Está bien que ya tenga sustituto, porque todo el mundo se ha percatado de que ni siquiera Rubalcaba puede ocupar tantos sillones. Un solo trasero para tres asientos.
Lo de ser vicepresidente y lo de ser candidato lo puede hacer con la calva, sin despeinarse. Nadie sabe bien cuáles son sus obligaciones, y por tanto nadie le reclama nada. Por otro lado, no viene mal un ministro de Interior del norte, acostumbrado a enfrentarse a las exigencias de la banda armada.
No es lo mismo un ministerio de diseño como el de Igualdad que el de Interior, donde la gente te pide que quites a los pesados del 15-M de la Puerta del Sol, que compres municiones para la madera, que proveas de gasóleo a los vehículos de los picoletos, que mandes agentes a patrullar, que detengas a los mafiosos, que acabes con la violencia de género, que recuperes a los desaparecidos. En fin, que trabajes.
En cuanto ponga al sustituto, ya podrá echarse a dormir: lo demás puede llevarlo como quiera, nadie le va a meter prisa en sus misiones de candidato y vicepresi. Son destinos reposados, vacíos de contenido, donde basta con una frase ingeniosa de deslenguado rapaz para cubrir el expediente.
Lo más urgente, sí, es lo del ministro de la policía, para que los sicarios no campen a sus anchas.
Ronco y Pollo eran dos de esos sicarios que Rubalcaba niega que existan, pero que fueron capturados en agosto del año pasado. Con acusaciones por cientos de trabajitos. Colombianos de buena cepa, con un idioma depurado y una forma de cumplir con el objetivo que apabulla, Ronco y Pollo eran temibles y eficaces y formaban parte de nuestra economía sumergida.
En la primera semana de este mes de junio cayó otro presuntos sicarios, Pipi. Pero, vamos, que de eso no hay en España. Pero... vamos a ver, Alfredo, ¿no sabes que ahora vienen los inmigrantes a hacer aquí los trabajos que los españoles no quieren? ¡Pues el de matar es un trabajo pringoso que se les deja a ellos! Por menos que cuesta un kilo de merluza te agujerean a un competidor.
Pipi está en la lista de los 24 más buscados de Colombia. Por su cráneo rapado se ofrecen cinco millones de pesos, dos mil euros de vellón. Un fortunón para los tiempos que corren.
Este profesional supuestamente perseguido en Colombia, Carlos Alberto Alarcón Quintero, Pipi, de 38 años, fue capturado en la Piel de Toro. Se le considera el capo de una organización de sicarios y narcos de Santiago de Cali llamada Los Candelos. Presuntamente se ofrecía para encargos fuera de casa, con disposición plena, dispuesto a viajar por cuenta del contratante.
Llevaba en la huida varios años. Huyó de Colombia en 2006, imputado por una decena de asesinatos. La policía le seguía los pasos. Ahora investiga si continuó aquí su vida de sicario.
En octubre se supo que estaba en España. El Grupo II de la Brigada Central del Crimen Organizado de la Policía Nacional lo capturó en Valencia y lo puso a disposición de la Audiencia Nacional, que tendrá que decidir sobre la extradición. Pipi no quiere ni oír hablar de volver a Colombia. Vivía tranquilamente en Valencia, para lo que se ayudaba con pequeños trapicheos.
Parecía imposible, pero los sicarios, sin solución de continuidad, se infiltran en el tejido social como si fueran topos.