Cuenta la leyenda que el nombre de Varsovia, Warszawa, proviene de un pescador pobre, Wars, y una sirena, Sawa. Sus habitantes son hospitalarios y acogedores. Los ignorantes que dicen que es simplemente una ciudad reconstruida; no pueden imaginar la energía ideológica que quedaba bajo aquellos escombros…
Pasear por Varsovia es hacerlo por un escenario casi recién salido de una película. Pero esto no es perceptible para el turista que no se haya empapado de su historia. Durante la Segunda Guerra Mundial, la devastación alcanzó al 80% de su territorio. Las bombas alemanas redujeron a escombros y cenizas todo el legado monumental. La orgullosa fachada del Hotel Bristol todavía muestra algunos impactos de los enfrentamientos entre rusos y alemanes. Como en otras ocasiones, el remedio fue casi tan malo como la enfermedad.
Pero el espíritu de sus habitantes, con el apoyo de las comunidades polacas en el extranjero y la unión de toda la nación, hizo posible la reconstrucción en tan solo una docena de años. La fidelidad con que se llevó a cabo fue tal que hoy en día es difícil averiguar qué edificio es nuevo y cuál se salvó de la destrucción. Los preciosos detalles ornamentales del castillo, la recuperación de las iglesias y alguna que otra escultura recuperada de los almacenes dan una extraña vitalidad a todo el casco histórico.
Este enorme esfuerzo por sobrevivir y superar los malos tiempos tuvo su recompensa con la declaración de Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO.
Los contrastes arquitectónicos se dejan sentir en cada uno de los rincones. La columna dedicada a Segismundo III marca la entrada a la parte vieja. Al otro lado de la zona más turística, el Palacio de la Cultura y Ciencia habla del "glorioso" periodo comunista, cuando Stalin jugaba a la técnica de la zanahoria y el palo con un pueblo que sabía mucho de resistencia frente un poder opresor. El boom consumista, con Zara y Carrefour a la cabeza, hace más anacrónico este majestuoso edificio.
Varsovia se ha convertido en el epicentro de la cultura polaca. Sede de 18 facultades, de un sinfín de galerías de arte, de museos y de la Orquesta filarmónica, también acoge el Concurso Internacional de Piano Frederic Chopin, el Festival Internacional de Otoño de Música Contemporánea y la Reunión Internacional de Jazz.
No nos olvidamos del Gran Teatro de la Ópera y el Ballet, de estilo neoclásico, con sus 1.900 asientos, que hacen las delicias de los espectadores. Ni de los conciertos que se celebran en verano en la Catedral de San Juan.
En definitiva, Varsovia es una opción perfecta para los puentes que se avecinan.
Cómo llegar
Qué comer y qué beber
– Hay que probar algunos de los platos típicos, como la sopa de chlodnik (fría), la de barszcz (remolacha roja) y la de zurek (harina ácida con trocitos de salchicha). Tampoco hay que olvidarse de los bigos o los pierogi. Entre los vodkas destacan el Zubrówka, el Pieprzówka y Krupnik. Con respecto a la cerveza de buena calidad, se recomienda probar la Zywiec y Okocim. Y para los que no gusten de probar el alcohol, las aguas minerales Naleczowianka, Kryniczanka y Czantoria. En el "Old Town" se puede degustar de la comida tradicional, muy suavizada para los numerosos turistas.
Dónde dormir
– Hotel Le Royal Meridien Bristol. Krakowskie Przedmiescie, 42/44. Reservas desde España: 900 973344. Sin lugar a dudas, la mejor opción de alojamiento.
– Hotel Metropol (99A Marszalkowska str). Con 184 modernas habitaciones, en su salón se expone a menudo obras de arte fascinantes. Está situado en el centro de la ciudad, a 400 metros de la estación de tren central Dworzec.
– Intercontinental Warszawa (49 Emilii Plater str). Este hotel de lujo es uno de los edificios más altos de Varsovia. Dispone de 326 elegantes habitaciones y de tres magníficos restaurantes.
Alrededores
– Zelazowa Wola es el pueblo natal del famoso compositor polaco Federico Chopin, cuya casa está abierta al público.
– Pultusk ofrece buena cocina... y un castillo de finales del siglo XV.
– En Plock, con su catedral del siglo XII, se puede contemplar el Vístula desde lo alto de un monte.
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