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Fin de semana

MI VIEJA MÁQUINA DE ESCRIBIR

Te amo, Olympia

Mientras escribo estas líneas en el ordenador, te miro de soslayo. Hace ya un año que estás arrinconada, sola y triste, cubierta con tu funda, al pie de la biblioteca. Me acompañaste, leal y fiable, durante treinta y cinco años de mi vida. No he podido evitar este desenlace, pero igualmente me siento unido a ti y te rindo este homenaje. Más aun, proclamo a los cuatro vientos que te amo, Olympia, mi querida máquina de escribir.