La llamada "violencia de género", las riñas entre porteras, los accidentes de tráfico a condición de que haya víctimas mortales y los derrumbes de edificios por escapes de gas son objeto predilecto de atención por parte de los responsables de que la ciudadanía se mantenga adecuadamente informada de las cuestiones que le afectan directamente. Es un modelo de negocio que produce interesantes sinergias, pues no hay productora local que no venda cada mes a las televisiones nacionales no menos de diez noticias compactadas relativas a los sucesos más o menos luctuosos que se producen en su campo de acción.
Para el resto del tiempo que deja este bloque central de sucesos, y mientras llega la sección "Real Madrid", aunque suele titularse "Deportes", los telediarios siguen unas pautas muy sencillas, que cualquiera puede detectar a poco que preste un poco de atención.
Un telediario que se precie, sobre todo si es de una cadena progresista, arranca con un sumario encabezado por la noticia política del día. Si esa noticia tiene alguna relación con la temática del espacio central dedicado a los sucesos, entonces se pone también en primer lugar tras la finalización del sumario, con una pieza de dos minutos y una entradilla también larga por parte del presentador o la presentadora. Por ejemplo, el crimen supuestamente cometido por el candidato socialista del pueblo de Fago contra el alcalde, casualmente del PP. Pero, atención, en ningún momento se darán a conocer las circunstancias ideológicas del malhechor (si es socialista), no sea que los espectadores hagan alguna asociación de ideas claramente demagógica.
A continuación vienen otras noticias de política nacional, que arrancan con una entradilla del locutor con el rostro escandalizado por la última ocurrencia del Partido Popular. Quince segundos de voz en off explicando lo que ha querido decir el PP, cinco segundos de declaraciones del protagonista y un minuto y medio de varios dirigentes socialistas atacando al primero completan la pieza central de la actualidad de nuestra clase política.
En economía se recitarán con ritmo monocorde las estadísticas y cifras que acreditan la catástrofe en que estamos sumidos por culpa de Bush y Aznar. A continuación, y sin que la cámara pase por el plató, van dos o tres piezas encadenadas analizando los "brotes verdes" que surgen sin parar (en la imaginación del gobierno), para rematar con el equipo económico de Zapatero afirmando que lo peor ya ha pasado y que no se sabe exactamente cuándo va a acabar la crisis, pero algún día se solucionará.
Entran sucesos. Quince o veinte minutos, depende de la cosecha de la jornada.
Y llega el turno de la política internacional. En primer lugar tenemos siempre a Obama, que por algo es el presidente de los Estados Unidos y además amigo de Zapatero. La voz del locutor vibra al glosar el nuevo éxito diplomático de Barak Hussein o las grandes conquistas políticas que está llevando a cabo en su país. Si hay alguna manifestación masiva en su contra por parte de los ciudadanos estadounidenses, se despacha el asunto acusando a la ultraderecha de orquestarla, pues no tolera tener un presidente socialista. No suelen sacar a Moratinos, y si lo hacen es sin voz, porque ni siquiera la mejor voluntad de los redactores es capaz de arreglar los estropicios que nuestro Metternich provoca en cuanto abre la boca.
Ahora nos vamos a la noticia de carácter medioambiental, generalmente centrada en los perniciosos efectos del calentón global, que nadie ve por ninguna parte pero acecha agazapado para vaporizar el planeta a base de CO2. Si la información es sobre el último programa de subvenciones para energías renovables, el tono de voz de los locutores sube un par de notas, para aumentar la sensación en el espectador de que en ese apartado lo estamos haciendo muy requetebién.
Cerrado el capítulo de noticias foráneas le toca el turno al video de youtube, una cosa muy socorrida que incluyen todos los telediarios para que la audiencia vea que el equipo de redactores está muy familiarizado con las nuevas tecnologías. No importa que el contenido de este microespacio sea profundamente estúpido. Lo que interesa es que aparezca el logotipo de la web que alberga las imágenes, de forma que si se trata de una astracanada, como por ejemplo una tía borracha destrozando sin querer la carpa de una boda (La Sexta Noticias, jueves 19 de noviembre, 20:36 h.), y la audiencia se siente insultada, la cadena eluda fácilmente toda responsabilidad.
Aquí entra un bloque de publicidad de cinco minutos para, a continuación, contarnos la actualidad de Cristiano Ronaldo y, de paso, la del Real Madrid. Si queda algo de tiempo, probablemente salga alguna noticia relacionada con el resto de equipos de fútbol, e incluso, en casos extremos, de otros deportes, que algún caso se ha dado.
Esta es, grosso modo, la estructura normal de un informativo de televisión en las cadenas generalistas… con la excepción del telediario de Iñaki en la Cuatro. Gabilondo suele completar el análisis de la actualidad con una opinión editorial que recita mirando a la cámara casi sin pestañear, con su habitual tono monacal, de forma que al terminar uno se queda unos segundos esperando que diga: "Podéis ir en paz". Pero de los sermones del hermano Gabilondo nos ocuparemos otro día in extenso. Estarán de acuerdo conmigo en que el asunto lo merece.
Para el resto del tiempo que deja este bloque central de sucesos, y mientras llega la sección "Real Madrid", aunque suele titularse "Deportes", los telediarios siguen unas pautas muy sencillas, que cualquiera puede detectar a poco que preste un poco de atención.
Un telediario que se precie, sobre todo si es de una cadena progresista, arranca con un sumario encabezado por la noticia política del día. Si esa noticia tiene alguna relación con la temática del espacio central dedicado a los sucesos, entonces se pone también en primer lugar tras la finalización del sumario, con una pieza de dos minutos y una entradilla también larga por parte del presentador o la presentadora. Por ejemplo, el crimen supuestamente cometido por el candidato socialista del pueblo de Fago contra el alcalde, casualmente del PP. Pero, atención, en ningún momento se darán a conocer las circunstancias ideológicas del malhechor (si es socialista), no sea que los espectadores hagan alguna asociación de ideas claramente demagógica.
A continuación vienen otras noticias de política nacional, que arrancan con una entradilla del locutor con el rostro escandalizado por la última ocurrencia del Partido Popular. Quince segundos de voz en off explicando lo que ha querido decir el PP, cinco segundos de declaraciones del protagonista y un minuto y medio de varios dirigentes socialistas atacando al primero completan la pieza central de la actualidad de nuestra clase política.
En economía se recitarán con ritmo monocorde las estadísticas y cifras que acreditan la catástrofe en que estamos sumidos por culpa de Bush y Aznar. A continuación, y sin que la cámara pase por el plató, van dos o tres piezas encadenadas analizando los "brotes verdes" que surgen sin parar (en la imaginación del gobierno), para rematar con el equipo económico de Zapatero afirmando que lo peor ya ha pasado y que no se sabe exactamente cuándo va a acabar la crisis, pero algún día se solucionará.
Entran sucesos. Quince o veinte minutos, depende de la cosecha de la jornada.
Y llega el turno de la política internacional. En primer lugar tenemos siempre a Obama, que por algo es el presidente de los Estados Unidos y además amigo de Zapatero. La voz del locutor vibra al glosar el nuevo éxito diplomático de Barak Hussein o las grandes conquistas políticas que está llevando a cabo en su país. Si hay alguna manifestación masiva en su contra por parte de los ciudadanos estadounidenses, se despacha el asunto acusando a la ultraderecha de orquestarla, pues no tolera tener un presidente socialista. No suelen sacar a Moratinos, y si lo hacen es sin voz, porque ni siquiera la mejor voluntad de los redactores es capaz de arreglar los estropicios que nuestro Metternich provoca en cuanto abre la boca.
Ahora nos vamos a la noticia de carácter medioambiental, generalmente centrada en los perniciosos efectos del calentón global, que nadie ve por ninguna parte pero acecha agazapado para vaporizar el planeta a base de CO2. Si la información es sobre el último programa de subvenciones para energías renovables, el tono de voz de los locutores sube un par de notas, para aumentar la sensación en el espectador de que en ese apartado lo estamos haciendo muy requetebién.
Cerrado el capítulo de noticias foráneas le toca el turno al video de youtube, una cosa muy socorrida que incluyen todos los telediarios para que la audiencia vea que el equipo de redactores está muy familiarizado con las nuevas tecnologías. No importa que el contenido de este microespacio sea profundamente estúpido. Lo que interesa es que aparezca el logotipo de la web que alberga las imágenes, de forma que si se trata de una astracanada, como por ejemplo una tía borracha destrozando sin querer la carpa de una boda (La Sexta Noticias, jueves 19 de noviembre, 20:36 h.), y la audiencia se siente insultada, la cadena eluda fácilmente toda responsabilidad.
Aquí entra un bloque de publicidad de cinco minutos para, a continuación, contarnos la actualidad de Cristiano Ronaldo y, de paso, la del Real Madrid. Si queda algo de tiempo, probablemente salga alguna noticia relacionada con el resto de equipos de fútbol, e incluso, en casos extremos, de otros deportes, que algún caso se ha dado.
Esta es, grosso modo, la estructura normal de un informativo de televisión en las cadenas generalistas… con la excepción del telediario de Iñaki en la Cuatro. Gabilondo suele completar el análisis de la actualidad con una opinión editorial que recita mirando a la cámara casi sin pestañear, con su habitual tono monacal, de forma que al terminar uno se queda unos segundos esperando que diga: "Podéis ir en paz". Pero de los sermones del hermano Gabilondo nos ocuparemos otro día in extenso. Estarán de acuerdo conmigo en que el asunto lo merece.