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CRÓNICA NEGRA

Neira, el héroe traicionado

El profesor Jesús Neira pasaba por allí. Una pareja discutía, y la mujer parecía llevar la peor parte. Al profesor, los hombres que con su fuerza apabullan a las mujeres le parecen cucarachas.

El profesor Jesús Neira pasaba por allí. Una pareja discutía, y la mujer parecía llevar la peor parte. Al profesor, los hombres que con su fuerza apabullan a las mujeres le parecen cucarachas.
Jesús Neira.
Siempre ha sido un hombre corpulento, alto, de aspecto imponente. Profesor en la Universidad Camilo José Cela, es un tipo elegante, cortés, inteligente. Y leal a sus ideas. Ha enseñado a sus descendientes a respetar a los demás y, especialmente, a no pegar a las mujeres, porque los que pegan a las mujeres son simples cucarachas.
 
Neira dio una lección de civismo al intervenir entre la presunta víctima y el joven violento que parecía agredirle. A éste le dijo que su comportamiento le costaría caro y que se disponía a llamar a la policía.
 
Fue un error. A los presuntos delincuentes jamás hay que advertirles de las bazas de que uno dispone. Se llama a la policía y en paz. Nada de ser caballeroso con el iracundo, el traidorzuelo, el maltratador. Si se le advierte, lo toma como una amenaza. Supongamos que se trata además de un tipo irritable, un hijo de papá acostumbrado a salirse con la suya y ante el que las mujeres se doblegan y los hombres se inclinan.
 
Pocas veces puede haberse visto a un caballero con la planta de Neira, sus modales exquisitos, su determinación de poner fin al drama. Tan tranquilo y resuelto estaba, que no tuvo miedo a dar la espalda al enemigo; y eso, en los tiempos que corren, donde no sirve la ley del Oeste que prohíbe atacar por detrás ni la del barrio que descalifica la cobardía.
 
Dar la espalda al manso cuernilargo puede provocar el arranque miserable del que ataca por sorpresa. A Neira le cayó un golpe casi mortal, inesperado y traicionero. Él se lo había jugado todo por defender los valores de la sociedad, cínica, y resultó víctima de la verborrea hueca que empuja a los individuos a intervenir pero no garantiza las condiciones. Las medidas de prevención, el gasto millonario, el escaparate mediático y hasta el Ministerio de la Confusión y la Igualdad no han infundido el temor entre los delincuentes. Al contrario, incluso mantienen en la servidumbre a las víctimas que no son libres para gritar.
 
Neira se comportó como un héroe del pueblo, como aquel otro universitario que dio su vida por salvar la de sus alumnos en Virginia Tech, cuando el estudiante oriental disparó contra la clase. Él cumplió su parte entregando hasta el cuero, pero estuvo solo recibiendo el palo traidor, y mientras le pateaban en el suelo, y cuando acudió a urgencias porque sentía malestar y dolor.
 
El profesor Neira es un héroe traicionado por la palabrería del Gobierno, que gasta sin resultado, maneja datos aleatorios y cuenta entre sus miembros con una señora, Bibiana Aído, cuyo currículo –si es que es el que circula profusamente por internet– mueve al pánico. ¿Habrá gente con tan escasa preparación al frente de la seguridad de los aeropuertos, de la prevención de la delincuencia, de la seguridad? Hubo un Gobierno de Felipe González que, como no tenía gente preparada, designó a Luis Roldán, el mayor bandolero del siglo XX, director general de la Guardia Civil. Para hacer méritos, Roldán había falseado por su cuenta el currículo, poniendo ingeniero y economista donde debía poner fullero y funambulista.
 
Aído, que tampoco es experta en flamenco, ha dicho que el pasado agosto fue el más negro, no sólo por la aparente muerte en vida de Neira, sino por el asesinato masivo de mujeres maltratadas, lo que la ministra achaca al periodo vacacional. Lo cual parece indicar que la mera vuelta al tajo hará descender los asesinatos, que según la prensa amiga, y según lo amiga que sea la prensa, son ya 42, o 44, o vaya usted. Hablamos de mujeres muertas por su ex parejas.
 
Mientras la propaganda se envilece y Rodríguez Menéndez se procura un auténtico pasaporte falso en la calle Santa Eugenia para hacerse un guay del Paraguay, la familia del profesor Neira encarna la dignidad y el coraje, da una lección de entrega, paciencia y fe en los auténticos valores. Cree en el futuro y está decidida a poner a todos en su sitio. El profesor fue traicionado por el presunto maltratador, hoy en prisión, pero también por las autoridades que no le respaldaron, por los médicos que no le atendieron, por todos los que miran los toros del maltrato desde la barrera.
 
Jesús Neira es un hombre desprendido, y aunque estaba en tratamiento por sus propios problemas –medicalizado con anticoagulación–, se olvidó de sí mismo para entregarse quijotescamente al socorro de la supuesta vejada, golpeada y humillada, que mire usted por dónde resultó respondona y afirma, ante quien la quiera oír, que no hubiera pasado nada si Neira no hubiera intervenido y que el presunto es muy buena gente, aunque confunda el cariño con el insulto y la caricia con el puñetazo. ¡Mire, señora –dan ganas de gritar–, usted no debería siquiera mencionar el nombre del profesor, que lo dio todo por usted pensando que usted lo merecía!
 
Dado que el profesor duerme el coma de los justos y que daba clase en la Universidad Camilo José Cela, permítanme emplear una de las palabras preferidas del de Iria Flavia a la hora del punto final: ¡que alguien lo ponga a salvo, ya que no puede defenderse! ¡Coño!
 
 
FRANCISCO PÉREZ ABELLÁN, presentador del programa de LIBERTAD DIGITAL TV CASO ABIERTO.
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