Todo comenzó en 1970, cuando Russ Meyer, antiguo fotógrafo de Playboy y director del super éxito Vixens, un homenaje a las hembras de caderas anchas y biquinis espectaculares, estrenó su inmortal Más allá del valle de las muñecas, una suerte de novela ejemplarizante que narra las desventuras de un grupo de chicas descarriadas. La historia comienza con un escándalo en la fiesta de fin de curso de un instituto de la América profunda y culmina con la espectacular carrera por la vida de la heroína, perseguida por una marica enloquecida que, cuchillo en mano, intenta acabar con el obstáculo que se interpuso entre él y el frustrado objeto de sus deseos desviados, el bello, rubio y malogrado Lance.
La película incluye algunos momentos espectaculares, como por ejemplo la caída libre del novio de la protagonista sobre el escenario en el que su chica interpreta un atrevido tema de rock para toda la nación. Desesperado por la metamorfosis de su amada, que en pocos meses pasa de compañera abnegada a pérfida mariliendres, Harry, de quien algunos sospechan es un gay armariado, decide acabar con su vida y de paso arruinar la carrera artística de la que pudo haber sido la madre de sus hijos. Drogas, sexo y rock & roll por un tubo y un doble mensaje altamente moralizante: las niñas buenas no llevan minifalda ni se juntan con homosexuales.
Tras arrasar en las mejores salas del país, la cinta cayó en el olvido, hasta que en los años ochenta un grupo de activistas rosas decidió adoptarla como símbolo de rebeldía y transgresión. En la actualidad, Más allá… ocupa un lugar preferente en la educación cachondo-sentimental de todo joven margoliano que se precie. Su estética camp y sus situaciones enrevesadas, en las que todo parece lo que es pero al contrario de lo que uno espera, han hecho de esta joya de la pantalla uno de los cisnes negros más célebres de la modernidad, que dirían Karl Popper y otros filósofos de la ciencia.
Mientras tanto, las boites gay de todo el mundo vibraban con los sugerentes temas de la diva gringo-británica Sinitta, entre ellos el vibrante "So Macho", considerado por los puristas la peor canción pop de todos los tiempos. Sin embargo, su letra machista y desvergonzada (Estoy cansad@ de la llevar la iniciativa, quiero un hombre que me domine, me ame y me proteja") y la cara B del single, "Cruising", es decir, ligue casual en cualquier lugar y momento, se convirtieron en los himnos de un montón de garrulos afeminados convencidos de que la felicidad dependía de que el diámetro de sus bíceps superase el de sus cinturas de avispa.
Varios litros de nitrato de butilo después ("El objetivo de la canción era que mis amigos gays se pusieran hasta el c*** de poppers en las discotecas de Londres"), George Hargreaves, el creador de los hits de Sinitta, emigró a la isla de Man para no pagar impuestos. Allí, inspirado por el batir de las olas sobre los acantilados borrascosos, tuvo un encuentro con el Creador y decidió dedicar su vida a predicar su palabra.
Tras pasar por la facultad de Teología de Oxford, se mudó a Escocia. Desde entonces ha vivido a caballo entre Glasgow y el este de Londres, donde ha protagonizado varios intentos infructuosos de acceder a los parlamentos de Westminster y Escocia como candidato de diversos partidos, como la Alianza del Pueblo Cristiano y el Partido Cristiano, una escisión del primero. El año pasado consiguió 76 votos en las elecciones de un distrito del noreste de Inglaterra.
Sin embargo, George ha logrado mantenerse en el candelero político de su país debido a sus generosas contribuciones a las campañas que diversos grupos religiosos realizan en los autobuses londinenses. El dinero proviene de los miles de euros en concepto de royalties que el ex DJ convertido en clérigo recibe todos los meses gracias a que la nueva generación de garrulos hormonados sigue empeñada en pasar los fines de semana agitando su musculamen al ritmo de "So Macho".
En 2007 Hargreaves acusó a los militantes gays y a la prensa especializada en este segmento de la población de cristofobia, y aconsejó a los homosexuales que se dedicaran a otra cosa. ¿Por ejemplo, a dejar de acudir a las discotecas y a no comprar tarjetas de felicitación con el mensaje "So Macho", para que así ciertos políticos cristianos se queden sin fondos con que financiar sus campañas?
Preguntado por su aparente hipocresía, George responde que la canción, compuesta durante su fase de "pecador hedonista", fue "la semilla"; "ahora ha llegado el momento de la cosecha". No sé qué pensarán ustedes, pero a mí el asunto me resulta un tanto extraño. Es como si el movimiento provida se nutriera de los beneficios obtenidos por el fabricante de la píldora abortiva, aunque cosas más raras se han visto y se verán. Como siempre, la realidad supera con creces cualquier ficción.
Una de las maravillas de la cultura del consumo masivo es que, dejando aparte los tampones y otros utensilios propios de la higiene íntima femenina, nunca sabremos a ciencia cierta qué tipo de público adquirirá nuestros productos. Por su parte, los consumidores tampoco lo tienen fácil a la hora de conocer el destino de su generosidad, especialmente en los casos de las llamadas buenas causas, un concepto cuestionado y cuestionable, que diría ZP. No obstante, prefiero un mundo incierto y equívoco a la alternativa ofrecida por los neoplatónicos de todos los partidos.
La esencia de la mentad totalitaria, sea política o religiosa, reside en la falsa premisa de un sistema de consistencia perfecta: una cosmovisión que lo explica todo y que responde todas las preguntas. Al contrario, algunos de nosotros esperamos que nuestras opiniones sean contradictorias o que al menos contengan contradicciones, y damos la bienvenida a las posibilidades de investigación y experimentación que nos permiten (Christopher Hitchens, 2004).
Tanto Russ Meyer como el reverendo Hargreaves son los mejores exponentes del tipo de sociedad del tiovivo que ellos y buena parte de sus oponentes rechazan, a veces por los mismos motivos. ¿Qué sería el mundo sin ellos? No sé si un lugar mejor, aunque sí, sin duda, mucho más aburrido. Que siga la fiesta.
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