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CRÓNICA NEGRA

Manifiesto contra la pederastia

Deberíamos aprender de los países de nuestro entorno. Incluso de sus fallos o defectos. Bélgica vive unas amargas jornadas por la muerte de dos niñas: Nathalie, de 10 años, y Stacy, de 7, cuyos cuerpos fueron encontrados a unos 200 metros de donde desaparecieron. Probablemente fueron estranguladas, y una de ellas, al menos, violada.

Deberíamos aprender de los países de nuestro entorno. Incluso de sus fallos o defectos. Bélgica vive unas amargas jornadas por la muerte de dos niñas: Nathalie, de 10 años, y Stacy, de 7, cuyos cuerpos fueron encontrados a unos 200 metros de donde desaparecieron. Probablemente fueron estranguladas, y una de ellas, al menos, violada.
Es más que probable que se trate de un pederasta, uno de esos individuos que aprovecha los resquicios sociales y judiciales para dar rienda a su pasión por el abuso de menores. En nuestro país existe una Ley de Menores anacrónica, polémica y criticada que no pone a salvo a los pequeños de estos peligrosos depredadores. Ha sido en un barrio degradado de Lieja, en el que –según se sabe ahora– habitan al menos diez pederastas, debidamente protegida su identidad por ley y a la vez completamente indefensos los ciudadanos, especialmente los niños, ante cualquier ataque. Ni siquiera ha servido para impedir esto la conmoción social causada por aquel ser abyecto, Marc Dutroux, que secuestraba niñas, a las que dejaba morir de hambre luego de vejarlas, humillarlas y abusar de ellas.
 
La organización Save de Children (Salvad a los Niños) tiene denunciado que más de 30.000 españoles hacen turismo sexual cada año, muchos de ellos por el goce prohibido de los menores que se ofrecen en los países con la prostitución fuera de control. Dentro del territorio nacional, y sólo en el último año y medio, 500 españoles han sido detenidos por distribuir porno infantil en internet.
 
El más guapo de los asesinos en serie, Ted Bundy, dejó dicho que la pornografía había sido uno de los grandes excitantes para sus crímenes. Es decir, que, según el gran asesino, una cosa lleva a la otra. La última operación, llamada "Nelia", ha provocado la detención de 21 individuos, entre los que se cuentan dos mujeres y tres menores. Las profesiones de los imputados son muy variadas: un profesor, un electricista, un ciclista, un empresario, una dependienta… ¿Cuál es su delito? Haberse descargado de la Red un video de diez minutos protagonizado por una joven, que se estima menor de once años, que completamente desnuda realiza actos sexuales para la cámara.
 
¿Es esto tan grave? Desde luego: revela un mal íntimo, perverso, una disposición fatal a gozar de la utilización de una persona en formación para el propio placer. Uno de los funcionarios policiales responsable de las operaciones tiene una curiosa opinión de los detenidos: "Son gente normal y corriente, que suele empezar por la pornografía de adultos y por curiosidad, porque el coleccionismo intenta buscar la rareza, acaba buscando imágenes con menores. La familia se lleva siempre una gran sorpresa, porque no saben nada…" Pues si son tan normales, ¿por qué los detienen?
 
Estamos en una época confusa, donde la tolerancia tonta se mezcla con el estalinismo. Por un lado puede comprenderse que alguien normal tenga la perversión de ver a una niña de diez años en juegos sexuales con un adulto, y por otro fulminar a un padre de familia que ha tomado una copa de más en la comunión de su sobrina.
 
Las leyes deben ser proporcionadas a la situación, humanas, respetuosas con los seres a los que quiere ordenar la conducta. Supuesto que no se da en este momento, donde hasta los funcionarios de la ley pueden pensar que no es para tanto pero se ven obligados a cumplir una dura norma, encima en un delito de moda, que tiene grandes réditos sociales: ¡otra trama de pornógrafos desarticulada! ¡Aleluya!. Tal vez se trate sólo de fuegos artificiales.
 
Es cierto que se lava la conciencia cuando se nos tranquiliza: la mayoría no irá a la cárcel. "Casi nunca tienen antecedentes. Se llevan un susto y, por lo general, lo dejan". Aparte de no ser cierto: al menos uno de los capturados ya lo fue meses antes por otro delito igual, todo vuelve a ser confuso. No se nos escapa que con esto se lucha contra la utilización de niños en repugnantes menesteres, pero ¿que garantías tenemos de que se impida verdaderamente la actividad de los pederastas?
 
Pero el caso es que sí es para tanto. La sociedad española se rige por un Código Penal que permite relaciones consentidas a los niños de 13 años, en un conjunto legal que cada vez prolonga los conceptos "menores" e "infancia" más allá, hasta salirse del cuadro. Ahora vamos a que, para determinadas cosas, serán niños hasta los 21 años. Debe de ser porque, como llevan camino de no irse de casa de los padres hasta los 40, conviene considerarlos menores hasta que peinen canas.
 
Este desorden que impide que los jóvenes adquieran responsabilidad y se adueñen de sus propias vidas a la vez que la biología lo demanda provoca grandes agujeros negros. En este disparate, a los 13 años no pueden conducir un ciclomotor pero están listos para el sexo. ¡Y queremos acabar con los pederastas!
 
Por internet circulan largas disquisiciones de los peores amantes de los niños que recuerdan que la ley española permite gozar y que los gocen desde muy jóvenes. También se pueden encontrar cartas, comunicados, chats y webs donde se destaca que si dan una puñalada o roban no serán responsables. Es la situación abonada para mirones, exhibicionistas, merodeadores y delincuentes sexuales. Mientras, todavía niños, se les impide crecer pero se les declara óptimos para hacer con su sexo lo que quieran, se persigue de forma contundente a los traficantes de fotos y vídeos de pornografía infantil.
 
Un tipo que disfruta hasta la aberración de un vídeo porno puede sufrir el delirio de hacer realidad sus peores fantasías. A Ted Bundy le pasaba, y les aseguro que era un experto. Cuando le quemaron en la silla eléctrica estaba en la fase de experimentar con el canibalismo. Una de sus últimas víctimas quedó señalada con un bocado imposible de borrar en una nalga. Alguien que colecciona porno infantil, lo que es delito tanto en su tráfico como en su simple almacenamiento, puede verse tentado a hacer realidad sus malos deseos.
 
El belga Dutroux se dedicaba a servir material para porno infantil, entre otras cosas. Y él mismo disfrutaba de los modelos. Algunos pederastas asesinos pueden salir de esa "gente tan normal" que copia archivos de sexo guarro de internet. Los últimos detenidos lo fueron en varios lugares: Madrid, Barcelona, Tarragona, Valencia, Alicante, Murcia, Cádiz, Málaga, Albacete, Oviedo, Gijón y Tenerife. Preocupante.
 
Dos consejos para terminar con el drama: dejen crecer a los pequeños y no les hagan grandes sólo para lo que interesa. Es la mejor manera de protegerlos.
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