Puertas de vaivén

Manuel Álvarez Riestra, el Solitario de Asturias, se fugó de la penitenciaría de Villabona con la idea de tener una vejez sin turbulencias. Para ello, pensó en volver a atracar; pero acabó siendo sorprendido, con sus 67 años a cuestas y la dentadura postiza puesta, y quizá con la próstata como una patata. Desarmado y hundido, vuelve al trullo como un triste jubilado sin pensión contributiva. Es un pringao de ida y vuelta.

 

También lo es Alejandro Martínez Singul, que quiso abusar en Francia de una niña francesa de 9 años. No pudo. Allí, el gran Sarkozy se ha prometido a sí mismo acabar con los pederastas, y en ello está, por lo que Martínez Singul, el segundo Violador del Ensanche de Barcelona, tuvo que salir despavorido para salvarse de una buena.

 

Los jueces gabachos, ahora motivados, están deseando encontrarse con un abusón de niños para hacérselo pagar. Por si no bastara con su disponibilidad, la ley les permite condenar a un pedófilo incluso en rebeldía. Por eso a Martínez Singul le ha caído una condena de un año de cárcel por delito sexual en grado de tentativa; y eso que apenas se sacó el colgajo e incitó de lejos una joven: si llega a acercarse más, hubiera podido leerse en el talego sin prisa alguna la Comedia Humana de Balzac.

 

Cuando se las ha de ver con violadores, abusadores de niños, asesinos pederastas y salteadores de cunas, el sistema penal español es más flojo que la pata de un conejo. Martínez Singul, que tiene cara de retrasado, ha espabilado y pedido al juez Garzón cumplir la pena francesa en España: en el país vecino, las huestes de Napoleón le habrían hecho picadillo. También evitó pagar en Cataluña, porque en el Principado se la tienen jurada.

 

Por lo que hace al atracador llorón y quejica que sufre no ha podido llenarse la hucha para la vejez, que le llega de golpe, hay que decir que imitaba a Jaime Jiménez Arbe. Álvarez Riestra entraba con su revólver muy chulo en los bancos, y luego soltaba: "Creo que no os pagan para que os mate, pero vosotros veréis".

 

Mira, chorizo: te escapaste de la prisión de Villabona porque aquí la progresía, que dice Forges, se cree todavía eso de que todos los marrulleros son capaces de reinsertarse, aunque no tengan ni uno parta enseñar.

 

La pasma le puso el mosquetón en el trasero cuando pretendía comprar un buga de segunda mano para seguir dando palos en las entidades bancarias.

 

Ni Álvarez ni Martínez debieron salir jamás de prisión, porque son delincuentes de ida y vuelta, al margen de reinserciones y programas de recuperación. El Solitario de Asturias montó el pollo y la huelga para que le aplicaran beneficios penitenciarios por buen comportamiento. Es mentira que no haya más tutía que soltarlos: puede exigirse que se cambie la ley, que se aplique la Doctrina Parot, etcétera. Que no nos hagan comulgar con la rueda de molino de que la aritmética más exacta es la penitenciaria.

 

A Martínez Singul habría que haberle dado boleta para que pagara en Francia lo que hizo en Francia, y santas pascuas. A lo mejor nos lo habrían devuelto maduro y curado de traumas, no como ahora, que tenemos que vérnoslas con un tipo extraño que niega la evidencia y al que su impulso lleva a hacer daño a chicas de hasta 18 años.

 

Tenemos en la calle a violadores como el del Valle de Hebrón o el menor que ha salido con más de una decena de asaltos sexuales a sus espaldas, y otros están a punto de hacerlo. La política de la igualdad del Gobierno no está surtiendo efecto, porque todos estos criminales son victimarios de mujeres, y el Gobierno ni les riñe.

 

En fin, que en las cárceles de la democracia se ha instalado puertas de vaivén, por las que desfilan los peores atracadores y los mayores delincuentes sexuales. Y, entre tanto, muchos periodistas ni se enteran de qué va la cosa. Están tan verdes, son tan ignorantones, que se piensan que los pantanos los hizo la Segunda República, que Santiago Carrillo es un anciano vulnerable y que los delincuentes de ida y vuelta están por estudiar lenguas para que los acepten en las autonomías.