James nació hace menos de 30 años en Boston (o Boshton, como dicen los pijos de allá). En 2006 se graduó en Ciencias Políticas e Historia en la Universidad de Yale. Desde entonces ha trabajado en The New Republic, uno de los medios más influyentes de Washington, especialmente en el Partido Demócrata. Hubo un tiempo en que escribió para The New York Sun, un diario de tendencia liberal que combinaba la defensa de los valores nacionales americanos con la celebración de la vanguardia cultural de la ciudad.
– Seguro que a un chico como tú no le faltan los pretendientes.
– En realidad, ya tengo novio. Es un estudiante de música de Harvard.
– O sea, que no habláis de política.
– Sí, incluso discutimos, pero eso no importa porque compartimos ciertos valores, como la economía de mercado, América e Israel.
– O sea, que ambos sois políticamente incorrectos. Me pregunto si alguna vez te han plantado debido a tus ideas, alejadas de la ortodoxia mariprogre.
– Sí. Una vez escribí sobre ello. Te remito a un artículo publicado en el Boston Globe el año pasado, poco después de que mi anterior novio me dejase porque no compartíamos la misma ideología. En él decía cosas como las siguientes:
Como ex izquierdista –siempre me avergonzaré de haber hecho campaña a favor de Ralph Nader en el instituto– me he acostumbrado a tenerlo difícil a la hora de ligar. En Yale, la mayoría de la gente me conocía como "el gay de derechas" por una columna que escribía en el periódico de la universidad. No hay nada en mi homosexualidad que me diga que tengo que creer en la subida del salario mínimo y en la retirada inmediata de las tropas de Irak, y que además apoye a los sindicatos de maestros. Por otra parte, al ser miembros de una comunidad que se muestra tan intolerante con ellos, los gays conservadores (no me gustan las etiquetas, pero en Facebook me defino como liberal) se enfadan con los demás. Tal vez sea por eso que no me haya acercado a los republicanos gays en busca de relaciones.
– No eres el único que ha sufrido experiencias así y que al mismo tiempo ya no se siente cómodo con los homo-derechistas al uso. Sin embargo, centrémonos en la política. ¿Por qué dices que los republicanos se comportan de forma anti-americana?
– Por su política de exclusión de los gays en las Fuerzas Armadas, la conocida como "ni preguntamos ni queremos oírlo", aprobada durante el mandato de Bill Clinton. Debido a ella, hemos perdido gente muy valiosa en el ejército, como traductores de árabe. En tiempos de guerra, expulsar a personas de las Fuerzas Armadas por su orientación sexual es un lujo que no podemos permitirnos. En Israel no existe nada así, y no ocurre nada malo. No veo ninguna razón para el mantenimiento de la prohibición en el caso americano. Es por eso que quienes apoyan la exclusión respaldan una política anti-americana.
– Barry Goldwater, el candidato presidencial republicano en 1964, apoyó la inclusión, a pesar de que alguno dijera que se había vuelto progre.
– Nadie piensa que Goldwater se volviera progre. Él simplemente dijo que lo importante era que los soldados disparasen recto, no que fueran hetero. Goldwater fue, es y será un referente para la derecha americana, también en sus últimos años.
– Hablando de la derecha, ¿qué te parecen los gays republicanos? Hablo de los Log Cabin Republicans, un grupo homosexual organizado dentro del partido.
– En la actualidad, y dado que la llamada derecha cristiana es un peligro para la igualdad legal, los militantes gays republicanos son los activistas más valiosos. ¿Quiénes mejor que ellos para persuadir a su propia gente de que el fin de la discriminación es bueno para todos? Recuerda que hay importantes políticos republicanos pro-gay, como Arnold Schwarzenegger. Por cierto, John McCain es el aspirante republicano a la Casa Blanca más gay-friendly que ha habido nunca.
– Hombre, homófobo no puede ser cuando su jefe de gabinete está fuera del armario.
– Ese hombre, que nunca había ocultado nada a sus compañeros de trabajo, fue recientemente sacado del armario por los Torquemada de la progresía gay. Entrevistaron a ex novios suyos y se pusieron a contar cotilleos sobre su sexualidad. Fue víctima de una campaña sucia porque, para algunos, el no ser de izquierdas le hace merecedor de la humillación pública. Es fascismo. Muchos activistas gays son en realidad militantes izquierdistas que fingen ser otra cosa. Hacen lo contrario de lo que dicen.
– Pero algunos políticos de izquierdas han conseguido cosas muy importantes, como el matrimonio gay. Aquí mismo, en España, ocurrió en 2005, con Rodríguez Zapatero, después de que la derecha se pasase años dando largas con una supuesta ley de parejas.
– Zapatero es un confabulador y un oportunista. También firmó una carta con el presidente de Turquía en contra de los que dibujaron aquellas viñetas satíricas contra Mahoma. Algo así nunca ocurriría en los Estados Unidos, el pueblo no lo toleraría. Zapatero no es un héroe.
– A propósito de héroes, ¿qué te parece que Pedro Zerolo encabezase una manifestación contra Israel en la que algunas personas portaron banderas de Hamás y de Hezbolá y pancartas en las que se llamaba "genocidas" a los judíos? Era más que probable que algo así sucedería, pero a él no pareció importarle.
– Hay un grupo en San Francisco llamado Maricas por Palestina, pero es marginal. Aquí los gays no se manifiestan a favor de grupos terroristas. Si a estas alturas alguien no se ha enterado de quién tiene razón, es que no tiene ni idea de lo que es la democracia. Es ridículo.
– Pero aquí hay personas que, debido a la propaganda anti-israelí, piensan que la homosexualidad allá está poco más o menos que prohibida.
– Yo he estado en Israel, un país maravilloso y muy tolerante. Participé en la marcha del Orgullo Gay de Jerusalén. Es curioso, la homofobia es una de las pocas cosas en las que los judíos fundamentalistas y los musulmanes están de acuerdo. Por cierto, ¿te imaginas algo parecido al Orgullo Gay en la capital de algún país musulmán?
– Antes te referías a la derecha cristiana como un peligro para la igualdad de derechos. ¿Cuál es la verdadera importancia de ese grupo dentro del Partido Republicano? ¿Son, como afirman algunos, la base del GOP?
– En absoluto. Muchos conservadores, por no mencionar a los liberales, están a favor del matrimonio gay. Algunos derechistas piensan que la palabra matrimonio podría debilitar la institución, pero lo dicen sin ninguna animadversión. Los problemáticos son quienes, en virtud de sus creencias religiosas, piensan que la homosexualidad debe ser desalentada por el Estado. De todas formas, non son tan poderosos como se dice. Por ejemplo, Mitt Romney estaba a la izquierda de Ted Kennedy en asuntos gays. Sin embargo, cuando decide presentarse a las primarias republicanas se da cuenta de que no hay ningún candidato que apele a la derecha cristiana, así que da un giro de 180 grados y se presenta por ellos, pensando que sacaría provecho.
– Tu oposición a los teocones no te ha convertido en una mascota de la izquierda. Te he leído algunas críticas muy duras contra las organizaciones LGTB de tu país. También contra la teoría queer.
– Claro que sí. Un caso es el de las universidades que no permiten que el ejército reclute en sus instalaciones debido a la prohibición de los gays en el ejército, lo que te conté antes. A esos la discriminación les importa menos que su odio al ejército. Su preocupación por la igualdad es una máscara para ocultar su aversión a las fuerzas armadas. Respecto a la teoría queer, me parece una paja mental. Es nihilismo académico. Deberían enfocarse en estudios históricos y dejar de regodearse en el absurdo. No hablan por la mayoría de los gays, que no tienen una agenda política radical. A medida que avancemos, ese tipo de actividades será menos necesario.
– ¿Hasta el punto de que, como afirma Andrew Sullivan, antiguo editor de tu revista, la cultura gay llegue a su fin?
– Sólo estoy en parte de acuerdo con Andrew. Siempre habrá salidas para los que quieran llevar un estilo de vida hedonista, pero sí es cierto que de aquí a poco los jóvenes gays vivirán en una sociedad donde lo normal, incluso lo que se espera de ellos, es que se comprometan en una relación y que incluso críen niños. La izquierda protestará contra la asimilación y acusará a los que se mudan a los barrios residenciales de las afueras, condenan el sexo anónimo o votan al Partido Republicano –¡Dios nos libre!– de ser unos vendidos. Sus gritos serán tan más altos como su nivel de desesperación y de marginalidad entre los propios homosexuales.
– Por último, dos preguntas rápidas. La primera : ¿leyes especiales para luchar contra la discriminación?
– Si hay leyes para la protección de otros, ¿por qué no para nosotros? De todas formas, si las leyes contra la violencia fueran más estrictas, no habría necesidad de medidas específicas. Lo mismo sucede en los colegios en el caso de los maltratos a compañeros.
– Y la segunda: ¿es el aborto parte del movimiento gay?
– No entiendo por qué algunas lesbianas se ocupan tanto del aborto. Después de todo, ellas tienen muchas menos posibilidades de necesitarlo que las heterosexuales. Lo que ocurre es que son feministas que llegan al extremo de tratar a las heterosexuales de forma un tanto condescendiente.
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