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CÓMO ESTÁ EL PATIO

"Nucleares No", o te expediento

María Dolores de Cospedal tiene una gran capacidad de decisión y es una persona resolutiva. Lástima que las decisiones que ha tomado en los últimos años vayan exactamente en contra de los intereses de los ciudadanos en general, de sus votantes en particular y, sobre todo, del propio PP.

María Dolores de Cospedal tiene una gran capacidad de decisión y es una persona resolutiva. Lástima que las decisiones que ha tomado en los últimos años vayan exactamente en contra de los intereses de los ciudadanos en general, de sus votantes en particular y, sobre todo, del propio PP.
Es la secretaria general de la derecha española soñada por la izquierda. Una persona capaz de poner en su contra al noventa por ciento de los electores del PP sin que Pajín tenga que mover un moflete.

Tras su negativa a que se mantenga el trasvase Tajo-Segura, en contra de lo que siempre ha defendido su partido e incluye metódicamente en todos sus programas electorales, ahora le toca al alcalde y los concejales de Yebra experimentar de primera mano su capacidad de diálogo y su defensa de la unidad del partido.

No hay asunto polémico en la España de Zapatero que no sirva para que el PP agudice sus contradicciones a la vista de todo el mundo, lo que revela una inteligencia política francamente, perdón, realmente mejorable. Su facilidad para defender un día lo contrario de lo que respaldaba el día anterior es portentosa, y en esto tiene una especial relevancia la figura de su secretaria general, que a día de hoy no se sabe si ejerce de tal o de candidata eterna a la presidencia de Castilla La Mancha que se aprovecha de un cargo nacional para ganar votos en su terruño.

A este paso, es bastante difícil que el PP arrase en el feudo heredado de Bono por Barreda y, en cambio, muy probable que pierda un chorro abundante de votos en el resto de autonomías, incluidas las que gobierna actualmente.

El caso del municipio de Yebra, con amenazas de expulsión a sus concejales por votar a favor de una infraestructura que va a enriquecer a todos los habitantes de la localidad, es paradigmático. Cospedal lo tenía bastante fácil para haber mantenido cerrada esa boquita locuaz que Dios le ha dado, porque el presidente autonómico socialista ya se está encargando de enfrentarse al gobierno central a cuenta del cementerio nuclear. La secretaria general de un partido nacional no hubiera tenido más que dejar a los propios socialistas cocerse en sus respectivos odios, postura que hubiera adoptado intuitivamente cualquiera de sus colegas de otros partidos, incluidos Blanco y Pajín, limitarse a asistir al espectáculo desde una cómoda localidad de contrabarrera. Oiga, pues no. Como la chica quiere intervenir en todas las polémicas que se suscitan en su autonomía y, además, lo nuclear siempre ha tenido mala fama entre los progres, ahí la tienen despendolada, pidiendo sanciones para sus propios concejales, no sea que en algún mitin un grupo de desharrapados en contra del progreso humano le muestre una pancarta acusándola de destrozar el medio ambiente.

Un depósito de residuos, construido con todas las garantías que ofrece la moderna tecnología, es bastante menos nocivo que cualquiera de los vertederos que rodean nuestras ciudades y, a diferencia de estos, una inversión muy rentable que permite la creación de cientos de puestos de trabajo. Bajo esta perspectiva, la decisión del alcalde de Yebra y sus concejales es exquisitamente correcta en defensa de los intereses de sus votantes, por lo que, en todo caso, lo único que debería hacer el PP nacional es felicitarles efusivamente. En lugar de eso, y salvo que Arenas consiga detener la furia vengativa de su superiora, se les amenaza con abrir el expediente que no tuvieron narices de iniciar contra el lugarteniente de Gallardón por injurias a la presidenta de su partido hasta que el clamor popular de sus bases se hizo ensordecedor.

Y Rajoy, mientras tanto, se fuma un puro leyendo el Marca y dice que la vida es maravillosa y sus posibilidades de llegar a La Moncloa, cada vez más fastuosas. Se lo ha dicho Arriola, que, como es bien sabido, no falla. Bueno, casi nunca.
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