MEMORIAS ERRÁTICAS
Médicos, diplomáticos y un millón
El hospital francés de Niamey era un lugar fresco, limpio y organizado, pero la dolencia de Jan no mejoraba por ello. Pasaban los días y la fiebre seguía consumiéndolo. Según los médicos, padecía un tipo de malaria raro que sólo presentaba una ventaja: si salías de ella, no volvía a repetirse. ¿Y si no salías? Desde mi puesto de acompañante, en aquella habitación sumida en una penumbra verdosa, veía que el enfermo se debilitaba y no daba signos de recuperarse. La medicación le permitía disfrutar de pocas horas de alivio. Y fue en uno de aquellos momentos de lucidez cuando se le ocurrió que debíamos tomar contacto con la embajada alemana.