Un safari en Kenia

Es la tierra de las mil lanzas, con una gran diversidad de tribus. Todo ello ha otorgado al país una gran diversidad humana. Pero no es recomendable recorrer ciertos lugares. Esa misma diversidad es también fuente de problemas y luchas tribales.

 

Una de las tribus que pueblan Kenia es la de los masai, considerados los guerreros más temidos. En la actualidad se muestran comunicativos y curiosos, y optan por un estilo de vida que se resiste al modelo occidental... pero no dudan en cobrar unos dólares por posar para la preceptiva foto. Viven del pastoreo de sus rebaños de vacas y aman la libertad por encima de todo. De hecho, cuenta la leyenda que si se mete a un masai en la cárcel muere de pena ese mismo día, porque no concibe que salga dentro de un tiempo.

 

La mayor atracción turística de Kenia son los safaris fotográficos, que permiten ver de cerca las especies salvajes. Bien en todoterrenos, bien en autobuses, nuestra presencia pasará completamente inadvertida para los animales, que parecen estar amaestrados y representar un papel más propio de los actores de cine.

 

El viaje que proponemos se centra en safaris y aventuras en sitios donde sólo la naturaleza está presente. Lugares donde la única presencia humana son los turistas. Se respira una sensación de auténtica aventura cuando se sube a esos coches que parecen algo viejos, pero con motores cuidados al máximo.

 

Es fundamental llevar buenas cámaras de fotos. El material fotográfico en Kenia resulta muy caro, y los rollos de diapositivas suelen escasear.

 

Lo primero que hay que hacer es atender a las indicaciones del guía, que despliega un mapa que muestra la riqueza natural del entorno. Leones, leopardos, ñus, jirafas, gacelas, rinocerontes, hipopótamos, cocodrilos, gacelas... un sinfín de animales se dan cita ante nuestros ojos. Todo esto, sin contar con las aves, cuya variedad es impresionante: colibríes, abejarucos, alondras, buitres, papamoscas, petirrojos, mochuelos, águilas, loros y un largo etcétera. El mejor lugar para observarlas es el Lago Victoria, el más grande de África y una de las pocas zonas del país con reservas de agua del país.

 

Siempre se recomienda consumir únicamente agua mineral: la poca que procede de la naturaleza, además de ser escasa, suele estar contaminada. Cuidado con tomar bebidas con hielo.

 

Los compañeros de viaje más molestos serán los mosquitos, que acuden en pelotón a saludar a los turistas. Hay muchísimos. Los pantalones y las camisas de manga larga, así como los repelentes, son una opción más que recomendable para evitar posteriores incomodidades y posibles enfermedades.

 

No se puede dejar de visitar Masai Mara, el lugar salvaje por excelencia. Considerado el mejor Parque Nacional de Kenia, aquí se dan cita los cinco animales que todo el mundo quiere fotografiar: el león, el elefante, el leopardo, el rinoceronte y el búfalo. Nadie los ha visto tan de cerca ni sentido su presencia de forma tan directa. El silencio se hace presente, y las máquinas comienzan a tomar todo tipo de instantáneas.

 

Los amantes de la flora tienen que acudir a Aberdares. La tranquilidad y la calma contrastan con la fuerza y la energía de los espacios anteriores. Es el lugar perfecto para disfrutar de los manglares, las praderas de sabana y los bosques cubiertos de musgos y helechos. Desde aquí al Parque Nacional del Monte de Kenia hay sólo un paso. Es aquí donde se encuentran los dos cumbres más elevadas del país: el Batian, con 5.199 metros, y el Kenia, con 3.048.

 

Tampoco hay que olvidarse de Nairobi, la capital, que se ha convertido en una ciudad moderna pero ha conservado ciertos rasgos coloniales. O de Mombasa, la isla de coral, el centro vital de Kenia por su gancho turístico y su actividad portuaria.

 

La gastronomía ofrece carnes en el interior y pescado en la costa. Son platos típicos las chapatis (tortas de harina de maíz), las sambusas (empanadillas rellenas de verdura o carne especiada con unas gotas de lima) y los mandazi (bollos semidulces).

 

Hay que tener cuidado con los alimentos, ya que los estómagos tardan en acostumbrarse y pueden enturbiar las jornadas de diversión. En cuanto a las bebidas, resulta curioso el vino de palmera, que se sirve acompañado de tilo templado. O el vino de papaya.