Los valles de Roncal, Salazar, Irati, Arce y Erro se suceden casi paralelos y esconden verdaderos tesoros. El primero de ellos es el más oriental. A pesar del desarrollo de los últimos años, su naturaleza es agreste y casi salvaje. Los caminos empedrados, las grandes casas de piedra y tejados de curva forman parte de un paisaje excepcional. Aunque es difícil enumerar algunos de los lugares para visitar, se puede citar Burgui, la puerta meridional del valle: el puente romano conserva sus arcos originales.
El valle del Roncal alberga los montes más altos de Navarra. Es zona de osos y jabalíes, de montañeros que buscan el contacto con la naturaleza, de pescadores de truchas y de esquiadores de fondo. De aquí procede el queso de Roncal, el primero que obtuvo una denominación de origen en España.
No hay que olvidar que aquí se escribieron importantes episodios de la historia de España. En Roncesvalles se mantienen tradiciones extraordinarias, como la de Valcarlos, una población situada entre montañas donde se cuenta jugaban al ajedrez Carlomagno y Canelón. El tablero todavía se conserva, en la Colegiata.
Roncesvalles, muy cerca de la frontera francesa, es un enclave turístico por excelencia. En la Colegiata, fundada en el siglo X, hallaron cobijo durante siglos los peregrinos del Camino de Santiago –no hay que olvidar que esta localidad es punto de partida del sendero que recorren al año miles de fieles–. Todavía hoy acoge a los peregrinos.
Merece la pena asistir al canto de las horas canónicas, visitar su museo, la capilla románica de los Peregrinos o el llamado "silo de Carlomagno", donde están enterrados los héroes de la batalla de Roncesvalles que cuenta el cantar de Roldán.
Al oeste del Roncal se abre el valle de Salazar. En sus espléndidos bosques predominan las hayas y los robles, por entre los que corretean ciervos, corzos y jabalíes.
Es un destino fantástico para los que disfrutan con las formas de vida tradicional, que perduran en pueblos como Güesa, Uscarrés, Hornos, Izal, Esparza, Ezcároz, Ochagavia o Izalzu.
Siguiendo hacia el oeste damos con el valle de Aézcoa, cubierto de bosques frondosos y torrentes. Es un valle con personalidad propia, pero el lugar que ofrece más posibilidades para disfrutar de la naturaleza es el Bosque de Irati, el mayor de Navarra.
Otro de los grandes valles pirenaicos es el de Batzán. Atravesado por el río Bidasoa, es famoso por su folklore, sus tradiciones, su gastronomía y su lengua: el euskera. Aquí, el visitante encuentra muchas oportunidades para practicar el senderismo, la bicicleta de montaña, la equitación, el rafting, el parapente y, por supuesto, los tradicionales deportes rurales vascos.
De entre todas las poblaciones batzanesas destaca Zugarramundi: en sus famosas cuevas cuenta la tradición que las brujas celebraban aquelarres. Igualmente sorprendentes resultan las grutas de Urdax, un hermoso conjunto natural de estalactitas y estalagmitas. Y en la capital del valle, Elizondo, llaman la atención las numerosas casas blasonadas y los palacios.
Dónde dormir
– La Posada de Roncesvalles. Ctra. Pamplona-Francia. Tlf: 948 76 02 25.
– Isaba. Bormapea, 51, Isaba. Tlf: 948 89 30 00.
– Hotel El Peregrino. Irundibea, s/n, Puente la Reina. Tlf: 948 340 075.
Dónde comer
– Venta de Juanpito. Puerto de Belagua, Isaba. Tlf:948 89 30 80.
– Galarza. Santiago, 15, Elizondo. Tlf: 948 58 01 01.
Más información
– Oficina de Turismo de Navarra. Plaza de San Francisco, Pamplona. Tlf: 948 220 741.