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CRÓNICA NEGRA

Nieves Herrero, la reina robada y el lobo feroz

Las calles de España se pueblan poco a poco de delincuentes reinsertados. Los hay que fueron alcaldes, ministros, secretarios de estado, banqueros, directores de la Guardia Civil. O sicarios que aparecen en Las Rozas con un brazo cortado a machetazos.

Las calles de España se pueblan poco a poco de delincuentes reinsertados. Los hay que fueron alcaldes, ministros, secretarios de estado, banqueros, directores de la Guardia Civil. O sicarios que aparecen en Las Rozas con un brazo cortado a machetazos.
La noticia del periodismo deficiente indicaba que se trataba de un abogado que había sufrido un intento de robo cuando conducía su Mercedes último modelo. Pero al poco se supo que el supuesto licenciado en Derecho era el tipo que trató de asesinar al también abogado Emilio Rodríguez Menéndez, presunto delincuente en cárcel argentina.

Hace más o menos una década –ahora en Hispania los delincuentes se reinsertan muy rápido–, I., de la R., conoció a la que sería la esposa de Menéndez cuando ésta intentaba comprar un vehículo de la misma marca que conducía aquél cuando le cosieron a machetazos. Buen mozo y bien plantado, I., de la R., comenzó un juego con aquella rubia de cuento de hadas, que en el transcurso de una comida le ofreció un pago, nunca visto, a cambio de que le matara al marido: "Un cartier de oro, cincuenta millones de pesetas y... un polvo". Habría que ponerse en la piel del protagonista de Instinto básico para seguir ese juego y sentir el escalofrío en la entrepierna. El hoy supuesto abogado se buscó una moto y un conductor. Con el caballo de hierro le pegó un tiro a Menéndez que casi manda a éste al Tribunal Supremo sin recurso de casación.

Emilio Rodríguez Menéndez.Como quiera que no nos cansamos de repetir que, a pesar de políticos, infectos burócratas y charlatanes, disfrutamos en nuestro país de una alta concentración de talento policial, en especial entre los plinios que pisan la calle, la pareja de tórtolos fue descubierta, y no como en El cartero llama dos veces. El hoy macheteado fue capturado con un tiro en un glúteo que le arreó Maristany, el ojito derecho de Emilio, y la rubia despampanante acabó confesando que se había hecho un catálogo de fotos como su mamá la trajo al mundo y que le gustaba apostar en los juegos fuertes. Los dos fueron condenados por asesinato frustrado, pero ambos están ya en libertad, de nuevo en sus cosas y en sus coches. Entre tanto, a Emilio le ha pillado la justicia, que le reclama por quebrantamiento de condena. I., de la R., no pudo cobrar el cartier, ni los 50 millones, aunque se sospecha que tuvo un adelanto de lo otro. Como sicario resultó una ruina, un aficionado torpón que casi se mata huyendo del escenario del crimen que no pudo cometer.

Cosa de coches, reinsertados reincidentes, aluniceros corajudos, que son el lobo feroz, es la historia vivida por Nieves Herrero, la reina de la tele, una de las grandes damas del periodismo, a la que la ciega hipocresía atribuyó hechos que no cometió y desvirtuó su cobertura del caso Alcácer, dejándole el sabor amargo de la falta de reconocimiento.

Nieves hizo más que nadie para que Joaquín José Martínez, el español del Pasillo de la Muerte, no muriera en la silla eléctrica. Nieves puso de relieve las contradicciones de Alcácer, hasta el punto de que hay un antes y un después de su dedicación. No obstante, algunas sanguijuelas envidiosas dieron en decir que se extralimitaba o se pasaba tres pueblos, cuando era la primera vez que un delito como el secuestro de menores adquiría semejante resonancia. Ayer mismo detuvieron a uno de esos periodistas de falso intelecto, infiltrado en la prensa barbuda, que se escandalizan del barro y la sangre mientras tienen un charco en el corazón, acusado de pedofilia. Si se confirma, uno va entendiendo lo mal que sentó el seguimiento exhaustivo del secuestro –no la detención ilegal–, tortura y asesinato de Miriam, Toñi y Desiré en centros oficiales, periódicos que hacen libros de estilo para mearse en ellos y oficinas del Gobierno que contratan pederastas para que les lleven las relaciones públicas.

Nieves Herrero.Nieves Herrero fue chica Hermida, pero pronto se convirtió en una dama de la tele que, con naturalidad y estilo, tocaba todos los grandes temas. Nieves es joven, atrevida, incansable, enamorada de su oficio. La cámara la quiere, la gente la cree. Resulta un torbellino de pasión, esplendor en la hierba, casablanca. Nieves con la maza olímpica corriendo por las calles de la ciudad, Nieves haciendo del suceso historia; ahí está para los historiadores, cuando se hayan muerto de envidia los envidiosos.

Nieves da clases en la universidad, y al salir del aula la sorprendieron unos encapuchados, los aluniceros de los que venimos hablando.

Nieves se mueve en todoterreno y va por la vida como los escribas del emperador que creen que la guerra no va con ellos, pensando que como periodista está destinada a sobrevivir para contarlo. Otros jóvenes antes que ella, que sintieron esa llama ardiente en el centro del pecho, se equivocaron y murieron de fuego amigo, empotrados en las unidades en guerra o de un tiro perdido en el callejón. Mientras escribe la Guerra del Peloponeso, harta de decir que viene el lobo, Nieves ignora que los enemigos están tan cerca, a pie del estribo de su coche. Como un Tucídides despistado, fue agredida por los bárbaros, descabalgada y, afortunadamente, abandonada, aunque despojada de todo objeto de valor.

En la actualidad, los delincuentes creen que cualquiera puede tener un coche poderoso, una de esas bestias que gracias a que son altas de talle se perfilan ideales para dar un palo en un banco. Con el coche de Nieves perpetraron un alunizaje que ni Neil Armstrong en una sucursal, mientras ella buscaba a quién quejarse, dónde denunciar. La noticia del robo que ha sufrido la gran dama de la tele casi se diría que se ha ocultado, salvo que salga, frívola, en "Dónde Estás, Huevón", "59 Minutos y un Segundo", "La Salud del Bolsillo de Torreiglesias" o "La Gloria", para mayor entusiasmo de inquisidores y reconocimiento de políticas de disuasión. No darle relieve a que la reina de la tele ha sido robada forma parte de una estrategia política y contribuye a la reinserción de los sicarios. Para los pederastas empotrados es la señal de que aquí no pasa nada.


FRANCISCO PÉREZ ABELLÁN, presentador del programa de LIBERTAD DIGITAL TV CASO ABIERTO.
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