MEMORIAS ERRÁTICAS
Trueque en el Transiberiano
El viajero no deja de ser un animal de costumbres. Habituada ya al Transiberiano, subí de nuevo a él en Irkutsk con la seguridad que otorga la veteranía, por escasa que sea, y la idea de encontrar lo bueno conocido. Pero nunca nada es igual, y menos en un viaje. En el trayecto hasta Jabarovsk no reinaría la alegre familiaridad que habíamos catado en el primer trecho. Ni los empleados ni los viajeros que nos tocaron en suerte se hallaban en tan buena disposición a comunicarse con dos extranjeros como los anteriores. Y aislados en nuestra burbuja permanecimos hasta que apareció Konstantin.