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CRÓNICA NEGRA

Febrero negro

A pesar de la enorme cantidad de recursos económicos, de los institutos, concejalías y observatorios a ella dedicados, la llamada violencia de género no sólo no disminuye, sino que parece aumentar. En los dos primeros meses del año, al menos 14 mujeres han muerto a manos de sus parejas, y se han producido hechos de una crueldad nunca vista. Ha pasado a ser poco menos que frecuente quemar vivas a las mujeres, atropellarlas varias veces o acuchillarlas con saña.

A pesar de la enorme cantidad de recursos económicos, de los institutos, concejalías y observatorios a ella dedicados, la llamada violencia de género no sólo no disminuye, sino que parece aumentar. En los dos primeros meses del año, al menos 14 mujeres han muerto a manos de sus parejas, y se han producido hechos de una crueldad nunca vista. Ha pasado a ser poco menos que frecuente quemar vivas a las mujeres, atropellarlas varias veces o acuchillarlas con saña.
La ley de 2004 no parece ser eficaz para poner fin a la carnicería. ¿Es posible, además, que haya provocado situaciones de injusticia con su denunciado desequilibrio, que, en contra de lo buscado, favorece la violencia?
 
Los brotes incontrolables de ira en el hogar se producen en cualquier esquina del mundo; no son, por supuesto, un mal exclusivo de nuestro país. Mientras se acumulan las muertes de mujeres en España, en Bélgica una madre ha degollado a sus cinco hijos. Es el mismo tipo de violencia: la del fuerte contra el débil, aunque cuando la víctima es un niño se ve con mayor claridad.
 
En Segovia, una niña de diez años ha sido acuchillada quince veces; el presunto autor, su padre. Al parecer, a la criatura no le gustaba que éste, una vez separado de la madre, fuera a despedirla todos los días a la parada del autobús escolar. En Porriño (Pontevedra) nos encontramos con que un joven de 23 años es el presunto autor del estrangulamiento de su novia, de 25. Este febrero negro se ha saldado con tres muertes en Galicia.
 
Sigamos en Porriño. Quienes conocían a la víctima, Carmen, de procedencia boliviana, se atreven a afirmar que sufría malos tratos, golpes y humillaciones. También que, tras cada crisis, se quedaba encerrada en casa; luego salía como si tal cosa. En este caso no hay denuncias ni órdenes de alejamiento. De hecho, sólo tres de cada diez mujeres maltratadas solicitan protección.
 
¿Qué se debe hacer ante esto? Quizá lo más efectivo sea examinar caso por caso la violencia doméstica, estudiar a los agresores y saber por qué actúan como lo hacen. Nos falta, como siempre, un catálogo de maltratadotes, con sus particularidades y modus operandi. Algo que nos dé pie a desentrañar el porqué de tanta muerte.
 
Los políticos no suelen pararse a examinar a fondo lo ocurrido; son más de tomar decisiones que pueden resultar precipitadas o contraproducentes. Pensemos, por ejemplo, en la Ley del Menor, obsoleta, inadecuada y con agujeros, de los que se aprovechan las bandas de delincuentes; o en la propia Ley de Violencia de Género, que, cuando se la estudia al microscopio, se revela llena de fallos, agravios comparativos y desequilibrios, y que se halla recurrida ante el Tribunal Constitucional.
 
Entre tanto, siguen produciéndose los crímenes, perpetrados por individuos capaces de proveerse de armas blancas o disolvente y arremeter contra sus víctimas sin miedo a las consecuencias. Probablemente lo hacen porque no están suficientemente informados. Además de las campañas de anuncios que hablan de la violencia contra la mujer, las Administraciones deberían impulsar un cambio de mentalidad, tal vez con unas pocas razones, pero convincentes. Por ejemplo, éstas:
 
1) El honor de los hombres no se encuentra entre las piernas de las mujeres; ni al revés.
 
2) Los hombres no son dueños de las mujeres; ni ellas de los hombres.
 
3) Cualquier pareja que se haya puesto de acuerdo para yacer juntos y tener hijos debe ser obligada por ley a hacer todo aquello que favorezca el cuidado de los niños. Los pequeños tienen derecho a contar con su padre y con su madre; y ninguno de los progenitores debe arrogarse un papel excluyente.
 
La violencia del varón contra la mujer es mucho mayor que la de la mujer contra el varón. Es un hecho comprobado. Como lo es que muchos maltratadotes tienen cómplices entre determinadas mujeres que les rodean, y que vienen a decir algo así: "Demasiado bien la tratas, para lo que te hace". El varón debe aprender que no es quién para imponer su voluntad por la violencia, que dar muerte a la que fue su pareja no es ninguna misión galáctica que le deparará un descanso justo y que la ley caerá sobre él con toda contundencia si se convierte en un delincuente. Y todo maltratador es un delincuente.
 
No se oye mucho en las tertulias hablar de estas cosas que hacen daño en las familias. Lo normal es dar la razón a colectivos poderosos que han impuesto una manera de atajar el problema que se revela insuficiente e injusta. Por todo ello, es preciso hacer una revisión.
 
Naturalmente, las leyes deben promulgarse con autoridad y una suficiente dotación económica, pero sobre todo con comprensión y conocimiento del problema que vienen a solucionar. Estamos hablando de ríos de sangre, que se vierten mientras instituciones poco operativas gastan el dinero público. Lo que está pasando tiene solución, aunque no sea fácil. Es una batalla en la que debemos felicitarnos por cualquier avance: mayor número de denuncias, detenciones y órdenes de alejamiento, siempre que todo esto obedezca realmente a hechos comprobados. Aunque una cosa es alegrarnos por las conquistas y otra, conformarnos con una victoria pírrica. Ah, y hay que tener siempre por objetivo el procurar justicia a todo el mundo.
 
 
FRANCISCO PÉREZ ABELLÁN, presentador del programa de LIBERTAD DIGITAL TV CASO ABIERTO.
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