En vísperas de San Valentín, patrón del amor, ZP se reencontrará con el más allá y saciará su ansia infinita de paz. El único problema es el idioma. Pero eso, como la economía, es cosa de dos tardes.
El clérigo en cuestión es el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, un hombre implacable a la hora de zaherir a los "cristianos sionistas" y comprensivo con los chicos de Al Qaeda, que "pueden tener serios objetivos morales" y a los que no debemos llamar "malos". A su lado, el coro bardemita de Con flores a la ETA y monseñor Setién son un atajo de neocons zafios y brutales. Vamos, casi tan malos como yo.
Hay más. En su último bolo on BBC, Williams ha declarado: "Parece inevitable que algunos elementos de la ley islámica, como por ejemplo el divorcio, se incorporen al Derecho británico". Lo inevitable, afirma el señor arzobispo, hará que las relaciones entre las distintas comunidades que residen en el Reino Unido mejoren. Y además, "eso de que la ley sea la misma para todo el mundo es "un poquito peligroso". Y además (bis), si un médico puede negarse a practicar un aborto por motivos religiosos, ¿por qué prohibir el divorcio a la musulmana? Y además (rebís), en su origen, la sharia fue más liberal en su actitud hacia la mujer que otros sistemas legales: lo único que hay que hacer es "traducirla en un contexto donde el área completa de los derechos y libertades de las mujeres ha avanzado".
Ni hay errores de traducción ni tengo el cerebelo apolillado: así se expresa este ex profesor de Oxford (para quien esté tentado de preguntar si Mr. Williams ha sido párroco alguna vez, o vivido fuera de un campus universitario, la respuesta es "no"). Huelga decir que ni él ni su amigo, el presidente de la Fundación Ramadán, recuerdan las amenazas de muerte recibidas por otro obispo, Michael Nazir-Ali, quien tuvo la osadía de decir que en algunas zonas del país los no musulmanes no son precisamente bienvenidos. Que se ande con cuidado el prelado rebelde, no vaya a ser que algún juez garzonita le aplique la Ley contra el Odio, la última idea salida de los hornos de la mariprogresía, y lo enchirone por decir lo que no debe.
Fiel a su papel de agente crispador y recalcitrante, el Daily Fascist –algunos carcas se empeñan en llamarlo Daily Telegraph– ha abierto un foro para que sus lectores opinen sobre la cuestión. Algunos señalan la raíz del problema: "Judíos y católicos han tenido sus propios tribunales de familia para resolver cuestiones como el divorcio. No llamaron la atención hasta que en 2005 los musulmanes pidieron lo mismo"; y otros piden que se dé puerta al obispo: "¿Para qué está la Reina?". Los hay que cargan contra los privilegios de la Iglesia de Inglaterra: "Se acabó la farsa de la Iglesia nacional, se acabaron las subvenciones para los colegios religiosos", y los hay que tratan de organizar una rebelión armada contra el Estado (uno que me sé debe de haber comprado ya en British Airways su pasaje a Heathrow). En fin, dense una vuelta por el foro de marras y verán lo que da de sí la lengua de Shakespeare en punto a insultos e improperios.
Como en España no hay religión de Estado ni nada por el estilo, aquí no existen problemas de ese tipo, pues los obispos hablan por ellos mismos y el resto asiente, sonríe o bosteza. ¿O no?
Con la sharia pasaríamos de un extremo al otro, del "y a ti que te parta un rayo" del feminismo radical al "a la calle, so p..., y ni un duro de la dote". Que se lo digan a las pobres indias, que se casan por la sharia sin saberlo y al poco se encuentran en la rúa y sin un triste piercing que llevarse a la nariz.
– Hija, yo soy musulmán y tú hindú, pero eso ya no importa. Anda, cásate a mi manera y así le damos una alegría a mi padre.
Y otra en el bote. Esto es mejor que irse a pegar tiros a Irak o poner una bomba en el metro de Londres. Y encima no tienes que morirte para disfrutar de una buena hurí. ¡Alá es grande!
Dejemos esos asuntos para mejor ocasión y centrémonos en el tema de la semana: l'amour, no vaya a ser que a alguno se le ocurra colgarme de una grúa por arrogante y pendenciero. Como ni tengo novio ni lo espero (¡dejad de llamarme, pesados!), nada mejor que preguntar a una poeta del amor: Jessica Zorogastúa, limeño-castiza de mirada grave y tez aceitunada, una de ésas que tanta envidia dan al resto de las féminas ("Con esa piel, a la tía le sienta bien todo, y nosotras a freírnos con los rayos uva").
Jessi es como una de esas esposas de Bramán: su sonrisa derrite y sus ojos atraviesan como una daga afilada. Así debió de sentirse Manuel Fraga en su primer encuentro con ella, en la Fundación Cánovas:
Yo acababa de llegar y no conocía a los políticos españoles. Me dijeron que fuera a una sala y sacase una foto del tal Fraga y del ponente. Como siempre he sido muy perfeccionista, entré y les pedí que posaran; y como no lo hacían bien, me puse algo seria y no les permití sentarse hasta que la instantánea quedó perfecta. Luego, un compañero me dijo que nunca había visto a Fraga tan dócil. Me contó la historia de don Manuel y yo pensé: "Tierra, trágame". Pero lo importante es que cumplí con mi deber.
Jessica, Premio Paul Beckett de Poesía de la Fundación Valparaíso, se considera una "romántica teórica, un poco a lo Stendhal, aunque en la práctica a veces descuido las cosas pequeñas"; y cree en el amor eterno, "como el de una madre por un hijo, que también puede darse en las relaciones de pareja".
JZ, que escribió sus Leyendas apócrifas de amor y dolor tras sufrir su primer y único desengaño sentimental ("Me costó muchos años, y luego lo presenté a varios premios porque no quería publicarlo así por así: necesitaba que alguien lo reconociera"), opina que la huella autobiográfica es especialmente marcada en la poesía, donde "uno no puede escribir sin dejar parte de su ser". Por lo que hace a la parte más oscura de la pasión, la venganza, es un sentimiento que ella no entiende: "Como decía Neruda, llega la hora de la venganza, y aún yo la amo".
Me pasaría la noche entera escuchándola, hipnotizado por esos potentes faros enmarcados en una cabellera rotunda, suave y cosquilleante, como de terciopelo recién comprado. Pero el tiempo apremia y su marido espera. Me consuelo, pues, con una de sus leyendas, que tal vez visiten pronto las librerías:
Confesión tardíaSí, yo hubiera esperado cada mañanapara secar tus pies con mis cabellos,esperar el llamado del agua hirviendosentir el olor del café pasadode las hojas de higolas aceitunas negras en botija,de las frutas secas,el crujir extraño del pan de maíz entre tus labiosver tus ojos reflejados en la tazatus dedos largos y fuertessobre el mantel blanco bordado de temores,y vestirte como a un hijoperdido e indefenso entre mis manospequeño e inciertopero siempre bajo la sombra de mis manos,y verte partir arrepentido de los amaneceresde dejarme sentada en mediode esta edificación abandonada y ruinosasola y desnudacon el hueco a tu lado de la camaahogándome entre sus sábanasaprisionada en una quimera impronunciada.Sí, yo hubiera dejado todolos libros empolvándose en un rincón de la casalas fotos derruidas por el tiempolos papeles perfumadosla agenda abarrotada de citaslos días eternos de estudiantepara esperar inerte en la ventana tu regresoy comenzar todo de nuevo,un juego sacramental preparado cada nocheante el candelabro solitario de la mesala comida humeante de calientey el peso de tu mano sobre la míaluego rendirme ante tu cuerpodesvestirte con los dientesarrancar los botones de tu camisacon la furia de una luna desbordaday quemar tu espalda con mis besosacostumbrarme a la humedad de tu cuerpoa tus oloresa tu saliva atrapada entre almohadasy tocarte con cuidadohaciendo tangibles las caricias suaves y vehementesa explorar las hendiduras de tu rostroa besar tus dedostus piestus piernastu total humanidad reventada ante mis ojos.Sí, yo hubiera renunciado a respirar otro aireotro mundo fuera del tuyohubiera aprendido a vivir con tus maníasa llevar en mi vientre crecienteel sello de nuestra vida juntosa convivir con los días matizadospor la rutina cotidianaa envejecer a tu ladoamándote con calma y con pacienciaa existir sumergidos entre nosotros mismosaprendiendo a reír con los parajes desiertosa reconocer el ruido de tus pasos lejanosy tu sonrisa colgada en mis macetas.Sí, yo hubiera hecho más de lo quemis propias fuerzas dierantan sólo si tú me lo hubieras pedido.
Happy Valentine! A aquellos que aman y también a los que les encanta odiar.
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