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Al Sr. Ministro de Injusticia

Que nos demuestre Vd. que está ahí para mejorar, corregir y reparar. Demuéstrenos de una vez que con Vd. estamos todos pero que muy equivocados.

Yo acuso, protesto, me indigno, me subo por las paredes, me despepito y me encocoro con esa intención que tiene Vd., señor ministro, de hacer que la señora Mari Carmen García ingrese injustamente en la cárcel. Esa mujer frágil y vulnerable, la Dama de Benejúzar, Alicante, más triste que la Dama de Elche, se ha consumido hasta ser ahora poco más que un palillo, unos gramos de carne pegados al hueso. En un arrebato, quemó con gasolina al violador de su hija de trece años.

Escuche la voz del pueblo y sepa que cualquiera en su lugar pudo haber enloquecido y echarle gasolina y gritarle "¡Maldito, maldito!". Y mire Vd. lo que le digo: ya puede pensar cómo indultar y dejar en la calle a la que hoy es una abuelita desamparada, si no quiere ganarse para siempre el remoquete de injusto y despiadado.

Al condenado por violación le llamaban el Pincelito, que es mote de macho sobrado, que dibuja una figura cuidada, presumida y retadora. Un hombre que entra al mujerío con aureola de caja de pintura. El Pincelito.

Usted esta castigando a quien ya el Supremo ha reconocido como víctima de un trastorno mental. Primero condenada a nueve años, luego se lo bajaron a cinco. O sea, que se lo han puesto a Vd. a huevo para que remate, si conoce la empatía, si es capaz de entender lo que se siente si te violan a una hija de trece años y te pasan el pincelito por el morro.

Si las penas de privación de libertad están orientadas a la reinserción, esta mujer no debe entrar en prisión, porque no es una delincuente y no tiene por qué reinsertarse. Se trata de una pobre madre, de las madres locas a las que la sociedad no sabe proteger.

Mari Carmen estaba allí en la parada del autobús cuando de sorpresa le soltaron al violador, que volvió al pueblo como si tal cosa, oliendo a after shave, frío, limpio y fresco. Hecho un pincel. No tuvo otra idea que meter miedo: "¿Como está su hija?", dijo con sonrisa de Drácula. Freddy Krüger rascándose una nalga con las cuchillas.

Carmen dice que no se acuerda, pero seguro que vio a su hija sujetándose sus partes heridas, muerta de odio y de lágrimas. Allí estaba el monstruo, libre, dispuesto a la faena. Diciendo aquello sin palabras: "He vuelto". Como en los funerales de la mamá grande o en la cola de la increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y su abuela desalmada. El Pincelito", con su pincel como una tea, provocando fuegos fatuos en la parada del autobús, hasta hacerle perder el sentido.

Allí estaba el hombrón del refajo y el bulto inguinal como un torero, pasándose la piedad por el arco del triunfo, aterrorizando a la pobre señora, a la que el segundo hombre que más miedo le ha metido es Vd., con su falta de sensibilidad. Ahí van leyes donde quieren reyes. Usted, que ha concedido recientemente casi cuatrocientos indultos, a cuál más disparatado, se opone a este. Porque dicen que "lo niega el Gobierno", pero el Gobierno es Vd.

Yo es que alucino con su trayectoria política. No es solo que se haga el empecinado con el gran comunicador de la radio Federico Jiménez Losantos, hasta apretarle el brazo en los tribunales por ejercer el derecho a la crítica, sino que, siendo el alcalde más gastón de este lado del Mississippi, el que prometió a los madrileños estar al frente de la alcaldía cuatro años más y salió de estampida sin cumplir, ahora está en el Gobierno del ahorro; usted, que no sabe ahorrar.

También está en el Ministerio de Justicia cambiándole el nombre. Los indultos deberían estar a cargo de Cáritas, del padre Ángel, que es un santo, o de la ONG Save the Children, porque Vd. es a la vez juez y parte. Responsable político de las desmesuras de la Justicia y tal vez paladín del perdón. Una vez demostrado que es capaz de indultar a un kamikaze al que por casualidad defiende un abogado del prestigioso y elitista bufete en el que también trabaja su hijo de Vd., es incapaz de ponerse en el lugar del pueblo, que hace la ola para que deje suelta a esta pobre mujer, que ya ha sufrido demasiado.

Por todo ello, como eco de la calle, humildemente, le suplico el indulto. Que nos demuestre Vd. que está ahí para mejorar, corregir y reparar. Demuéstrenos de una vez que con Vd. estamos todos pero que muy equivocados.

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