No son las suyas las calles de París, sino las de Madrid y, en esta ocasión, las del pueblo castellano de Almagro. Entre la cosmópolis y la raíz, entre lo universal y lo particular, Almodóvar ha conseguido una vez más llevar a la práctica el mandato hollywoodiense de hacer una película sobre un asunto muy concreto pero que sea capaz de ser entendida desde Japón hasta Chile, pasando por Israel y Palestina.
Es Volver una película coral femenina, una historia de solidaridad entre mujeres. Una mujer que es madre de otra que a su vez es madre de otra. La maternidad como vínculo esencial de la familia. Las tres encadenadas por un vínculo estrechísimo y terrible con un hombre. Penélope Cruz, casada con un obrero en paro y con una hija adolescente, Yohana Cobo; Lola Dueñas, su hermana, apocada separada que parece condenada a la soltería y se gana la vida como peluquera; y Carmen Maura, la madre de ambas, muerta en un incendio junto a su marido. El fantasma de Carmen se va apareciendo a las mujeres que fueron parte de su vida, en esta historia castiza de fantasmas y de vida después de la muerte.
"Vivos y muertos conviven sin estridencias, provocando situaciones hilarantes o de una emoción intensa y genuina –ha dicho Pedro Almodóvar–. Es una película sobre la cultura de la muerte en mi Mancha natal. Mis paisanos la viven con una naturalidad admirable. El modo en que los muertos continúan presentes en sus vidas, la riqueza y humanidad de sus ritos hace que los muertos no mueran nunca. Volver destruye los tópicos de la España negra y propone una España tan real como opuesta. Una España blanca, espontánea, divertida, intrépida, solidaria y justa".
Nadie, desde García Lorca, había sabido expresar como Pedro Almodóvar el modo de ser femenino. El universo sufriente y agónico, represivo, de La casa de Bernardo Alba y Yerma, que Almodóvar había hecho suyo –en ¡Qué he hecho yo para merecer esto! O en Mujeres al borde de un ataque de nervios–, deja paso aquí a una celebración de la familia en clave femenina.
Esta es la película más gozosa, hermosa y libre que ha rodado Almodóvar. Una declaración de amor a las mujeres de carne y hueso, sin caer en los estereotipos del feminismo de género militante o en las modas impuestas por el feminismo paritario. Por el contrario, desde un feminismo individualista y libertario, las mujeres almodovarianas hacen lo que les sale de las hormonas, carnales y sentimentales. Buenas cuando son buenas, y mejores cuando malas.
También es una de las películas más hermosamente españolas que se han hecho jamás. Es Volver, como indicaba Almodóvar, un canto a la España profunda, al pueblo andaluz, aragonés, castellano, catalán... que todos llevamos dentro. No es la magdalena de Proust, sino los pestiños, los mantecados, las morcillas que el urbanita sobrevenido que es Almodóvar recuerda. Un viaje a la memoria de aquella tía que nos estampaba diez besos encadenados en el patio de una casa en la que el frío se combatía con un brasero de picón. Y es que Almodóvar, a través de detalles infinitesimales pero decisivos, consigue que los aromas de la España esencial, es decir de españoles y, sobre todo, españolas esenciales, se cuelen en la sala de cine, haciéndonos olvidar la fritanga palomitera.
Como casi siempre en su cine, sin embargo, los personajes masculinos son meras sombras –banales en el mejor de los casos, amenazantes y peligrosos en el peor– de un universo poblado por unas amazonas siempre a punto de proclamar la República Independiente de Lesbos. Se revela así la dimensión cuidadora y empática del sexo doble-X, que el director manchego retrata como si estuviera hecho de diamante: increíblemente duro, increíblemente frágil, resistente a la vez que vulnerable.
El secreto que mantiene el suspense se adivina pronto, lo que no es impedimento para que la atención se incremente a medida que Almodóvar va desgranando una serie de magistrales secuencias: la inicial, en la que un batallón femenino limpia tumbas azotadas por el viento solano; un velatorio como forma de apoyo a las familiares pero también como acto social en el que no falta el chismorreo malediciente; o la conexión secreta que se vuelve a establecer entre madre e hija por medio de una canción eterna que suena como si fuera la primera vez.
El buen ojo de Almodóvar para la puesta en escena colorista, a medio camino entre la estética pop y la del surrealismo, en la que participa el ya clásico director de fotografía Jose Luis Alcaine, se complementa con el oído que presta a los giros dialectales: sus personajes se "inritan" y se "riyen", sin caer en la afectación costumbrista y cazurra.
Volver es también el retorno del tándem Almodóvar-Maura. Las desavenencias personales los alejaron diecisiete años, tras Mujeres al borde de un ataque de nervios. Pero parece que fue ayer. Maura está perfecta como esposa despechada y madre amantísima. Su capacidad inigualable para pasar de la comedia al dramón en milésimas de segundo la hace ser la chica Almodóvar, con mayúsculas. Junto a ella, Lola Dueñas, Chus Lampreave, Yohana Cobo y Blanca Portillo realizan interpretaciones llenas de contundencia y delicadeza, en soberbios ejercicios de contención interpretativa.
Pero es Penélope Cruz el auténtico milagro. Explícitamente Almodóvar ha subrayado el modelo de la donna italiana, de Sofía Loren a Anna Magnani, en las que la carnalidad exuberante no está reñida con la calidad interpretativa. Y Penélope Cruz está a la altura de sus modelos. No sólo es que se contonee con la gracia de una Marilyn de barrio, que explote sin rubor el mejor escote del cine mundial o que tenga unos ojos negros tan profundos como el mar (de plomo); es que sabe conjugar todo ello en la interpretación de una canción que "quita el sentío", el tango que da título a la película y que es cantada por ese otro prodigio que es Estrella Morente.
Volver va a participar, aunque aún no se ha hecho oficial, en el Festival de Cannes. Que el más elitista de los certámenes acoja una película del despreciado, por antiguo y reaccionario formalmente, cine español ya es noticia. Pero es que, sin duda, con esta película Almodóvar será uno de los grandes favoritos, junto a, si finalmente se confirman, David Lynch, Nanni Moretti, Brian de Palma, Richard Linklater, Sofia Coppola y otros grandes de la cinematografía mundial. Y dado que el presidente del Jurado es el chino Wong Kar Wai, el único que le puede disputar al español el cetro de Rey del Melodrama, no sería de extrañar que el director manchego uniese su nombre al de Luis Buñuel, con quien comparte el riesgo formal, la voluntad provocadora y el ir directo a las raíces, en la lista de ganadores españoles de la Palma de Oro.
Volver (España, 2005; 110 min). Dirección y guión: Pedro Almodóvar. Intérpretes: Penélope Cruz, Carmen Maura, Blanca Portillo, Lola Dueñas, Yohana Cobo, Chus Lampreave. Fotografía: José Luis Alcaine. Música: Alberto Iglesias. Calificación: Excelente (9/10).