La verdad nos enseña cada día que las mujeres también matan. Y a veces por los mismos motivos que los hombres. La falta de justicia, las normas que sólo se sirven a sí mismas, multiplican la violencia. Y no entender nada propaga la confusión y el crimen.
Se investiga si una mujer contrató a un sicario para poner fin a la vida de su marido. Por lo que se sabe, éste estaba amenazado. La mujer no es una pobre fémina asustadiza y dependiente, sino una señora abogada que igual se ha querido pasar las leyes por la entrepierna.
El juez de su divorcio le había quitado la guardia y custodia de la niña que tuvo con su difunto esposo. ¿Ahí empezó todo? Se trata de un hecho habitual en las causas de género, pero esto no es violencia de género porque la víctima es un caballero, y eso no lo admiten los Observatorios: lo suyo es mirar cómo fluye el Ebro desde el puente de Almazara.
La señora abogada, incapaz de soportar la humillación de entregar la niña, pudo encargar a una de esas nuevas oficinas del crimen un servicio completo. El jefe de seguridad de los peores instintos demandó un pistolero. Y la maquinaria del crimen se puso en marcha. Hoy, los presuntos implicados están detenidos. Pero lo que se investiga es esto: el ejecutivo informático Miguel Ángel Salgado, que llevaba meses reclamando a su hija y años embarcado en una disputa con su ex, ya había sufrido dos intentos de asesinato. En la tercera ocasión, los asesinos no fallaron.
Le esperaban en el garaje de su casa de Ciempozuelos (Madrid). Era el 14 de marzo de 2007. Acababa de dejar su vehículo cuando le dispararon a corta distancia. Los dos primeros tiros le alcanzaron en una mano y en el tórax; el tercero, el de gracia, en la cabeza.
Las circunstancias hicieron a la policía sospechar de la intervención de profesionales en el crimen. Los sicarios han montado delegaciones en España; y algunos delincuentes nativos se han pasado al lucrativo negocio del asesinato. Hay quien se ofrece a famosos para romper piernas, dar escarmientos, obligar a desistir o acojonar al personal.
En el caso que nos ocupa, la labor policial ha logrado una serie de indicios y pruebas que han llevado a falsos guardaespaldas a la cárcel preventiva, así como a una presunta inductora, mujer fuerte y decidida.
La presunta acudió a las televisiones a sembrar por doquier pistas falsas. Disolviendo la memoria de su ex marido en un chocolate de fango, afirmó que éste jugaba al rol, tenía costumbres extrañas y un comportamiento excéntrico. No dudó en emplear un tono quejumbroso y emotivo: imagínense qué panorama si resulta que se confirma que fue ella quien ordenó que asesinaran a Miguel Ángel.
El crimen por encargo es la sofisticación última de la criminalidad. El que mejor mata es el profesional, acostumbrado a tirar de gatillo. Y encima no guarda relación con la víctima, a la que sólo le une un fajo de billetes. Puede matar e irse a Colombia a rezar ante la Virgen de los Sicarios, cosa que, según parece, pudo haber hecho el que acabó con la vida de Miguel Ángel.
Las Fuerzas de Seguridad españolas, especialmente la Guardia Civil caminera, está acostumbrada a bregar con los que se alquilan para el crimen. Han seguido los pasos de los sospechosos, han grabado sus conversaciones, incluso han descubierto que podría haber otros personajillos, prepotentes, además de los que se aprovechan del oleaje de la violencia de género, capaces de encargar a terceros que rompan las piernas o den un escarmiento a los que les molestan.
La delincuencia se pone al servicio de los poderosos y sus caprichos. Menos mal que todavía nos queda la Guardia Civil.
FRANCISCO PÉREZ ABELLÁN, presentador del programa de LIBERTAD DIGITAL TV CASO ABIERTO.