En el número de abril de la revista de marras Jesús Generelo, periodista, escritor de ficción y responsable del área educativa de Cogam, la organización gay que más espacio ocupa en las páginas de El País, mostraba su indignación por las protestas que siguieron a la publicación de la fotito y me calificaba de "pseudoperiodista sobredimensionado". Lo primero me parece un elogio inmerecido, Generelo; lo segundo quizá tenga que ver con la generosa atención que Zero me presta un mes sí y otro también. Como cantaba la vedette, Solamente puedo decir... gracias por venir.
Que Chuecadilly tenga más lectores que Zero tal vez se deba más a vuestra miopía que a mi talento. Si todavía no os habéis enterado de que internet es algo más que el correo electrónico y los contactos, la culpa no es mía.
José María Garrido, otro colaborador de la revista, firmaba en el mismo número un reportaje sobre la supuesta ofensiva ultra contra la peli Clandestinos viciado por el dijo-que-dije-que-me-dijeron, tan típico de la prensa del corazón, género éste con el que los pseudoperiodistas mantenemos una sana y prudencial distancia.
El señor afirma que dije que durante la proyección de la película, que narra la relación de un joven etarra con un guardia civil, hubo gritos a favor de ETA. Nada más lejos de la verdad. Lo que afirmé entonces, y espero no tener que repetirlo más, es que hubo bastante gente que aplaudió cuando un artefacto explosivo derribaba la bandera de España de la Plaza de Colón de Madrid, y que algunos lo hicieron cuando una etarra le pegaba un tiro al guardia civil protagonista.
Sí es cierto que la versión de los hechos a que Garrido se refiere apareció publicada por error en LD. Lo que no cuenta es que la noticia, fruto de la lectura en diagonal de un artículo mío y de una fuente falsa de origen desconocido, fue rectificada después de que el redactor regresara a mi crónica del 9 de noviembre de 2007. Además, y en aplicación escrupulosa de la ética periodística, LD publicó íntegramente el comunicado de la Fundación Triángulo. Conozco a varias personas que llevan años esperando que Zero se digne hacer algo parecido con los desmentidos que han enviado sobre supuestas "informaciones" aparecidas en sus páginas.
También me critica por pensar que la fotito me parece peor que cualquier propaganda proetarra que haya visto en el País Vasco, y dice que él conoce cosas peores. Me reafirmo en lo que dije. En el País Vasco hay pintadas en las que aparece la silueta de un guardia civil dentro de una diana y una señal en el corazón, para que los terroristas sepan dónde apuntar. La foto naturalista de un etarra con una pistola en la cabeza de un guardia civil es mucho peor.
Por otra parte, si Garrido sabe de la existencia de imágenes tan terribles, debería denunciarlo. ¿Qué tipo de gente frecuenta? Mejor ni pensarlo. Está claro que sus amistades no tienen nada que ver con las mías. Sería conveniente que nos contase dónde vio esas cosas y quién se las mostró. La apología del terrorismo es un grave delito que conviene no ocultar.
Lo que no dije entonces y ahora sí es que la foto del etarra que apunta con una pistola a la cabeza de un guardia civil que tiene toda la pinta de estar practicándole una felación está firmada por Joan Crisol, colaborador habitual de Zero. ¿Y si hubiese sido encargada, producida, supervisada, aprobada y pagada por la propia revista? No sé si eso fundamentaría una querella, pero me parece motivo más que suficiente para pensar que os habéis comportado de la forma más rastrera que cabe imaginar, riéndoos de gente torturada y asesinada por el mero hecho de existir. ¿Es eso progresismo? A mí y a un montón de gente decente vuestro comportamiento nos resulta bastante nauseabundo, más propio de ultrafachas que de demócratas. ¿Por qué os gusta tanto hacer el juego a los homófobos?
También se habla en Zero de Pío Moa, de su visión del franquismo y de sus credenciales como historiador. Hombre, al menos él escribe libros de historia: otros van de educadores por la vida y no han pisado un aula desde que abandonaron la universidad. Respecto a la simpatía que Moa manifiesta hacia Franco en sus últimos libros, soy de los que creen que Pío adolece de cierta parcialidad. Así se lo dije una vez, y él replicó arguyendo que algunas leyes franquistas daban al individuo más garantías frente al Estado de las que posee ahora, algo que han señalado numerosos expertos en Derecho Administrativo. Supongo que a los de Zero las discrepancias ideológicas y la variedad de enfoques les parecerá algo propio del teatro del absurdo. A mí me pasa lo mismo cuando leo el Gara o el Granma.
Por otra parte, desconozco las opiniones de Pío sobre la homosexualidad y los homosexuales. De todas formas, ahora que lo pienso, reconozco que me encantaría que fuera no homófobo, sino híper-mega-ultra-homófobo, pues no hay nada peor para alguien así que deberle la libertad a personas como el juez Grande-Marlaska, quien, con la frialdad y el respeto a la ley que la Constitución le exige, desestimó la prepóstera querella presentada contra Moa por un grupo de loonies totalitarios. Y acto seguido se fue a casa a cenar con su marido.
España no se rompe ni se romperá porque un señor viva con otro y lo cuente en un periódico, y quien piense así comete un trágico error y beneficia a Zapatero. Pero, como decían los primeros liberales, ésos a los que algunos prefieren olvidar o nunca leyeron, la libertad consiste en el derecho a equivocarse. ¿Estamos equivocados los gays? Aunque así fuera, tendríamos derecho a ello.
En fin, que una vez más la revista Zero mete la pata hasta el fondo. Si alguien tiene un minuto, le ruego envíe un cariñoso beso a su director, Miguel Ángel López, y le diga de mi parte que confío en que en algún momento deje de hacer el ridículo delante de España entera. Nunca es tarde para recuperar la dignidad. Aunque si ha decidido convertir su revista en un nueva, empero triste, patética, vulgar y absolutamente irrelevante inquisición, como le recuerda el bueno de Carlos Martínez Gorriarán (lanzarse ahora contra UPyD e incluirlos en esa extrema derecha que nos invade sume a Zero en una nueva sima moral de la que le costará salir), allá él:
Esto es Zero: el portacoz de una nueva Inquisición Gay dispuesta a imponer su dictadura sobre las conciencias ajenas a golpe de difamación y anatema de homofobia.
¿Se puede caer más bajo?
Quizá dentro de un par de semanas os arroje otro huesito para que tengáis algo que roer durante los próximos seis meses. Mientras tanto, repetid conmigo:
Gora Espainia! ETA kanpora! Madarikatuak eta lotsaga!
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