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VUESTRO SEXO, HIJOS MÍOS

Furcias contra asesinos

Amados copulantes: Seguramente pensáis que es muy reaccionario que los chicos vayan adonde les lleva su pene y, en cambio, las chicas se hagan las estrechas. No es justo, no es moderno, no es democrático. ¿No resulta algo hipócrita reprimirse siendo tan sexy? Al fin y al cabo, nuestras parientas más cercanas, las señoras de Chimpancé, sin ir más lejos, no disimulan y tienen más tiros que la bandera del Tercio.

Amados copulantes: Seguramente pensáis que es muy reaccionario que los chicos vayan adonde les lleva su pene y, en cambio, las chicas se hagan las estrechas. No es justo, no es moderno, no es democrático. ¿No resulta algo hipócrita reprimirse siendo tan sexy? Al fin y al cabo, nuestras parientas más cercanas, las señoras de Chimpancé, sin ir más lejos, no disimulan y tienen más tiros que la bandera del Tercio.
Bueno, os tengo dicho que, en principio, la promiscuidad no es una estrategia propia del sexo femenino sino del masculino. Si lo pensáis bien, una hembra puede tener el mismo número de hijos si es montada toda su vida por un solo macho, sano y fértil, que responda a sus demandas sexuales en cada celo, o si es montada por la mitad masculina de su especie. La prioridad de la hembra que no va a tener una pareja colaboradora es montárselo con el mejor ejemplar y obtener los mejores genes para su hijo. Si se pone a regalar sexo a tontas y a locas y es gafe, a lo peor resulta vencedor el espermatozoide del macho más plasta. Para las hembras, no hay más sexo cuando se les acaba el celo y quedan preñadas. Tienen otras prioridades. En cambio, el macho ya le ha echado el ojo a otra, y tiene mucho que ganar siendo promiscuo. Pensad, por ejemplo, en los machos competidores que forman harenes: un solo sultán puede ser el padre de todas las crías de la manada.

Si la promiscuidad no es una buena estrategia para las chicas, ¿por qué la naturaleza presionó a las hembras de algunas especies hacia la generosidad sexual? Bueno, es que las promiscuas suelen tener buenas razones para serlo.

En las especies en que los machos solo contribuyen con un espermatozoide, la demanda sexual masculina es muy superior a la oferta femenina. Los machos son el sexo barato y abundante y las hembras el sexo caro y escaso. Por otro lado, la estrategia de gran inversión restringe muchísimo la disponibilidad sexual de las hembras, que siempre están embarazadas o criando. Como los machos necesitan desesperadamente un óvulo para enviar sus genes al futuro, consideran a las hembras, independientemente de su número, un recurso escaso y valioso, luchan por tener acceso a ellas e intentan acumularlas. Eso es algo que los mantiene siempre en pie de guerra y corriendo de una hembra a otra. El que copula con más hembras tiene más hijos, así que la infidelidad es una estrategia masculina que ha sido premiada por la evolución.

Pero es que, encima, los machos juegan sucio; es triste decirlo: existe una presión evolutiva sobre ellos, no sólo para que sean infieles, también para que rechacen las camadas que no son suyas. Así que, en muchas especies, los machos oportunistas no dudan en matar a los hijos de sus rivales para que las hembras entren en celo y así dar prioridad a sus propios genes. La selección natural penaliza a los cornudos y a los crédulos que toman por hijos propios los que son de otro, y favorece a los que matan a cualquier cría ajena para aparearse con la madre. Hay infanticidas entre los peces, las aves, los mamíferos y, sobre todo, los primates. En algunas especies de ratones, los machos son capaces de segregar un líquido para hacer abortar a una hembra si el feto que lleva no es hijo suyo. Las pobres osas paren mientras hibernan para proteger a sus oseznos, y se me corta la digestión cada vez que veo en los documentales de la tele a un león matando cachorros: si hay un infierno de leones, que el diablo los lleve.

Un langur.Recordad que ya os advertí que los sexos no colaboran para conseguir el bien de una especie, sino que son los individuos los que buscan el suyo propio. Así pues, hay que aceptar que las especies sobreviven mientras las conductas egoístas de unos individuos se equilibran y contrarrestan con las conductas altruistas de otros. Recordad esto bien, porque los humanos somos una especie más.

Volviendo a los machos infanticidas, os diré que, afortunadamente, no siempre vencen. Desde luego, tener un padre oficial, como sucede en las especies monógamas, es bueno para las crías. Pero, además, en algunas especies, las hembras han desarrollado sus propios trucos con objeto de contrarrestar este efecto perverso y proteger su gran inversión. Para ello no dudan en utilizar la mentira y la promiscuidad. En presencia de un macho peligroso, las hembras son capaces de simular un falso celo para hacerle creer que no es necesario matar el bebé que están criando. Una hembra langur preñada cuyo compañero acaba de ser asesinado puede presentar un falso celo y mostrarse receptiva con objeto de hacer creer al macho languricida que el bebé, cuando nazca, será suyo y no del finado. Los langures todavía no saben echar cuentas.

Esta mentira es frecuente entre las hembras de monos y simios, pero también en nuestra especie las mujeres han buscado desesperadamente, con las mismas mentiras que las monas, la forma de hacer creer a un hombre que el bebé que va a nacer es suyo cuando el auténtico progenitor se fue a por tabaco y si te he visto, no me acuerdo.

El infanticidio no ha sido raro entre los humanos. Si habéis leído El inocente, de Gabriel D'Annunzio, o habéis visto la película de Visconti del mismo título, comprenderéis a lo que me refiero. Hace poco leí en el periódico que los niños menores de dos años corren un serio peligro de sufrir malos tratos o morir a manos de los nuevos compañeros de sus madres.

La promiscuidad es la forma en que muchas hembras protegen su gran inversión y neutralizan a los machos agresivos. No es raro que una hembra chimpancé en celo copule hasta sesenta veces el mismo día con doce machos diferentes, hasta dejarlos aburridos y agotados. La idea es que, cuando llega el bebé, todos ellos son padres potenciales. Un macho infanticida sólo tiene ventaja sobre los demás si es capaz de distinguir sus propios hijos de los ajenos. En caso contrario, podría eliminar sus propios genes.

Y os digo una cosa: que por mí, como si se la pica un pollo. A veces, la mentira y la concupiscencia pueden cargarse una sociedad y otras, salvar una especie.
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