Que los hombres son de Marte y las mujeres de Venus es un hecho irrefutable. Cada sexo percibe el mundo de una manera diferente. Junto a los factores culturales que modelan, dirigen e incluso pervierten las conductas innatas de ambos sexos existe una serie de condicionamientos biológicos que modulan los comportamientos de hombres y mujeres. Un gran número de investigaciones sugieren que muchas de las disonancias hunden sus raíces en la organización estructural y funcional de los sesos, esto es, el cerebro. Por ejemplo, mientras que las mujeres muestran una mayor habilidad en el lenguaje y el procesamiento de las emociones, que se hallan en el hemisferio izquierdo, los hombres tienen más desarrollada la capacidad visual, que reside en el hemisferio derecho. Es más, las diferencias sexuales en la forma en que se comunican los dos hemisferios, así como en el tamaño de determinadas estructuras cerebrales, sugiere a los científicos que existen variaciones en cómo cada sexo procesa la información que recibe del entorno.
Estos hallazgos han conducido a que algunos neurólogos se pregunten si hombres y mujeres responden de la misma manera al humor, nuestra forma de comportamiento más genuina y un método de comunicación exclusivo de los seres humanos. ¿Qué ocurre en el cerebro de un hombre y una mujer al ver una imagen divertida o al escuchar un chiste? Por primera vez, el humor ha entrado en los laboratorios de neurología. Las investigaciones realizadas hasta la fecha no han hecho posible concretar cuáles son las diferencias a nivel de apreciación y comprensión del humor entre marcianos y venusinas. Algunos estudios mostraban diferencias insignificantes en lo relativo a las manifestaciones del humor, en concreto a la frecuencia e intensidad de las risas. Otros, sin embargo, sí encontraron divergencias sexuales en situaciones en las que el humor es utilizado y valorado, en el disfrute de diferentes formas de humor e incluso en el significado y la función de la risa.
Definitivamente, los cerebros de hombres y mujeres no muestran el mismo sentido del humor. Los científicos han identificado una lista de estructuras cerebrales cruciales para procesar mentalmente las situaciones humorísticas. Las regiones señaladas están básicamente ligadas a dos procesos cognitivos: los implicados con la comprensión e integración de los estímulos y aquellos relacionados con el sentimiento de diversión y recompensa. Según los neurólogos, la comprensión reside en la unión temporal-occipital derecha y en el polo temporal, un par de regiones encargadas de yuxtaponer los distintos estados mentales y de procesar semánticamente los estímulos humorísticos, respectivamente. Por su parte, la corteza prefrontal, que participa en el control del mundo emocional, se correlaciona con la integración mental del humor, pues gestiona la respuesta a numerosos estímulos mientras sopesa la entrada de información.
Otras dos estructuras más se relacionan con nuestra actividad humorística: el giro frontal inferior lateral derecho, relacionado con el área de Broca, capaz de modular la comprensión del lenguaje y la decodificación de los estímulos; y el giro frontal medio, que al parecer juega un papel crucial en el examen y la comprensión los estímulos que desatan las sonrisas y carcajadas.
Hasta ahora nadie había sido capaz de ver cómo estas áreas cerebrales con nombres tan extraños actuaban en el sentido del humor de hombres y mujeres. Allan L. Reiss y sus colegas del Departamento de Psiquiatría y Ciencia del Comportamiento, en la Universidad de Stanford (EEUU), han conseguido por primera vez ver en directo los efectos de una situación de humor en los circuitos neuronales. Para ello invitaron a diez hombres y a otras tantas mujeres a ser escaneados en una máquina de exploración médica conocida como "resonancia magnética funcional" (fMRI). Se trata del último grito de la tecnología médica, capaz de detectar las regiones cerebrales que se activan y desactivan al realizar una actividad concreta. El equipo de Reiis registró la actividad mental de los 20 voluntarios mientras les mostraban 70 secuencias de dibujos animados con y sin contenidos humorísticos, así como con y sin diálogos.
Los resultados fueron bastante curiosos. Lo primero que detectaron los científicos fue que no había una diferencia manifiesta en el número de estímulos que consideraron divertidos. En efecto, casi todos los participantes, independientemente de su signo sexual, coincidieron en señalar como graciosos los 30 dibujos animados con contenido humorístico. Los investigadores también pudieron constatar que en los dos sexos se activan las misma áreas cerebrales encargadas de procesar los estímulos humorísticos. Pero a partir de ahí se acabaron las coincidencias. Reiss ha descubierto que el grado de activación de la corteza prefrontal izquierda, implicada en el lenguaje y la atención, es mayor en las mujeres que en los hombres. Esto apunta en la dirección que ya habían señalado algunos expertos: las mujeres prestan una mayor atención a los contenidos semánticos de las situaciones humorísticas y tienen una capacidad superior para almacenar, manipular y comparar los elementos del "gag" con datos almacenados en la memoria. Tal vez esto explica por qué la mujer es más receptiva al llamado "humor inteligente".
Otra estructura neuronal también más activa en el sexo femenino es el denominado "núcleo accumbens", componente del circuito de recompensa que al ser estimulado provoca una sensación de placer. En comparación con el hombre, la mujer muestra una menor expectativa de obtener una recompensa ante un estímulo externo, como puede ser un chiste, lo que provoca una mayor excitación del núcleo accumbens cuando recibe una recompensa; en este caso, la frase clave del "gag". Esta diferencia se hace mayor cuanto más divertido es el desenlace de la broma o el chiste.
Indudablemente, la risa va por sexos. En este mismo experimento, Reiss y sus colegas han detectado una asociación entre la activación cerebral, el humor y ciertos rasgos de la personalidad, como la extroversión, la introversión y la estabilidad emocional, particularmente en las regiones del cerebro ligadas con la recompensa y la gestión de las emociones.