Al margen de cifras manipuladas, hechos silenciados, informaciones que salen en Madrid pero no en Barcelona y otras tretas marineras, se ha creado la ilusión de que España es más segura que Suecia. Tanto éxito ha tenido en esto el ministro del Interior, que ha ascendido de forma rutilante a vicepresidente y ministro portavoz. Si, como a los periodistas de Radio Nacional, le hubiesen obligado a prejubilarse con 50 años, no habría podido.
¿A qué dedicará más tiempo ahora Rubalcaba: a que España tenga un Gobierno que no le mienta, a ser el báculo del tullido ZP o al Ministerio del Interior? Seguro que no será a la tercera opción, porque como las cosas van tan bien... El territorio MIR (Ministerio de Interior) presenta la mejor tasa de criminalidad de las últimas décadas, así que para qué variar de política. Mientras, en España sigue creciendo el número de mujeres víctimas de la violencia de género, los joyeros siguen denunciando robos, se descubre la existencia de esclavas sexuales de pan y sexo, sobre todo rumanas, brasileñas y paraguayas.
España, paraíso de proxenetas, detiene en una operación contra la explotación sexual a 726 personas pero sólo acaba acusando a 96. ¿Y las demás? Las mujeres callan por temor. Tienen miedo de sus verdugos, que las amenazan, las pegan, las torturan y, si se tercia, las matan.
Las mujeres, en España, no solo son las principales víctimas de la violencia de género, también las preferidas de los atracadores, los tironeros, los sirleros y los delincuentes sexuales. Las mujeres son las principales víctimas de todos los delitos. Y mientras esta es una realidad que se impone, la política, como bola de nieve, potencia un supuesto fenómeno social, que en realidad solo es una parte de la delincuencia, y que desaparecerá en la medida en que triunfe la lucha contra el delito. De momento, el objetivo está cumplido, puesto que de ilusión también se vive, las cocinas de Interior han producido el platazo que ha hecho a Rubalcaba salir catapultado a la Moncloa.
Sólo hay en la historia un éxito similar al de Rubalcaba. Se produjo cuando el atentado mortal contra el presidente del Gobierno Luis Carrero Blanco. El a la sazón titular de la cartera de Interior, Carlos Arias Navarro, no solo no fue objeto de repulsa alguna por su estrepitoso fallo, sino que fue nombrado presidente del Gobierno en lugar del asesinado.
Terrorismo, violencia de género, reincidencia, desaparecidos... Hace años que no se resuelve un caso de desaparición. De pronto un niño, una niña o una mujer, últimamente casi siempre una mujer, desaparecen para no ser encontrados. Hay rastreos, esfuerzos de vecinos y manifestaciones, y luego todo se apaga, sin saber qué pasó. Que lo diga el ministro portavoz.
Y queda este escándalo de las esclavas sexuales. Ciudadanas comunitarias como las rumanas o las búlgaras son tratadas en España como esclavas sexuales. Viven tan aterrorizadas, en territorio europeo, que no se atreven a denunciar. Tras una operación de control de 350 mujeres, sólo una se atrevió a pedir protección. Eso dice mucho de la confianza que inspiran nuestras instituciones y nuestros mecanismos de protección y vigilancia, así como nuestras leyes. Por lo que hace a los medios de comunicación, no reflejan el estado real de la seguridad en España.
El país de las mil mafias tiene 76.000 reclusos en sus cárceles. En los centros penitenciarios hay mucha gente que no debería estar, y en las calles muchísimos que deberían estar en aquéllos. ¿Esto es cosa del ministro de Interior, del vicepresidente o del ministro portavoz? En cualquier caso, que nadie llame a la Moncloa, no vaya a despertarse el presidente.