PRÓLOGO A LAS MEMORIAS DE EL CAMPESINO
Valentín González: realidad y ficción de un peligro público
Entre los años 94 y 96 me dediqué a seguir los pasos del Campesino con la ingenua pretensión de escribir una novela sobre su vida. La idea partía de un error que, tras muchos esfuerzos y muchas entrevistas con supervivientes del partido y de su propia familia, se me hizo evidente: no se puede novelar una novela, salvo que entremos en la factoría de pestiños de la metaliteratura. Y es que lo que fui averiguando sobre el Campesino –al que debo un ensayo, junto a otros rojos importantes de nuestra historia– era cada vez más deudor de la ficción y menos de la realidad.