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CIENCIA

Una píldora contra los accidentes de tráfico

Si usted es de los que sospechan que las mujeres son, generalmente, mejores conductoras que los hombres, no es el único. Su opinión la comparten muchos; entre otros, los gestores de las compañías de seguros, que habitualmente planifican sus tarifas con este “pequeño” sesgo.

Si usted es de los que sospechan que las mujeres son, generalmente, mejores conductoras que los hombres, no es el único. Su opinión la comparten muchos; entre otros, los gestores de las compañías de seguros, que habitualmente planifican sus tarifas con este “pequeño” sesgo.
Imagen tomada de www.carolinabreeze.com.
Y si usted es de los que siempre han huido de declarar su convicción en público por temor a que le juzgasen vendido a las filas de lo “políticamente correcto”, ahora está de enhorabuena. Porque la consabida frase de “ellas conducen mejor” ha dejado de ser una concesión al galanteo, un brote paternal o un chascarrillo de moda para convertirse en una verdad científica.
 
Al menos eso es lo que nos sugiere un reciente estudio realizado en la Universidad de Bradford y que ha sido anunciado en el seno de una conferencia internacional sobre endocrinología celebrada en Londres. La investigación en cuestión parece haber encontrado los agentes responsables de algunas habilidades psicomotrices humanas, entre ellas la de la conducción.
 
Y he aquí que, en el caso de poner en marcha la parte del cerebro más activa mientras conducimos, en el lóbulo frontal, la reina de las hormonas es, precisamente, una hormona femenina: los estrógenos.
 
El estudio consistió en una batería de pruebas neuropsicológicas realizadas a 43 hombres y mujeres de entre 18 y 34 años. Los test estaban diseñados para averiguar el grado de habilidad de los voluntarios en diferentes tareas relacionadas con el reconocimiento espacial, la memoria, el aprendizaje de normas, la atención, la planificación y el control motriz.
 
El resultado más evidente es que las féminas, aunque en pruebas concretas pudieran puntuar más bajo, en la evaluación general eran consistentemente mejores y, lo más importante, se mostraban más capaces de saltar de un test a otro, tal y como sucede cuando uno tiene que poner en juego diferentes habilidades a un tiempo durante la conducción.
 
En palabras de los responsables del estudio, esto puede significar que las mujeres son mejores que los hombres en aquellas habilidades que requieren flexibilidad mental. Pero ¿a qué es debida esta diferencia? El vector de tan ominosa discriminación sexista a favor de ellas es el estrógeno. Esta hormona parece tener una influencia muy beneficiosa en la actividad neuronal de los lóbulos frontales, el área del cerebro que se ve más activada cuando realizamos ejercicios que requieren atención.
 
Si hacemos caso de este informe, encontraremos la posible solución a una curiosa paradoja. ¿Cómo es posible que los hombres hayan demostrado frecuentemente una mejor preparación para las actividades que exigen lectura de mapas, navegación y confianza en el espacio y, sin embargo, sean más propensos a los accidentes de tráfico?
 
La explicación podría estar en las hormonas. Conducir es un ejercicio que exige la puesta en práctica de múltiples tareas a la vez. Del mismo modo que la testosterona nos da a los varones un extra de capacidad física y de arrojo, los estrógenos dotan a las mujeres de una mayor capacidad multitarea.
 
Pero lo cierto es que este tipo de estudios siempre han de ser tomados con la mayor de las cautelas. En primer lugar, porque no se han realizado a partir de la medición directa de personas conduciendo, sino mediante la extrapolación de resultados de otros test de psicomotricidad. En segundo lugar, porque parece evidente que la reducción de una habilidad neurológica a una sola molécula causal es imposible.
 
Sin embargo, como en tantos otros casos de avances en la ciencia bioquímica, quedan algunas preguntas que llaman la atención por el mero hecho de plantearlas. Por ejemplo: hoy en día conocemos bien la actividad de compuestos moleculares que influyen en estados de ánimo, en habilidades o en estados mentales. Antidepresivos, potenciadores de la memoria, drogas… funcionan aprovechando la capacidad de algunos receptores neuronales para dejarse cortejar por moléculas. Si conocemos las bases moleculares de la buena conducción, ¿podríamos algún día diseñar fármacos para prevenir los accidentes? Suena demasiado a ciencia ficción, pero también lo sería hace unas décadas la sola mención de la posibilidad de fabricar una pastilla azul que garantizara una erección.
 
Más allá de tales especulaciones, sin duda divertidas pero ajenas a la intención de la ciencia, la investigación citada parece demostrar sin género de dudas algo que ya todos sospechábamos. A pesar de que no suene a políticamente correcto: los hombres y las mujeres somos distintos. ¿Qué le vamos a hacer? Nos queda la esperanza de que algún día la ciencia invente la pastillita azul que nos permita superar las limitaciones de cada cual.
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