La estrella del turismo rural

La comarca natural de Sierra de Gata cautiva al visitante con su marcada personalidad, sus  montes graníticos que se funden con valles salpicados de olivos y frutales. Es un lugar que invita a caminar por sus estrechos senderos y a recorrer sus pueblos típicos, que conservan una bella arquitectura. El paisaje de este rincón del noroeste extremeño es rebelde y bravío, con numerosas piscinas naturales originadas por cascadas de agua, huertas y bosques.

 

Junto al costumbrismo y al respeto a lo tradicional aparece una nueva forma de entender el turismo rural cuya meca es el pueblo que da nombre a la sierra: Gata. Esta localidad, que ha sido declarada Conjunto de Interés Histórico Artístico, invita a la paz y a la serenidad. Parece que el tiempo no pasa; el arrullo del agua de las fuentes y los caños es el único rumor que acompaña nuestro paseo por sus calles. Llama la atención la Fuente del Chorro, ejemplo de arquitectura renacentista, labrada en sillería y adornada con el escudo de los Austrias.

 

Es aconsejable visitar el jardín botánico y la iglesia de San Pedro de Alcántara: su retablo mayor combina escultura de Pedro de Paz y pintura de Pedro de Córdoba. Cuenta una leyenda que este santo cargó y subió una gran cruz por todos los rincones de la sierra como penitencia.

 

De aquí se puede proseguir el camino hasta Robledillo de Gata, el pueblo más septentrional de la comarca. Vía de comunicación con Salamanca, su urbanismo es muy singular: está plagado de pasadizos, túneles, adobes rojizos, balconadas y calles angostas. Los rebaños de cabras y ovejas son los amos del lugar durante las primeras horas del día.

 

Siguiendo el curso del río Árrago se llega hasta el escenario de los amores entre Leonor de Guzmán y el rey Alfonso XI: Cadalso. No se puede dejar de visitar la iglesia de la Concepción, construida por Pedro de Ybarra, maestro mayor de la Orden de Alcántara y del Obispado de Coria.

 

Desde San Martín de Trevejo se contempla una de las mejores panorámicas de la sierra. Las calles largas y estrechas del pueblo, llamado antes San Martín de los Vinos, son conocidas como las "regateras" porque por ellas correr agua canalizada. Al dar un paseo se puede ir descubriendo las "boigas" o bodegas, donde se sirven buenos caldos. La Plaza Mayor data de 1888 y presenta una forma cuadrangular irregular, con dos pórticos en sus frentes. Además, destaca el Palacio de Ojesto, donde se guarda una importante colección arqueológica y en cuya biblioteca se encuentran ediciones muy antiguas.

 

Santibáñez el Alto es el pueblo más buscado por el visitante. Aquí se eleva el castillo más importante y antiguo (siglos IX y X) de la Sierra de Gata. El patio central hace las veces de plaza de toros durante las fiestas locales, de los Santitos.

 

La complicada orografía del terreno hace que el trazado del pueblo sea irregular y un tanto caótico. Las viviendas levantadas sobre el granito y las escaleras preparadas sobre la roca son dos de las características del lugar.

 

Residencia estival de nobles y obispos, Hoyos es el orgullo histórico de la zona. El aire aristocrático de algunos de sus edificios se siente en cada uno de sus rincones. La iglesia del Buen Varón es un ejemplo de la importancia de la arquitectura religiosa. Una de sus tres portadas ofrece la única muestra de estilo tardorrománico en Extremadura.

 

Hoyos tiene un nuevo reclamo turístico: el Italiano, un famoso cocinero que acapara la atención de los visitantes.

 

Antes de llegar a Coria se puede visitar Cilleros, presidido por la Casona Grande y la Iglesia de la Asunción, que sirve de albergue para multitud de cigüeñas. El tipismo que se respira en esta comarca, ubicada al abrigo de la Sierra de Santa Olalla, es encantador. Entre sus monumentos más destacados sobresale la Casa Grande o Palacio de Bacas, que cuenta con una puerta y una ventana para cada día del año. Cuenta la leyenda que este edificio fue construido por amor.

 

Para terminar, una mención a la gastronomía de la zona, que ofrece distintos platos basados en el cabrito, el moje de pimientos de la tierra o la ensalada de limones. Aunque los platos estrella son los derivados de la matanza y las verduras. Por lo que hace a los vinos, los más destacados son los de Cilleros o Descargamaría, donde hay una pequeña producción muy artesanal y de fuerte graduación.