Renacer cada otoño

Dos barrios dividen Edimburgo. Old Town, en la cima de un risco, que antaño fue epicentro de una sociedad elegante y distinguida, con elegantes salones de baile y clubs sociales. Destacan los "rascacielos" medievales de piedra y su calle principal de comercios, la Royal Mile. En contraposición se encuentra New Town, de estilo georgiano, construido en el XVIII y marcado por otra calle emblemática, Princess Street, que alberga tiendas lujosas, grandes almacenes e importantes entidades bancarias. En la parte más baja de la ciudad se abre un espacio híbrido, un barranco verde: el gran parque central, punto intermedio en la discontinuidad radical de ambas estéticas urbanas.

 

Los pubs son un componente importante en la vida de Edimburgo. Es más, sin ellos no podría entenderse su espíritu. Estos lugares de encuentro se concentran en dos zonas: Grassmarket, rincón de la ciudad vieja donde se encuentran locales abiertos hasta las 3 de la mañana, y Rose Street, una calle peatonal de la ciudad nueva. Dos sugerencias: el pub más histórico es el Deacon Brodies, en lo viejo, y el más popular, el Kenilworth, en Rose Street.

 

El Castillo de Edimburgo es posiblemente el mayor reclamo turístico. Atrae a todos los visitantes, que se sienten protagonistas, entre sus fuertes muros de granito, de las historias turbulentas que cuentan los relatos de la ciudad. Las luchas contra los normandos, las invasiones del siglo XVII y las batallas contra los ingleses se recrean en las pinturas de los salones, en los que también se guardan las joyas de los antiguos reyes. También alberga la capilla de Santa Margarita, del siglo XII. Aquí todo tiene su hueco, desde un cementerio de perros hasta recuerdos para los fantasmas de la edificación…

 

Justo en la salida del castillo nace la High Street Canongate, más conocida como The Royal Mile, que conduce a otro de los lugares emblemáticos: el palacio de Holyroodhouse. A lo largo de esta misma calle se alza la iglesia de Saint Giles, importante figura del Medievo. En su interior destaca un espectáculo de curvas góticas que crean un ambiente atemporal y su órgano, uno de los más majestuosos del Viejo Continente.

 

Muy cerca de allí se encuentra la Parliament House, actual sede de los tribunales, y el Mercat Cross, donde se proclama a los reyes. Una variada e impresionante mezcla de pinturas y estilos se encuentra en las salas de la National Gallery of Scotland, con obras de Velázquez, Tiziano, Rembrandt o Turner, entre otros. Al lado se encuentra la Portrait Gallery, que recoge una muestra de los retratos históricos más importantes del país. También merece la pena conocer el Scotish Whisky Heritage Centre, donde se narran las memorias de la bebida escocesa por excelencia.

 

Y es importante recorrer las antiguas calles de Edimburgo, respirar el aroma de los haggis que sale de las antiguas tabernas y mezclarse con sus gentes. Sólo así se puede disfrutar del auténtico whisky que elaboran los habitantes de las Highlands. Mucha tienda, precios elevados y un tranquilo deambular de turistas que cumplen con los rituales de la ciudad. Comprar, pasear y buscar un rato para escribir esa postal que dará envidia a nuestros amigos…