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CRÓNICA NEGRA

Gruperos: peligro de muerte

En unos días, dos cantantes mejicanos que cantaban al narcotráfico, la frontera y la inmigración, o sea dos gruperos, han sido cruelmente asesinados. La primera víctima se llamaba Zayda Peña, la Dama del Sentimiento; la segunda, Sergio Gómez, del grupo K-Paz de la Sierra: su cadáver apareció en una cuneta con los genitales quemados y el cuello roto. Zayda y Sergio han sido finiquitados por unos tipos a los que no les gustaban sus canciones.

En unos días, dos cantantes mejicanos que cantaban al narcotráfico, la frontera y la inmigración, o sea dos gruperos, han sido cruelmente asesinados. La primera víctima se llamaba Zayda Peña, la Dama del Sentimiento; la segunda, Sergio Gómez, del grupo K-Paz de la Sierra: su cadáver apareció en una cuneta con los genitales quemados y el cuello roto. Zayda y Sergio han sido finiquitados por unos tipos a los que no les gustaban sus canciones.
Zayda Peña.
No estamos ante un fenómeno nuevo. De hecho, el considerado creador del narcocorrido, Chalina Sánchez, fue asesinado ya en 1992, y en los últimos dos años han sido varios los cantantes ultimados: por ejemplo, Trigo Figueroa, al que en agosto de 2006 descerrajaron un tiro en la nuca durante un concierto de su padre, Joan Sebastián, en el condado de Hidalgo, al sur de Tejas; o Valentín Elizalde, el Gallo de Oro, que fue baleado en Reynosa, Tamaulipas, en noviembre del mismo año.
 
El motivo de ese último crimen parece estar más claro, pues se produjo inmediatamente después de que El Gallo terminase de cantar "A mis enemigos", una canción supuestamente dedicada a los rivales de uno de los grandes cárteles de la droga. Al parecer, esa zona está bajo control del Cártel del Golfo, que, por otra parte, podría estar librando una batalla por el poder con el de Sinaloa.
 
Zayda Peña, de 28 años, voz del grupo Los Culpables, fue tiroteada en el motel Mónaco de su ciudad natal, Matamoros, también situada en el estado de Tamaulipas. Zayda recibió un disparo por la espalda que le salió por la barbilla. En el confuso incidente resultó muerta su asistenta, Bertha González, y un empleado del hotel, Leonardo Sánchez. Zayda, intérprete de canciones como "La pena que yo siento" y "Amor ilegal", fue trasladada urgentemente, y todavía con vida, al hospital Pumarejo.
 
El criminal siguió a Zayda, que versionó con éxito el tema "Tiro de gracia", hasta la Unidad de Cuidados Intensivos y volvió a dispararle; dos veces y en el rostro, lo que machucó sus ojos de miel, su óvalo de hembra bragada y su boca picante como una ortiga. Dicen que el sospechoso era un compañero sentimental de la asistenta, y que actuó por un asunto de amores. Aunque esto es sólo para quien quiera creérselo.
 
Méjico, el país de los machos, cuatro días más tarde recibía la noticia de la desaparición de Sergio Gómez: la furgoneta en que viajaba con sus compañeros de grupo, tras haber actuado ante miles de personas en Morelia, había sido interceptada. El secuestro tuvo lugar el sábado; el cadáver de Sergio apareció el lunes, en la cuneta de una carretera del estado de Michoacán.
 
Sergio había recibido con anterioridad amenazas telefónicas. Las quemaduras que presentaban sus genitales podrían apuntar a un asunto de amores –otra vez–, pero llueve sobre mojado. Son muchos los juglares mejicanos que hablan de amor y narcotráfico, de venganza y drogas, que acaban regando con su sangre las carreteras o los hospitales del país. Por cierto, estos juglares tienen en los narcos a sus máximos admiradores.
 
Algunos han tenido suerte, como Lupillo Rivera, que escapó por los pelos de un atentado en la ciudad de Guadalajara: le dedicaron una verdadera balacera a la salida de un restaurante. Javier Morales, cantante de Los Implacables del Norte, tuvo menos suerte y se quedó pajarito después de una lluvia de balas que le llegó en Huétamo, Michoacán, desde un coche en marcha.
 
Hay quien, en la parte dura del negocio, bromea con las muertes de Zayda ("Cantaba tan mal que merecía el plomo") y Sergio ("Estaba advertido y no hacía caso"), pero en sus cádaveres hay olor a pólvora, sexo y miedo. Ellos cumplieron hasta el final su compromiso con la masa de seguidores y entonaron su copla, dejando atrás los temores y amenazas. Ser figura y notario de la actualidad conlleva las iras de quien se siente retratado, y quizá traicionado.
 
Quien no ha estado en Méjico no puede darse cuenta de hasta qué punto son pareja de hecho canción y violencia. Esta nueva oleada nos llega de los felices 70, que convirtieron a los artistas del contrabando en modernos Robin Hood. Las canciones de los gruperos son un trasunto contemporáneo de los pliegos de cordel, y loan a los bandidos que conquistan el corazón de quienes no saben leer y no pueden, por tanto, seguir sus andanzas por la prensa. Los jóvenes son empujados de cabeza al narcotráfico, donde les espera una vida de dinero rápido, majeza y grandes emociones. El narcocorrido es la imprescindible banda sonora de innumerables historias.
 
Post scriptum: En el momento de enviar este artículo, me entero de que ha caído un tercer grupero: José Luis Aquino, del grupo Los Condes, cuyo cadáver ha sido encontrado en el municipio de Etla (Oaxaca) atado de pies y manos y con una bolsa de nylon en la cabeza.
 
 
FRANCISCO PÉREZ ABELLÁN, presentador del programa de LIBERTAD DIGITAL TV CASO ABIERTO.
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