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CHUECADILLY CIRCUS

La estrella letal

[Nota de la Redacción: Con un retraso que lamentamos y por el que pedimos disculpas a nuestros lectores y al afectado, hemos constatado que, hace ya dos años, Javier Esparza desmintió, en el blog de Pío Moa, haber militado en la extinta organización neonazi Cedade. Desde LIBERTAD DIGITAL queremos reiterar nuestras disculpas a Esparza, por los daños que las insinuaciones vertidas por Luis Margol en este artículo hayan podido causarle, así como recordar que las opiniones del periódico sólo se recogen en los comentarios editoriales].

[Nota de la Redacción: Con un retraso que lamentamos y por el que pedimos disculpas a nuestros lectores y al afectado, hemos constatado que, hace ya dos años, Javier Esparza desmintió, en el blog de Pío Moa, haber militado en la extinta organización neonazi Cedade. Desde LIBERTAD DIGITAL queremos reiterar nuestras disculpas a Esparza, por los daños que las insinuaciones vertidas por Luis Margol en este artículo hayan podido causarle, así como recordar que las opiniones del periódico sólo se recogen en los comentarios editoriales].
¿Qué tienen en común un revisionista del Holocausto, un médico negacionista, el ministro de Ética e Integridad de Uganda y un locutor de COPE? Todos creen que la homosexualidad es una enfermedad curable.

Poco importa que el primero impute a los gays el nazismo, que el tercero achaque a los judíos todos los males del mundo o que ambos consideren a Benedicto VXI un impostor. En lo fundamental están de acuerdo: la homosexualidad es una plaga que debemos eliminar de la faz de la Tierra.

El pasado mes de marzo la ciudad de Kampala acogió una singular conferencia internacional cuyo objetivo era legitimar la nueva política sexual del gobierno de aquel país, consistente en obligar a las personas condenadas por homosexualidad a someterse a terapia reparativa. Entre los invitados estrella figuraba Scott Lively, co-autor de La esvástica rosa, un libro en el que él y el rabino Kevin Abrams destapan los vínculos secretos entre el lobby gay y el movimiento hitleriano. La historia, mucho más apasionante que cualquier novela de Dan Brown, aunque bastante peor escrita, convierte la presunta homosexualidad de algunos miembros del partido nacional-socialista y de un par de neonazis contemporáneos en una tremenda conspiración orquestada por las fuerzas del mal para transformar Occidente en una dictadura fascio-mariquita.

Entre otras cosas, la investigación revela que la aplicación por parte de Hitler del artículo 175 del Código Penal alemán y el envío de homosexuales a campos de concentración, algo mucho menor e infinitamente más benigno de lo que nos han hecho creer, no fue sino un truco para acabar con sus enemigos políticos. En todo caso, la supuesta homofobia nazi fue parte de la guerra entre machos y afeminados que se libraba en la subcultura gay alemana. ¿Para cuándo la traducción de esta magna obra al castellano? 45 millones de españoles no pueden continuar ajenos a la verdad.

Junto a este peculiar representante del negacionismo a la carta, que pidió la implantación de la terapia reparativa en las escuelas públicas –ríete tú de Educación para la Ciudadanía–, el Gobierno de Uganda tuvo la amabilidad de invitar a Don Scmhmierer, miembro del comité directivo de Exodus International (como les contaré más adelante, lo de internacional no es ninguna broma), una organización cristiana fundada en 1976 con el objetivo de curar la homosexualidad, asunto que, como todos sabemos, ocupa varios capítulos del Evangelio y sobre el que Cristo habló largo y tendido. Lástima que a nadie se le ocurriera tomar nota de sus palabras. Supongo que la omisión se debió a alguna artimaña del grupo LGTB del Sanedrín.

Cualquiera que siga la trayectoria de Exodus pensará que se trata de una organización muy democrática, dada la poca continuidad de sus líderes. Lo que sucede es que la mayoría termina abandonando la organización debido a recaídas, normalmente con algún compañero de la oficina. Hace dos años tres pioneros del movimiento, entre ellos su fundador, convocaron una rueda de prensa para disculparse por el daño que su militancia había causado a miles de personas. El equivalente católico de Exodus es Courage, una asociación especialmente activa en América Latina e igualmente inestable que su hermana protestante debido a que varios de sus dirigentes fueron vistos en locales de ambiente gay, y no precisamente en labores de apostolado.

A pesar de que Exodus ha condenado públicamente la criminalización de la homosexualidad, supongo que como medida de protección para sus directivos una vez hayan satisfecho las cláusulas de sus contratos, el comportamiento de sus miembros más destacados deja la supuesta tolerancia de la organización en lo que es: una impostura diseñada para atraerse la simpatía y la cooperación de sectores conservadores y de padres preocupados. Al fin y al cabo, pocos progenitores someterían a sus hijos menores de edad a tortura, a menos que les dijeran que el método es indoloro y por el bien de la criatura, ¿verdad?

Imagino que todo esto les parecerá un fenómeno marginal limitado a cuatro freaks y un dictador bananero. Por desgracia, el movimiento ex gay también está llamando a nuestras puertas, y de qué forma.

Pocas semanas después de la celebración del aquelarre tropical, la ciudad de Londres acogió la celebración Sexo en la ciudad: redimiendo el sexo en la sociedad, unas jornadas organizadas por un grupo de anglicanos evangélicos. Allí estaba el doctor Joseph Nicolosi, dueño de una clínica californiana en la que algunos hallan la única orientación afectivo-sexual verdadera, humana y natural. El único problema es que, por alguna razón que nadie se explica, a la hora de presentar los datos y facilitar información que permita comprobar la veracidad de los resultados, las historias desaparecen o los datos de los pacientes se corresponden con personas fallecidas hace varias décadas. Encontrar algún caso de carne y hueso que confirme la labor de Nicolosi (como comprenderán, no vale decir que no me lo hago con un tío desde hace un mes) se hace más difícil que encontrar una aguja en un pajar.

La revista inglesa The Gay Times ha publicado un reportaje en el que Jesse Jameson, un reportero infiltrado en el evento, relata lo que allí sucedió. Entre llamadas a la regulación estatal de las relaciones sexuales y la prohibición del divorcio, aunque no en todos los casos, y afirmaciones como que la promiscuidad es culpa de los gays y condenas a las parejas heterosexuales que cohabitan sin casarse, Nicolosi compartía con los asistentes las claves del éxito de su método: nada de museos, mucho fútbol y donjuanismo. No sé cómo esto último podría casar con la agenda política de otros invitados, pero supongo que en este tipo de cosas la coherencia suele ser lo de menos. La parte más humorística del reportaje es sin duda la que reproduce un comentario que un asistente le hizo al periodista camuflado de pecador arrepentido: "Antes te vi y me sentí atraído por ti, pero creo que si hablamos y establecemos una conexión seré capaz de eliminar la atracción". Y si no, ya tengo ligue para esta noche. Cosas así me hacen sospechar que en Sexo en la ciudad más de uno debió de ponerse las botas. Y luego dicen que el Orgullo Gay es un festival de desenfreno.

Y por fin llegamos a España y a la cadena COPE, donde Javier Esparza, de quien se dice fue miembro del grupo nazi Cedade –que yo sepa, a fecha de hoy todavía no ha desmentido el rumor–, ha dedicado algunas noches a promocionar en su programa nocturno, La Estrella Polar, donde sus colaboradores se dedican a ensalzar la figura del general Perón y a despotricar contra el liberalismo con argumentos similares a los usados por los viejos falangistas (¿Qué es un liberal? Un anarquista con corbata), libros como Quiero dejar de ser homosexual, firmado por el doctor Nicolosi y publicado por Encuentro, y otro de la Central Catequística Salesiana en el que su autora, Marta Lozano, advierte sobre el carácter bestial de la homosexualidad. Parece ser que al día siguiente de la emisión del primer programa dedicado a la cuestión, la web de la cadena publicó una encuesta en la que invitaba a los internautas a opinar sobre el asunto. Por desgracia, alguien decidió borrarla pocas horas después. Por lo visto, la cadena SER no es la única que se dedica a suprimir contenidos incómodos de su sitio online. Espero que los programas del señor Esparza no corran la misma suerte. Por si las moscas, yo me he hecho un par de copias.

¿Son todas estas coincidencias fruto de la casualidad? Me temo que no. ¿Han visitado recientemente el señor Esparza o sus amigos Uganda? No me sorprendería. ¿Hubo representación española en la conferencia de Londres? Seguramente.

¿Cuándo tendremos el placer de contar con la presencia del doctor Nicolosi y su troupe en España? Alguien andará enredando para organizar aquí algo similar a lo de Londres, y quién sabe si parecido a lo de Kampala. Y lo peor es que alguno se sentirá compelido a publicitar el acontecimiento en nombre de la libertad de expresión y de la unidad de fuerzas contra la dictadura progre. Zerolo se frotará las manos, y no me extrañaría que el PSOE se las arreglase para patrocinar el evento a través de algún agente o testaferro. Lo mejor será la presencia de algún diputado del PP, de esos que pasaban por allí y entraron por pura curiosidad. Espero equivocarme. Tal vez algún día este párrafo sea la fuente de inspiración de alguna novela desternillante, y no una profecía. En todo caso, prevenidos quedan.


Enquire within: chuecadilly@yahoo.es
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