La ruta del castellano

Su Plaza Mayor, una de las más grandes de España, nos transporta a la época en que Góngora o Lope de Vega la convertían en escenario de sus obras teatrales. La colegiata de San Pedro –con bello retablo de estilo barroco y fachada herreriana–, el convento de San Blas –con el Cristo crucificado de la Escuela Castellana de Gregorio Fernández– y el convento de la Ascensión –el más antiguo de los monasterios de Lerma– son algunas de sus joyas. Sin olvidar la plaza de Santa Clara, sus casas y puentes medievales o el arco de la cárcel. Y para terminar la visita, lechazo o cordero asado de oveja churra. Luego, los amantes del golf podrán disfrutar del club de la localidad.

 

Nos trasladamos a Covarrubias, distante unos 22 kilómetros. Los restos del primer conde de Castilla descansan en la colegiata de San Cosme y San Damián, que merece una visita. Es un placer recorrer las calles de esta preciosa villa medieval, que alberga el Torreón de Doña Urraca.

 

Siguiendo las aguas del río Arlanza nos encaminamos a Sala de los Infantes, rica en yacimientos prehistóricos y que esconde importantes episodios de la historia de la vieja Castilla. Entre ellos, el paso del Cid por sus calles cuando se encaminaba al destierro. El museo local ofrece un recorrido arqueológico y paleontológico, que podemos completar acudiendo al dedicado a los dinosaurios.

 

Ya nos hemos adentrado en la Sierra de la Demanda, singular sistema montañoso en el sudeste de Burgos que constituye un verdadero espectáculo natural y turístico. Sus frondosos bosques y sus templos románicos le han hecho merecedora de la figura de Parque Natural.

 

Casi sin darnos cuenta nos hemos adentrado en La Rioja. Ya divisamos el monasterio de Valvanera, en plena montaña y situado a más de 1.000 metros de altura. Dos son las hipótesis sobre su etimología: una afirma que su nombre deriva de la expresión latina para designar un "valle de las venas de agua"; otra la empareja con "Valle del Perdón".

 

En cuanto a la fundación del monasterio, cuenta la leyenda que un hombre llamado Nuño, cuya vida se caracterizaba por el vicio, se arrepintió de su existencia y se retiró a una cueva para orar y pedir perdón. Y tuvo una revelación que le llevó a caminar por el valle en busca de la imagen de la Virgen, que encontró en la oquedad de un roble.

 

Poco a poco, con el pico Quiles –de unos 1.300 metros de altitud– vigilando nuestros pasos, nos acercamos a la cuna del castellano: San Millán de la Cogolla, con sus dos monasterios, el de Suso y el de Yuso, ambos Patrimonio de la Humanidad. Para diferenciarlos acudiremos al significado de sus nombres en latín: Suso, de sursum, que significa "arriba"; y Yuso, de deorsum, "abajo".

 

El de Suso, el más antiguo, fue construido entre los siglos VI y XI. Sus diferentes estilos arquitectónicos –visigótico, mozárabe y románico– albergan una importante colección de códices y manuscritos. Fue aquí donde, en el siglo XI, alguien anotó unas notas aclaratorias en los márgenes de unos textos latinos. Nos referimos a las Glosas Emilianenses, las más antigua escritura en castellano de que se tiene constancia.

 

El monasterio románico de Yuso, construido como ampliación del anterior, alberga un archivo y una biblioteca que contienen más de trescientos volúmenes originales, considerados los mejores de España.

 

Después de este intenso recorrido por la cuna de nuestro idioma, pondremos el punto final en Nájera, la ciudad con más historia de La Rioja. Dividida por el río Najerilla, el nombre con que fue bautizada por los árabes fue Naxara, "lugar entre dos peñas". No hay que perderse el monasterio de Santa María la Real, las cuevas y el Museo Arqueológico.