Cada año, la gripe afecta a más de 3 millones de españoles y se cobra la vida de unos 3.000. Hasta hoy, el único arma contra el virus gripal es la prevención mediante la inmunización. Las vacunas contra la gripe protegen contra variantes de los virus que los expertos estiman serán especialmente activas en una estación concreta. Desde los años 40, los expertos recogen muestras del agente viral en 110 puntos de vigilancia repartidos por todo el planeta, y la Organización Mundial de la Salud elige en febrero tres cepas que presumiblemente provocarán la mayor parte de los procesos gripales de la siguiente estación. Con este trío microbiano se elaboran las vacunas que se repartirán entre la población... y que de nada servirían ante las variantes del virus con las que nadie contaba.
Un informe publicado en el último número de la revista The New England Journal of Medicine revela que no estamos preparados para reaccionar ante el ataque de un virus mutante de la gripe, que podría segar la vida de cientos de millones de personas en todo el planeta antes de que los laboratorios dieran con la vacuna para combatirlo. No sería la primera vez que este microbio protagonizara una tragedia de tal calibre: en los últimos 300 años el llamado virus de la gripe A ha causado una decena de pandemias, esto es, epidemias mundiales. La peor que se recuerda fue la de 1918, que según un reciente estudio pudo matar de 50 a 100 millones de humanos.
Al desastre, que fue protagonizado por el virus de la gripe española, o subtipo H1N1, siguieron una epidemia de gripe asiática (1957), la gripe de Hong Kong (1968) y la gripe rusa (1997). Y la de 1830 a 1832 pudo ser igualmente mortífera, aunque el número de bajas fue muy inferior porque la población mundial también era menor. "Hoy, con una población de 6.500 millones, más de tres veces superior a la de 1918, incluso una pandemia poco severa podría matar a millones de personas", dice en The New England el doctor Michael T. Osterholm, director del Centro Investigación y Política para las Enfermedades Infecciosas de EEUU.
Osterholm asegura que los expertos en gripe reconocen que es inevitable la aparición de una nueva pandemia. ¿Para cuándo? ¿Dónde surgirá? ¿Será tan virulenta como la de 1918 o, por el contrario, vendrá protagonizada por un virus mutante mucho más indomable? ¿Quizás la desencadene el diabólico H5N1, que en la actualidad circula por Asia? Recordemos que en 1997 esta última cepa mató a seis personas.
El virus pasó directamente de las aves al hombre, pero para nuestra fortuna fue incapaz de transmitirse entre humanos. Pero si hubiera tenido tiempo suficiente para reorganizar o mutar su material genético y adquirir la capacidad de pasar de una persona a otra nadie sabe qué habría ocurrido. Si el hipotético H5N1 asesino se comportase igual que el H1N1 de 1918, las estimaciones más optimistas cifran las bajas en ¡360 millones!
El doctor Osterholm advierte de que tenemos que prepararnos para lo peor. Para ello, los científicos tienen que invertir un esfuerzo mayor en conocer la ecología y la biología de los virus gripales. El reciente incidente de Hong Kong ha avivado el interés por estudiar la naturaleza de la denominada "barrera entre especies", que impide que muchas cepas de la gripe que se diseminan entre las aves pasen a otras especies animales. Si se conociera mejor cómo funciona ese muro natural podrían sellarse los huecos por donde se cuelan cepas de la gripe animal al ser humano.
Del mismo modo, urge el desarrollo de una innovadora tecnología de cultivo celular que reemplace la actual producción de vacunas, basada en el empleo de huevos de pollo. En efecto, para obtener las 350 millones de dosis que se reparten por el mundo entero los laboratorios necesitan infectar más de 350 millones de huevos con las cepas elegidas. Otro factor limitante es el tiempo: la obtención del preparado inmunológico requiere seis meses.
La tecnología actual permite fabricar 1.000 millones de dosis monovalentes, una cifra insuficiente para prevenir una pandemia: para conseguir la inmunización hay que inyectar dos dosis por paciente, lo que significa que sólo pueden ser vacunados unos 500 millones de personas, el 14% de la población mundial. Si mañana una cepa gripal cogiera con el paso cambiado a las autoridades sanitarias, éstas poco podrían hacer para frenarla. En principio, cerrarían a cal y canto las fronteras de los países inicialmente afectados y rezarían para que la vacuna estuviera lista lo antes posible. Pero, seguramente, el virus tendría tiempo suficiente para burlar las barreras y extenderse a sus anchas por el globo terráqueo con la hoz y la guadaña.
Los hospitales, los servicios de emergencia, las ONG y el voluntariado de los países industrializados no están capacitados para hacerse con las riendas de una eventual pandemia de gripe española, dice el doctor Osterholm. Por ejemplo, en Estados Unidos se cuenta con 105.000 equipos de ventilación mecánica, de los que unos 80.000 están siendo utilizados constantemente para el tratamiento de pacientes con problemas respiratorios. Y durante la época de la gripe la demanda supera los 100.000. "En una pandemia, la mayoría de los pacientes que precisara ventilación mecánica no podría acceder a ella", comenta este especialista.
La industria farmacéutica tampoco podría reaccionar ante la mayor demanda de antigripales, como la amantidina y la rimantadina, máscaras de protección respiratoria y antibióticos para tratar las infecciones secundarias que acompañan a la gripe.