Algún desaforado opina que, con madres como ésa, más vale ser huérfano. Comentarios así me parecen una barbaridad, aunque, dada la ligereza con que algunas se toman los pitos ajenos, cabe preguntarse si a la García-Siñeriz le importaría que otros hicieran lo mismo con los chichis maltratados, quizás organizando un fiestón megamoderno en alguna discoteca de moda para pagarle la defensa al delincuente y de paso brindar por la salud de la violada.
A finales de los ochenta el Gobierno aconsejaba a las víctimas de delitos sexuales no oponer resistencia. La obstinación es peor, porque además del mancillamiento te llevas una paliza. Relájate y disfruta, decían los especialistas, nadie está obligado a convertirse en mártir. Sin embargo, durante el juicio a la drag y a sus amigos, que practicaron a la víctima indefensa una felación colectiva, una psicóloga aseguró que es imposible que un hombre eyacule si no hay una cierta colaboración (espero que no lo dijese por su marido, pobre hombre). O sea, que el chico se dejó. En tres décadas hemos pasado de la estigmatización de las mujeres violadas a la versión feminazi del dicho "Cuando dice no quiere decir sí", gracias a una pandilla de frívolas que no sé yo si serían capaces de montárselo con el mismísimo Ben Laden por la única causa que les importa, su celebridad.
Por desgracia, casos como el del transformista convertido en mascota de la progresía por arte y gracia de una boa de plumas y unos guantes de satén me recuerdan a las airadas reacciones que se produjeron cuando se supo que sacerdotes de varias diócesis norteamericanas se dedicaban a violar niños mientras sus obispos miraban hacia otro lado. Conspiración masónica, maniobra judía contra el Papa por su oposición a la guerra de Irak, el lobby gay arremete contra la Iglesia... No fue hasta que Benedicto XVI reconoció los hechos y prometió tomar medidas (también lo había hecho Juan Pablo II poco antes de morir, pero nadie le hizo caso) que algunos cambiaron de opinión. De la noche a la mañana, los mismos que se habían desgañitado denunciando las artimañas del temible lobby judeo-julandrón se pusieron al frente de la manifestación contra el clero corrupto. Poco faltó para que algún justiciero le prendiera fuego a la sacristía de la iglesia de su pueblo para vengar al monaguillo.
El poder totémico de las plataformas y las sotanas en ciertos sectores de la población comienza a resultar ciertamente preocupante. Algún antropólogo avezado debería estudiar la cuestión: Tacones y casullas: estética camp y ceguera moral. Espero que tras el primer asesinato en el seno de un matrimonio homosexual por violencia doméstica ningún borrico salga pidiendo comprensión para el asesino, un marroquí de 18 años que al menos tuvo la buena educación coránica de suicidarse tras degollar a su cónyuge.
Silvia Jaén, secretaria general de la Felgtb, ha dicho que, aunque la ley discrimina a los hombres en este tipo de casos, "no se puede compara una cosa y otra". Si eso no es homofobia, que venga Dios y lo vea. Solicito que, en la próxima manifestación del Orgullo, Silvia y sus amigas porten una gran foto de Elena Ceaucescu, esa gran diva del feminismo internacional masacrada por una insensible turba machista intoxicada por las campañas de desinformación de la CIA.
Quizá todo se reduzca a un problema de relaciones públicas. Cuando uno carece de cerebro o de corazón, o es un poco nazi, lo mejor es contratar a un agente de prensa que le diga lo que tiene que decir, y que, llegado el caso, le arranque el micrófono y le envíe directo de vuelta al centro de desintoxicación. Hasta Jane Fonda, conocida como Hanoi Jane tras su posado a horcajadas sobre un tanque rodeada de los chicos del Vietcong, se ha disculpado por los excesos de su juventud. En su autobiografía pide perdón a sus compatriotas ofendidos, y confía en ser recordada por su devoción a Cristo, no por sus devaneos con Ho Chi Min. En cambio, dudo de que García-Siñeriz, esa bella reportera y maestra de madres –hace falta valor–, y Silvia Jaén se rebajen algún día a hacer algo parecido, a menos que les paguen un buen pico.
Con la llegada del buen tiempo, estas defensoras de la excepción cultural femenina (que los hombres se maten entre ellos, así irán quedando menos) deberían aprovechar la ocasión y marcarse unas vacaciones en algún paraje bucólico, por ejemplo la vieja Irlanda. La ocasión la pintan calva: la Conferencia Episcopal de aquel país publica un informe sobre los miles de abusos a menores perpetrados por el clero católico local que, según el arzobispo de Dublín, nos dejará "pasmados". Urge convocar una manifestación seguida de cocktail y rave techno-celta con las celebridades locales para pagar la defensa a esas pobres bestias víctimas de la incomprensión y la intolerancia. Ya se sabe que los niños en pantalones cortos lo van pidiendo a gritos. Todo es cuestión de "perspectiva histórica y cultural", que diría Silvia.
Quien sí lo tiene un poco más claro es la otra Ana de España, García Obregón, quien en declaraciones al diario El Mundo confiesa ser una "mente de hombre en cuerpo de mujer". Eso tiene fácil arreglo, sobre todo si eres bióloga y te encantan los bisturís. Ana debería dejarse de pamplinas y cruzar la última frontera sexual, tal y como hizo un apuesto gañán con rajita conocido en el show business como Buck Angel. A pesar de ser un marimacho, Susan se hizo rica y famosa posando como modelo femenina para algunas de las firmas de moda más populares del planeta. Tras una crisis de drogas y alcohol, nuestro héroe adoptó una nueva identidad a base de mutilaciones y testosterona. En la actualidad Buck disfruta de una vibrante y lucrativa carrera como estrella del porno gay alternativo en algún lugar del Yucatán mexicano en compañía de su esposa.
Por ahora Buck no desea tener hijos, pero quién sabe. Igual un día sucumbe a su destino biológico, que dicen los tomistas, y le da por quedar en cinta como Rubén, felizmente preñado de dos criaturas y aspirante a realizador cinematográfico. A mí lo de este chico me parece estupendo. Eso sí que es apostar por la vida. Ahora bien, me temo que más de un freedom fighter de aluvión, de esos que ven cerdos voladores y ranas peludas, opine que personas así podrían ser esterilizadas, o que quizá alguien debería organizar un comando encargado de eliminar de nuestra vista a los personajes estrafalarios. Una versión ancápica o somalí de la peligrosidad social pre-delictiva. Después de todo, la estética es un derecho individual inalienable. Para eso pagamos impuestos, ¿no? Lo dicho, los míos matan, pero menos... ¿Quién me vende un Exocet?
Enquire within: chuecadilly@yahoo.es
A finales de los ochenta el Gobierno aconsejaba a las víctimas de delitos sexuales no oponer resistencia. La obstinación es peor, porque además del mancillamiento te llevas una paliza. Relájate y disfruta, decían los especialistas, nadie está obligado a convertirse en mártir. Sin embargo, durante el juicio a la drag y a sus amigos, que practicaron a la víctima indefensa una felación colectiva, una psicóloga aseguró que es imposible que un hombre eyacule si no hay una cierta colaboración (espero que no lo dijese por su marido, pobre hombre). O sea, que el chico se dejó. En tres décadas hemos pasado de la estigmatización de las mujeres violadas a la versión feminazi del dicho "Cuando dice no quiere decir sí", gracias a una pandilla de frívolas que no sé yo si serían capaces de montárselo con el mismísimo Ben Laden por la única causa que les importa, su celebridad.
Por desgracia, casos como el del transformista convertido en mascota de la progresía por arte y gracia de una boa de plumas y unos guantes de satén me recuerdan a las airadas reacciones que se produjeron cuando se supo que sacerdotes de varias diócesis norteamericanas se dedicaban a violar niños mientras sus obispos miraban hacia otro lado. Conspiración masónica, maniobra judía contra el Papa por su oposición a la guerra de Irak, el lobby gay arremete contra la Iglesia... No fue hasta que Benedicto XVI reconoció los hechos y prometió tomar medidas (también lo había hecho Juan Pablo II poco antes de morir, pero nadie le hizo caso) que algunos cambiaron de opinión. De la noche a la mañana, los mismos que se habían desgañitado denunciando las artimañas del temible lobby judeo-julandrón se pusieron al frente de la manifestación contra el clero corrupto. Poco faltó para que algún justiciero le prendiera fuego a la sacristía de la iglesia de su pueblo para vengar al monaguillo.
El poder totémico de las plataformas y las sotanas en ciertos sectores de la población comienza a resultar ciertamente preocupante. Algún antropólogo avezado debería estudiar la cuestión: Tacones y casullas: estética camp y ceguera moral. Espero que tras el primer asesinato en el seno de un matrimonio homosexual por violencia doméstica ningún borrico salga pidiendo comprensión para el asesino, un marroquí de 18 años que al menos tuvo la buena educación coránica de suicidarse tras degollar a su cónyuge.
Silvia Jaén, secretaria general de la Felgtb, ha dicho que, aunque la ley discrimina a los hombres en este tipo de casos, "no se puede compara una cosa y otra". Si eso no es homofobia, que venga Dios y lo vea. Solicito que, en la próxima manifestación del Orgullo, Silvia y sus amigas porten una gran foto de Elena Ceaucescu, esa gran diva del feminismo internacional masacrada por una insensible turba machista intoxicada por las campañas de desinformación de la CIA.
Quizá todo se reduzca a un problema de relaciones públicas. Cuando uno carece de cerebro o de corazón, o es un poco nazi, lo mejor es contratar a un agente de prensa que le diga lo que tiene que decir, y que, llegado el caso, le arranque el micrófono y le envíe directo de vuelta al centro de desintoxicación. Hasta Jane Fonda, conocida como Hanoi Jane tras su posado a horcajadas sobre un tanque rodeada de los chicos del Vietcong, se ha disculpado por los excesos de su juventud. En su autobiografía pide perdón a sus compatriotas ofendidos, y confía en ser recordada por su devoción a Cristo, no por sus devaneos con Ho Chi Min. En cambio, dudo de que García-Siñeriz, esa bella reportera y maestra de madres –hace falta valor–, y Silvia Jaén se rebajen algún día a hacer algo parecido, a menos que les paguen un buen pico.
Con la llegada del buen tiempo, estas defensoras de la excepción cultural femenina (que los hombres se maten entre ellos, así irán quedando menos) deberían aprovechar la ocasión y marcarse unas vacaciones en algún paraje bucólico, por ejemplo la vieja Irlanda. La ocasión la pintan calva: la Conferencia Episcopal de aquel país publica un informe sobre los miles de abusos a menores perpetrados por el clero católico local que, según el arzobispo de Dublín, nos dejará "pasmados". Urge convocar una manifestación seguida de cocktail y rave techno-celta con las celebridades locales para pagar la defensa a esas pobres bestias víctimas de la incomprensión y la intolerancia. Ya se sabe que los niños en pantalones cortos lo van pidiendo a gritos. Todo es cuestión de "perspectiva histórica y cultural", que diría Silvia.
Quien sí lo tiene un poco más claro es la otra Ana de España, García Obregón, quien en declaraciones al diario El Mundo confiesa ser una "mente de hombre en cuerpo de mujer". Eso tiene fácil arreglo, sobre todo si eres bióloga y te encantan los bisturís. Ana debería dejarse de pamplinas y cruzar la última frontera sexual, tal y como hizo un apuesto gañán con rajita conocido en el show business como Buck Angel. A pesar de ser un marimacho, Susan se hizo rica y famosa posando como modelo femenina para algunas de las firmas de moda más populares del planeta. Tras una crisis de drogas y alcohol, nuestro héroe adoptó una nueva identidad a base de mutilaciones y testosterona. En la actualidad Buck disfruta de una vibrante y lucrativa carrera como estrella del porno gay alternativo en algún lugar del Yucatán mexicano en compañía de su esposa.
Por ahora Buck no desea tener hijos, pero quién sabe. Igual un día sucumbe a su destino biológico, que dicen los tomistas, y le da por quedar en cinta como Rubén, felizmente preñado de dos criaturas y aspirante a realizador cinematográfico. A mí lo de este chico me parece estupendo. Eso sí que es apostar por la vida. Ahora bien, me temo que más de un freedom fighter de aluvión, de esos que ven cerdos voladores y ranas peludas, opine que personas así podrían ser esterilizadas, o que quizá alguien debería organizar un comando encargado de eliminar de nuestra vista a los personajes estrafalarios. Una versión ancápica o somalí de la peligrosidad social pre-delictiva. Después de todo, la estética es un derecho individual inalienable. Para eso pagamos impuestos, ¿no? Lo dicho, los míos matan, pero menos... ¿Quién me vende un Exocet?
Enquire within: chuecadilly@yahoo.es