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NAMIBIA

Fuerza natural con sabor colonial

El pasado colonial se deja sentir en cada rincón de Namibia. Los esfuerzos por lograr la independencia dieron resultado en los años 90, y desde entonces se intenta reivindicar el carácter propio del país.

El pasado colonial se deja sentir en cada rincón de Namibia. Los esfuerzos por lograr la independencia dieron resultado en los años 90, y desde entonces se intenta reivindicar el carácter propio del país.
Esta duna del Naukluft Park tiene 150 metros de altura.
Primero nos tenemos que ubicar. Namibia limita con Angola, Zambia, Suráfrica, Botswana y el Océano Atlántico. La mayor parte del país es una meseta, que registra 2.606 metros en su pico más alto: el monte Brandberg.
 
La historia de Namibia es un resumen de sucesivas colonizaciones, que en ocasiones no aportaron nada bueno a la región. Los primeros europeos que llegaron a la zona fueron los navegantes portugueses, en 1486. Ni éstos ni los que vinieron después se quedaron en Namibia, por el temor que les producía el inmenso desierto: el de Kalahari. Todo cambió cuando descubrieron las cantidades de guano que había en el país.
 
A finales del siglo XIX se creó un Protectorado Alemán del Sudeste de África. El rastro de sangre y el desprecio hacia la población autóctona hizo que estallara la primera guerra colonial. La huella germana convertiría esta colonia en un espejo internacional de la Vieja Europa. A partir de aquí, y sobre todo a raíz del descubrimiento de diamantes, las tropas surafricanas ocuparon Namibia. Sería en 1990 cuando el país alcanzó la independencia, gracias a la organización South West African People’s Organization.
 
Hoy, el turista queda un tanto ajeno al pasado. La capital, Windhoek, tiene aires de gran ciudad. Con cierto aire de modernidad, respira un toque alemán, y alberga edificios altos que se dibujan sobre las colinas.
 
Se recomienda visitar el Museo Estatal, una fortaleza blanca, el edificio más antiguo de Namibia. En el llamado "Parque del Zoo", el Parque de Verwoerd, hay meteoritos antiguos. Si se buscan buenas fotos panorámicas lo mejor es ir al Paseo Hofmeyer. Y, para sumergirnos en las costumbres locales, el mercadillo callejero de la Avenida de la Independencia, que tiene lugar el primer y tercer sábado de cada mes.
 
A unos 24 kilómetros de Windhoek se encuentra el Parque de Animales Daan Viljoen, donde se dan cita antílopes, cebras, mandriles, avestruces y unas 200 especies diferentes de aves. Muy cerca, el Gross Barmen, el puerto más popular de Namibia, donde hay un balneario famoso por la calidad de sus aguas termales. Similar a uno que tiene la ciudad de Rehoboth: el de Reho.
 
La Kirch Strasse de Lüderitz.Las canteras de mármol y las piedras preciosas son el atractivo de Karibib. Y si lo que se busca es pasear un bosque petrificado, con árboles fosilizados de 30 metros de altura y 200 millones de años, hay que acudir a Damaraland.
 
En el norte destaca la ciudad de Grootfontein, con su arquitectura de piedra caliza, sus avenidas de jacarandos y el Parque del Árbol, con especies de todo el mundo. Caprivi y Kavango son regiones de interés natural, las zonas más verdes y húmedas del país. Aquí se tiene la sensación del África de verdad. Grandes manadas de elefantes, reductos olvidados de acceso casi imposible.
 
El Parque Nacional de Etosha es de visita obligada: los amantes del birdwatching disfrutarán de sus más de 300 especies de aves. Los espejismos que el agua de Etosha Pan –Lugar de Agua Seca, que fue antiguamente un lago– requieren tiempo y calma, así como la contemplación de los animales que aquí habitan: cebras, ñues, leones y leopardos...
 
Vayamos ahora al sur, a la región de Namib. Lüderitz, en la Costa del Desierto, se podría calificar de villa alemana. Esta reliquia colonial, situada en un lugar inhóspito, sólo se puede entender por el empeño de los colonos alemanes. No nos sorprende que aquí se elabore la mejor cerveza de estilo bávaro de toda África. Curiosamente, en algunos bares se oye hablar gallego. La huella de Pescanova se nota en toda la zona. En la pesca, en el fútbol y entre la gente local, España es algo cercano.
 
Todo lo contrario sucede en el desierto del Namib. Aquí la nada se convierte en belleza. Cañones, macizos montañosos, nieblas naturales y las dunas rojas lo convierten en un lugar único en el mundo, donde se puede escuchar y disfrutar del silencio.
 
Los aventureros pueden acudir al Fish River Canyon. Este conjunto de gargantas que el agua ha ido abriendo a lo largo de los siglos está considerado una de las maravillas naturales de África. Alejado del turismo de masas, su recorrido a pie es uno de los trekkings más duros del continente. Eso sí, se recomienda no hacerlo en verano, cuando la temperatura supera los 60 grados...
 
 
Cómo llegar
– Lufthansa tiene vuelos entre Frankfurt y Windhoek. Entre Johannesburgo, Ciudad del Cabo y Windhoek, South Africa Airways (SAA) ofrece vuelos diarios. Asimismo, existen vuelos entre Windhoek y Harare (Zimbabwe), Lusaka (Zambia) y Gaborone (Botswana).
 
Dónde dormir
Country Club Resort and Casino. 30777 Pioners Park, Windhoek. Tlf: 00 264 61252797. Tiene un campo de golf con 18 hoyos. Muy moderno (inaugurado en 1995), con habitaciones desde 150 euros la noche.
– Karos Lodge. 6900 Ausspanplatz, Sossusvlei. Tlf: 00 264 61236880. En el desierto del Namib. La noche cuesta 630 euros.
Okonjima. 793 Otjiwarongo. Tlf: 00 264 67 304 563. En el Parque de Etosha. La habitación doble cuesta 350 euros. Este lodge ha salido en numerosas ocasiones en reportajes de Discovery Channel.
 
Qué comer
– La gastronomía namibia ha heredado de los alemanes los buenos fiambres, la variedad de panes, una excelente repostería y hasta la cerveza. Hay buenas carnes de caza, como el gemsbok, el kudu y el springbok. También son típicos los filetes de avestruz, ternera y cordero. En la costa se sirven suculentas langostas, ostras y diferentes tipos de pescado. Para quitar la sed se recomienda beber agua embotellada.
 
Qué comprar
– Lo típico es la artesanía, sobre todo esculturas de madera tallada, máscaras, muñecas vestidas con trajes herero... También son típicas las alfombras realizadas con pieles de animales salvajes, llamadas karosses.
 
Cómo moverse
– La red ferroviaria entre las ciudades es bastante buena, aunque los trenes son lentos. Las líneas de autobuses son limitadas, y los taxis suelen ser muy caros.
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