Uno de los eventos más interesantes del Orgullo de este año será la jornada organizada por el Grupo Gay del Instituto de Empresa. El seminario se titula Gay & Lesbian Internacional Business Forum, y entre sus objetivos figura "alentar las oportunidades de marketing dentro del colectivo". Como no podía ser menos, el victimismo y el anticlericalismo son parte importante de la convocatoria. Ya saben, el típico "la presencia religiosa del Opus Dei en el IESE les hará difícil aceptar las nuevas realidades sociales, pero no debería ser así". Hombre, el mismo hecho de que el seminario se celebre desmiente el comentario. Sin embargo, como buen zerolista de pro, Jesús Encinar, modélico empresario gay comprometido con todas las causas que merecen la pena en este mundo, no podría permitir que la realidad le fastidiase un bonito discurso progresista.
Jesús es uno de los fundadores de Idealista, una página de información inmobiliaria caracterizada por la defensa numantina de la teoría del "aterrizaje suave" de la ministra de Vivienda y que en los últimos tiempos se ha visto envuelta en cierta polémica con economistas y empresarios del sector, que exigen más rigor y menos portavocía informal del Gobierno de ZetaP. Huelga decir que Encinar es amigo de Zerolo y que mantiene unas excelentes relaciones con Caixa Catalunya, regentada en la actualidad por Narcís Serra, miembro margoliano del PSC.
Pero no todo ha sido buenismo y alterne con la beautiful people del puño y la rosa en la historia de Idealista. Jesús Encinar tuvo que sufrir la tragedia de la repentina e inexplicada muerte de Iñaki Guerrero, colaborador de la empresa y próximo a Miquel Iceta, también miembro rosa del PSC y encargado de finanzas del partido. Las malas lenguas cuentan que Guerrero falleció tras una juerga con un amigo bisexual de Iceta, algo que no deja de ser un cotilleo, claro.
Sin embargo, lo cierto es que la pérdida de Iñaki tuvo un cierto sabor de "no hay mal que por bien no venga" en medio de la controversia política surgida en Cataluña por el asunto de la presunta financiación atípica de los partidos de esa región. Por esas mismas fechas fallecieron también el filesero Carlos Navarro y algún hombre relacionado con las cuentas de CiU. Los mal pensados podrían hallar en todo esto ecos de la Italia meridional o la Francia de Mitterrand. Nada más lejos de mi intención, que consiste en señalar lo duro que es el mundo de la empresa y los riesgos que los emprendedores de nuestra nación de naciones afrontan cada día. Seguro que Jesús Encinar les hablará de esto y de mucho más. Yo que ustedes no me perdería su seminario por nada del mundo.
Y hablando de muertes, esta vez inoportunas, el domingo 17 tuvo lugar la descarnación del divino Gianfranco Ferre, considerado por muchos un "arquitecto de la moda" –Nacho Montes dixit– . Entre muchos otros méritos, a Gianfranco le cabe haber dignificado la camiseta, niqui o T-Shirt hasta dotarla de un glamour desconocido hasta entonces. Sus cosidos, bordados y pedrerías, ideales para la cuarentona moderna, el metrosexual veinteañero e incluso el Margol adolescente –si yo les contara…–, pasarán a la historia como una de las más valiosas y elegantes contribuciones a la cultura pop. Su línea Ferre Jeans está destinada a convertirse en uno de los objetos más preciados en cualquier subasta vintage del futuro. Así que cuidado con tirar estas prendas o donarlas a cualquier iniciativa caritativa gestionada por idea-listas.
Y hablando de los 80 y del revival que nos invade, tengo que recomendarles la enésima versión del mítico "Quiero ser santa" de Parálisis Permanente, una deliciosa travesura con la que muchos católicos, por no decir todos los evangelistas, estarán completamente de acuerdo. Esta vez son los fantásticos Digital 21 quienes aportan su granito de arena a esta joya de la crítica a los excesos de la beatería nacional (la católica; sobre la progre se han hecho magníficos libros, pero imágenes pocas, excepto alguna cosa del Grupo Risa).
No puedo dejarles sin una referencia a mi revista de cabecera, donde el historiador Simon Montefiore relata lo que según él es lo mejor de la era Blair, las bodas gay inglesas –en realidad no se llaman así, pero no parece que a los británicos les haya importado mucho ese régimen de "apartheid sexual" que tanto escandaliza a los mariprogres ibéricos–. En esta ocasión, los contrayentes fueron Tom Koning Oppenheimer y Adam Beaumont Brown, dos grandes de la moda inglesa, cuya unión ha sobrevivido a todos los peligros que encierra el negocio –no tan arriesgado como el inmobiliario y el partidista en Cataluña, cierto, pero tampoco un juego de niños–. Mis intentos por proporcionarles una instantánea del evento han resultado infructuosos, así que espero se conformen con unos fragmentos de la crónica de Montefiore:
Para empezar, todos eran más guapos, estaban en mejor forma y olían mejor [que en una boda hetero] (…) Los discursos hilarantes, atrevidos y descaradamente impertinentes (…) La exuberancia camp liberaba el heterosexismo anglo y convertía al más arrítmico, patán y soso en el ero-discotequero más dionisíaco. Ojalá todas las bodas hetero pudieran gayficarse de alguna manera.
Y ni una sola mención a la época Aznar, la derecha extrema y el trío de las Azores. Está visto que con los ingleses no se puede contar para nada. A ver si ZetaP envía un nuevo embajador a la corte de San Jaime, esa cabeza de puente del Imperio del Mal en Europa, para que insufle un poco de espíritu revolucionario y republicano a esa panda de fascistas. Con eso y una pizca de marketing à la Encinar, seguro que todo en aquellas islas marcharía mejor. ¿Alguno se apunta?
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