación existe entre España y Europa, entre Interpol y la Policía española, ni por qué no han quitado el "Se busca" de Anglés de entre los más buscados, dado que queda libre de imputaciones tanto tiempo después, además de que hasta los propios investigadores que participaron en la indagación lo creen muerto.

Y mientras, la intriga de los dos desaparecidos, en el país de los desaparecidos, invade la memoria del caso que cambió la historia de los secuestros de niños y adolescentes en el levante español. Tres niñas raptadas, torturadas y asesinadas por una banda de cuyos componentes jamás supimos el nombre, como tampoco supimos cuál fue la verdadera trama. En mi libro, terminado diez años después de los hechos, Alcácer, punto final se ve claramente cómo el análisis del sumario lleva a una trama oculta muy interesada en demostrar que Anglés huyó de España, cuando o mucho me equivoco o nunca salió de Valencia. Allí murió, a la vez que las niñas, tal vez con la última bala de la pistola que le robaron a un policía municipal, con la que cometieron los asesinatos. La versión oficial se esfuerza por demostrar, sin lograrlo, que todo fue cosa de unos pequeños delincuentes capaces de una gran operación digna del crimen organizado.

En la situación actual, en la que prácticamente han desaparecido los periodistas de sucesos y todo el mundo habla de lo que no sabe, sólo los veteranos recuerdan lo que de verdad pasó en Alcácer y nunca pudo contarse, aunque la mayoría no tiene dónde escribirlo porque tampoco hay periódicos. Ojalá no se cumpla el adagio que dictamina que un pueblo sin historia está condenado a repetirla.

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