Había quien hacía fortuna en poco tiempo, como un mago de las finanzas que se dedica a los trajes caros, los coches exclusivos y los viajes en avión privado. Algo así como el capo Gotti el Elegante, pero sin que se notara tanto. El caso es que España era un lugar que, pese a su situación estratégica, presumía de no permitir en su territorio el establecimiento de las mafias internacionales.
Como mucho, aquí venían a disfrutar de lo que habían robado, pero nunca a hacer daño; "porque los delincuentes de cuello blanco no hollan donde tienen la olla", decían.
Claro que todo esto se fue revelando mentira. De pronto hubo un enorme estallido de dinero, y personajes que no se sabe de dónde sacan para tanto como destacan. Paralelamente a las toneladas de billetes llegaron los ángeles custodios: sicarios o matones que empezaron a perseguirse a tiros. Lo último fue un error fatal que acabó con la vida de un peluquero y de un niño. Algo que exasperó a las fuerzas de seguridad.
El delito de blanqueo de dinero precisa de gente aplicada, con capacidades mentales; nada de pipa y "farlopa". Gente fina, que sepa idiomas y contabilidad. Por ejemplo, que puedan explicar una buena cuenta de resultados y que además conozcan la ley para sus triquiñuelas. Así que es un delito complejo, en el que se puede ganar para joyas, obras de arte, chalets, jet privado y Rolls Royce, pero es necesario aplicarse y pringarse.
La cosa funciona así: el dinero fluye a borbotones del narcotráfico, el tráfico de armas, la prostitución, el secuestro y la estafa. Pero es dinero sucio que debe ser blanqueado en negocios aparentemente honorables. Por eso pasa por un acordeón de empresas cuya propiedad se pierde en los paraísos fiscales. El dinero entra por una punta y vuelve debidamente invertido con apariencia de decente, blanco, muy blanco.
La policía tuvo que emplearse a fondo para rastrear este negocio del crimen organizado que empezó a bañarse con "jabón de Marbella" en vez "de Marsella". La localidad era un hermoso lugar para residir o pasar temporadas; incluso un sitio discreto donde la fama de millonarios y estrellas del "showbussines" ayudaba a enmascarar la principal actividad de los que llegan de paso: fugitivos, delincuentes internacionales, refugiados de la mafia que huyen del ajuste de cuentas.
Encontraron el lugar de su gusto, y ante ellos se abrieron posibilidades insospechadas: por ejemplo, un imparable negocio inmobiliario. De forma que los tentáculos se extendían por una punta hasta Cádiz y por la otra hasta Alicante. El beneficio iba viento en popa. Durante dos décadas nadie parecía apercibirse de que algo estaba creciendo, de forma intolerable, en el país del sol y los toros. Hasta que fue imposible mantenerlo en silencio. La traca peor fue el ladrido de pistolas con muertos inquietantes.
También jugaba la policía de otras naciones, como la francesa, más acostumbrada al "jabón de Marsella". En seguida dieron el "queo" a los agentes españoles: organizaciones de "narcos" lavaban dinero en la Costa del Sol. Era algo que se sospechaba, incluso que podría ser evidente si uno se fijaba.
Obviamente, la supuesta red internacional de blanqueo de capitales descubierta recientemente, con gran aparato de iluminación mediática, no era la primera, ni posiblemente la única, pero esta operación significa un gran avance porque nunca antes los agentes, que necesitaron ser muchos y muy bien preparados, pudieron morder un bocado tan grande.
Empezaron a salir redes del crimen organizado con ramificaciones en Estados Unidos y Canadá. La cosa era fuerte, porque este tipo de delincuencia revela una poderosa industria capaz de dotarse de toda clase de servicios. Necesitan estar asesorados, redactar documentos, crear sociedades interrelacionadas que peloteen en dinero negro y, luego, poner en funcionamiento la tintorería, para devolver los billetes sin manchas a sus "ilegítimos propietarios". Todo esto ante las narices de la gente de buena fe, que busca una segunda residencia para su retiro o unas vacaciones y no entiende por qué, de repente, se ha llenado la arena de chulos de gimnasio con bultos sospechosos bajo el sobaco.
La economía delictiva ha ido creciendo, desde años atrás, sin que hasta ahora, según nos cuentan, se le haya dado un golpe de categoría. A partir de este momento un estremecimiento ha recorrido pecheras de alpaca, despachos, bufetes, promociones y urbanizaciones. El juez y el fiscal antimafia se han empleado a fondo en un tiempo récord. No ignoran que se enfrentan a gente poderosa. Es imposible combatir si no se pisa sobre seguro. Entraron con más de medio centenar de efectivos, aunque les acusaran de utilizar "métodos antiterroristas para revisar despachos donde, excepto el director, todos los empleados son mujeres"; pero la represión del presunto delito más complejo no sólo precisa de información y sigilo, sino también de despliegue y demostración de fuerza.
Hay que abrir las bolsas de dinero negro sin contemplaciones. Y si se hallan culpables, en este negocio no importa el género: tan peligrosos son los delincuentes masculinos como los femeninos. Tampoco debe importar los estudios o la profesión. Para el fiscal Gordillo, de la Audiencia Nacional, el hecho de que se haya detenido a profesionales del ámbito del Derecho es "una muestra de que absolutamente todos estamos sujetos a la ley, seamos jueces, fiscales o abogados".
Pues que cunda el ejemplo. Paradójicamente, si se cierra la gran tintorería, Marbella estará más limpia.