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DRAGONES Y MAZMORRAS

Los adioses

Después de “muerte” y “amor”, tal vez sea “adiós” una de las palabras más utilizadas en literatura, tanto en los títulos como en el cuerpo narrativo. Solo o combinado, ese término tan expresivo entra a formar parte de una larga lista de obras.

Después de “muerte” y “amor”, tal vez sea “adiós” una de las palabras más utilizadas en literatura, tanto en los títulos como en el cuerpo narrativo. Solo o combinado, ese término tan expresivo entra a formar parte de una larga lista de obras.
Sin ir más lejos, el título mismo de esta crónica, 'Los adioses', es también el de una conocida novela de Juan Carlos Onetti. Más cerca de nosotros, Gabriel Albiac acaba de publicar un Diccionario de adioses en Seix Barral, y Jorge Semprún titula uno de sus libros Adiós, luz de verano, traducción de Javier Albiñana de Adieu vive clarté. También es traducción el título Adiós a las armas (A farewell to arms) de Hemingway, o el de Adiós, muñeca (Farewell, my lovely) de Raymond Chandler, pero ambas han tenido un amplio eco en nuestra lengua, de modo que no admitiríamos ninguna otra versión porque rompería la cadena de transmisión, ya sea erudita (citas, etcétera) o simple asociación de ideas, como ocurre con el vano intento de sustituir Le metamorfosis de Kafka por La transformación; por mucha razón que tengan los filólogos para hacerlo, a ver quién modifica tanta literatura subsidiaria. Para terminar con mi enumeración, uno de los cuentos más bonitos (y famosos) de Clarín se titula Adiós, cordera, y no creo que el título sea ajeno a su popularidad.
 
Pues bien, el otro día, cuando en Salamanca se disponían a celebrar un simulacro de guerra civil, con la Policía Municipal de un lado para proteger la integridad del Archivo y la Policía Nacional del otro, para lo contrario, y cuando después leí que la infamia se cometió de noche, y por la puerta de atrás, ¿en qué pensé? En aquel verso de Espronceda –creo que de El estudiante de Salamanca– que dice algo así como: Adiós, adiós, tu corazón perdí.
 
Y hablando de adioses, no sólo Salamanca se despide de esa manera odiosa de un Archivo que cobijó todos estos años para uso y disfrute de estudiosos e historiadores; en otro orden de cosas, como se dice, también para la revista Lateral ha llegado la hora de los adioses. Su director, Mihály Dés, se despide de sus lectores; a él también le ha podido la asfixia cultural nacional y la incuria nacionalista; seguirá con su página web (faltaría más), pero no será igual.
 
Portada de un número de LATERAL.Lateral duró once años y aportó muchas cosas, se ocupó de aspectos de la literatura que no eran los habituales por estos pagos, entre otras cosas de la traducción; de hecho, fue la única publicación no especializada (en traducción me refiero) que dio cancha a los traductores literarios, los cuales, como a su vez suelen ser escritores –frustrados o no, me da lo mismo– y además conocen el texto desde sus más profundos adentros, tienen mucho que decir al respecto. Pero eso es algo que la crítica literaria al uso ignora. Aquella sección duró poco, pero hay que reconocerle el mérito y el esfuerzo.
 
Las revistas literarias de papel, hebdomadarias o mensuales, son un anacronismo, hermoso como todo crepúsculo. Ahora la batalla literaria se libra en internet, de blog a blog, con lectores interpuestos. Revistas como Lateral, Revista de Libros, Quimera, Turia y otras por el estilo, que se alimentan de la literatura pura y dura, son, hoy por hoy, las verdaderas heroínas de la causa literaria. Algunos les reprochan vivir a golpe de subvenciones directas o indirectas (fundaciones públicas o privadas, administraciones varias, etcétera), pero no es vicio, es necesidad: no es que no tengan lectores, es que los más asiduos no son compradores ni suscriptores. Ahí está el quid del asunto, y no en otra cosa.
 
Y buscando en la página web de Lateral me he encontrado con un artículo titulado 'La holocaustomanía' que tiene, durante estas fechas, una vigencia renovada. Si pinchan y leen me entenderán, sobre todo aquellos que se disponen a asistir la semana que viene a la avalancha de actos programados al respecto.
 
Y aquí se impone una advertencia: no se les ocurra ir a la representación de Conversación con Primo Levi, en el Círculo de Bellas Artes; o, si lo hacen, vayan avisados. Contrariamente a lo que se podría pensar, este texto escrito para denunciar los horrores del Holocausto, que está basado en una entrevista que Ferdinando Camon hizo a Primo Levi en 1986, poco antes de que éste optara por suicidarse, está resultando, en manos de la compañía Metrópolis, un montaje antiisraelí, que es lo mismo que decir antisemita, tan indignante que ha motivado una protesta por parte de la comunidad judía española, a la que desde estas páginas me sumo.
 
Para entender por dónde van los tiros (nunca mejor dicho), valgan algunos de los agradecimientos que aparecen en el programa: Asociación Hispano-Palestina Jerusalem, Mohammad Bakri (autor de la película Jenin, Jenin, una de las mayores mentiras de la historia) y Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género, a la que pertenece la directora de la obra, Mercedes Lezcano. Pero de todo esto les hablaré con más detalle la semana que viene.
 
 
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