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CRÓNICA NEGRA

Nadie para a los asesinos locos

El pasado martes un enfermo mental dio muerte en Maliaño, Cantabria, a su padre, de 72 años, con un cuchillo e intentó matar a su hermana, que para salvarse se tiró por una ventana. El agresor, José Alberto, de 39 años, había matado con anterioridad (1997) a su madre, que estaba en una silla de ruedas. La mató porque le reprochó haber puesto un anuncio para vender un teléfono móvil sin consultarla.

El pasado martes un enfermo mental dio muerte en Maliaño, Cantabria, a su padre, de 72 años, con un cuchillo e intentó matar a su hermana, que para salvarse se tiró por una ventana. El agresor, José Alberto, de 39 años, había matado con anterioridad (1997) a su madre, que estaba en una silla de ruedas. La mató porque le reprochó haber puesto un anuncio para vender un teléfono móvil sin consultarla.
En España hay aproximadamente 400.000 enfermos mentales en sus casas, a cargo normalmente de las madres, que no pueden con ellos. Algunos, unos pocos, son muy peligrosos, no toman su medicación y de vez en cuando reaccionan con agresividad. Es un problema gravísimo, porque pueden arremeter contra quienes más les quieren, o salir a la calle a tirar a la gente al metro. La asistencia y control de las familias que cuidan a enfermos mentales es deficiente, cuando no inexistente.
 
Ha habido madres que, desesperadas, han matado a sus hijos tarumbas y después se han quitado la vida. Madres hartas de luchar en inferioridad de condiciones y nada proclives a entregar a sus hijos a una asistencia remisa, ineficaz y morosa. Es un asunto del que urge que nos ocupemos; pero, como todo lo que tiene que ver con la seguridad en este país, se deja para luego. Un incierto mañana nos espera a quienes no entendemos la feliz idea de que los locos agresivos se muevan sin estar sujetos a control y sin que nadie aparezca responsable de tal disparate.
 
José Alberto confesó que había matado a su madre, y le condenaron a cinco años de cárcel. La sentencia traía aparejada una orden de alejamiento de su familia, a la que con buen criterio el juez consideraba en peligro. No obstante, ni el padre, ahora muerto por su generosidad y buenos sentimientos, ni la hermana se resignaron a abandonar al potencial reincidente. Así que lo recibieron de nuevo en el hogar, donde más de un susto debieron de tener antes de ese fatídico 1 de marzo.
 
Hay que decir, en beneficio de José Alberto, que también ahora ha confesado. No es un homicida, sólo es un pobre enfermo.
 
Según se dice ahora, el doble parricida tiene un trastorno psicótico agudo y otro de la personalidad. Cuando mató a la madre, hacía sólo unos días que le habían dado de alta en el manicomio. No tomaba sus medicinas, lo que provocó que se le desatara la furia contenida.
 
Escribo manicomio a propósito, con el fin de llamar a las cosas por su nombre. Locos y cuerdos comparten el mundo, pero ahora a los locos se les llama otra cosa para despistar y que así nadie sepa dónde tiene la mano derecha. Hasta que en la mano aparece un hacha. O un puñal.
 
José debería haber estado todo este tiempo en un psiquiátrico penitenciario, es decir, en un manicomio de toda la vida, que es donde hay que meter a cualquiera que pierda la cabeza y represente un peligro. Si no es así, hay que pedir cuentas y exigir indemnizaciones a los funcionarios que dejan a trastornados potencialmente peligrosos en la calle.
 
Al loco de Maliaño debieron encerrarlo de por vida en una institución adecuada; o, si quieren que suene más amable, retenerlo en un lugar adecuado mientras no se le declarase a salvo de su mal, que parece no tener fin. Fue una temeridad condenarle como vulgar homicida y a sólo cinco años de prisión, y ponerlo en libertad después de tan corto trance. El Ministerio Público optó por que cumpliera condena en un centro penitenciario porque consideró, seguramente mal aconsejado, que estaba "respondiendo bien al tratamiento médico que había estado recibiendo en prisión cuando estuvo como preventivo". Bueno, pues ya ve no fue así. ¿Y ahora qué, señor fiscal?
 
El juzgado ha dictado "prisión preventiva" para José Alberto, como "imputado de un delito de homicidio, lesiones y quebrantamiento de orden judicial". ¡Pero hombre, si está como una regadera! Le han enviado a la unidad penitenciaria del hospital Marqués de Valdecilla durante todo el tiempo que precise tratamiento. ¡Eureka! ¡La juez parece haber acertado!
 
Tal vez la confusión viene de no llamar a las cosas por su nombre. Uno que mata a su madre es un parricida, término que puede consultarse en el DRAE pero que no aparece en el Código Penal, porque se ha prescindido de tan rotunda palabreja. Como tampoco se encontrará "secuestro", sino "detención ilegal". Pero es ésta una cuestión que no sólo atañe al lenguaje: a un loco le llaman "homicida", no le curan porque se calma en prisión, le ponen en libertad porque no valoran lo que ha hecho, y cuando vuelve a matar le envían al psiquiátrico hasta que la medicina lo libere...  A este paso, tanto peligrará la hermana superviviente como peligraron sus ahora difuntos padres.
 
 
FRANCISCO PÉREZ ABELLÁN, presentador del programa de LIBERTAD DIGITAL TV CASO ABIERTO.
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