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PANORÁMICAS

Epicuro y Casanova se van de botellón

Usualmente se confunde a los epicúreos con los hedonistas. Ambos tipos éticos consideraban que el placer era sinónimo de felicidad y el objetivo de una vida plena. Pero mientras que los hedonistas seguían la máxima de que cuanto más, mejor, los epicúreos entendían que el placer debía ser calibrado, tasado y jerarquizado para un disfrute moderado e inteligente. Su lema podría ser el de Mies van der Rohe: "Menos es más".

Usualmente se confunde a los epicúreos con los hedonistas. Ambos tipos éticos consideraban que el placer era sinónimo de felicidad y el objetivo de una vida plena. Pero mientras que los hedonistas seguían la máxima de que cuanto más, mejor, los epicúreos entendían que el placer debía ser calibrado, tasado y jerarquizado para un disfrute moderado e inteligente. Su lema podría ser el de Mies van der Rohe: "Menos es más".
Fotograma de ENTRE COPAS.
Ambos piensan que hay que gozar de las rosas mientras aún están frescas, pero para los hedonistas el paraíso se encuentra en una barra libre, mientras que los epicúreos prefieren un diminuto pero sublime bocado de Ferrán Adriá.
 
En Entre copas Miles (Paul Giamatti), un profesor de instituto divorciado y novelista fracasado, y su alter ego Jack (T. H. Church), a punto de casarse, se lanzan a un viaje de despedida de soltero para, entre botellas de vino y palos de golf, reflexionar sobre el sentido de sus vidas mientras conocen a dos hermosas mujeres. El primero, además, es un amante apasionado del buen vino. Entre Baco y Cupido, el clima de la película es enormemente agradable, festivo y humorístico. Los gags se suceden, sobre todo a través del personaje de Giamatti, que constituye una especie de Woody Allen de California, más amable y superficial.
 
Alexander Payne, el director, ha sido la gran revelación –a nivel crítico y de público– de este año. Con cinco nominaciones a los Óscar, de los que ganó el de mejor guión adaptado (de forma un tanto injusta, a mi modo de ver), Payne ha conseguido consolidar una trayectoria con sólo unas cuantas películas en las que se aprecia un interés por las historias mínimas, tanto en la comedia como en el drama.
 
No tiene un estilo cinemetográfico complejo, y su propuesta resulta ser un tanto anticuada, pero conecta perfectamente con un público no exigente que desea ver un cine de rostro humano, anécdotas perfectamente reconocibles y que les podrían suceder a cualquiera, con una estructura clásica que se deja ver con enorme facilidad.
 
Payne, licenciado en Historia y Lengua Española por Stanford, y que vivió un tiempo en Salamanca, conoce bastante el cine español: "Soy un enamorado del cine español de los 50. Berlanga, Bardem... Grandes comedias como El cochecito, El verdugo, Bienvenido Mr. Marshall... Es un estilo que adoro. Comedias sinceras, incluso si son cínicas o satíricas, pero con sentimiento. Y por supuesto está Buñuel, el más mordaz en ese estilo".
 
Comedias sinceras... con sentimiento. Es la mejor expresión para describir el cine de Payne. Tanto Ciudadana Ruth, Election o About Schmidt tienen un punto de comedias agridulces, sentimentales, pedagógicas, moderadamente críticas, en el fondo optimistas. Típico exponente del ala "liberal" (en el sentido norteamericano, es decir socialdemócrata) de Hollywood, la crítica de Payne puede llegar a ser mordaz pero no cruel, incisiva pero no hiriente.
 
Como en Mazursky o en Robert Redford, hay en el fondo una sentimentalidad superficial y una ingenuidad un tanto bobalicona que hace que sus personajes resulten excesivamente costumbristas, y acaban por convertirse en estereotipos simpáticos pero previsibles.
 
Ha sido en la televisión donde se ha situado el arte popular de nuestras días, sobre todo en las series, que son la referencia evidente de Entre copas. Los Simpson, Frasier, Friends, Seinfeld... son apuestas ingeniosas que gozan del favor de público. A veces incluso intentan el salto a la gran pantalla, aunque es tarea muy complicada, porque el formato de sucesión de gags puntuales se adapta perfectamente al lapso de media hora de un capítulo televisivo pero resulta estirado cuando se intenta volcar al celuloide. Payne ha realizado una especie de capítulo piloto de lo que sería una nueva sitcom (comedia televisiva), lo que es digno de aplauso, pero es una exageración ponerlo al mismo nivel que Eastwood o Scorsese.
 
La gran baza de la película es que puede ser tomada como un curso acelerado de cata de vinos. El guión es muy astuto cuando centra los conocimientos vinícolas de Giamatti en su amor a la uva pinot ("La pinot noir es la mejor uva del mundo, muy estimulante"), la consideración hacia la syrah ("Puede ser muy satisfactoria, y se disfruta mejor de ella con comida, amigos y condones extra") y su odio a la merlot ("No se puede esperar nada bueno de la cabernet franc, pero si alguien pide merlot me marcho").
 
Por otro lado, las gansadas de Church –una combinación de Sancho Panza, por su sentido común, y Casanova, por su atracción irresistible hacia todo tipo de mujeres– y la contundencia física y psicológica de Virginia Madsen, en una espléndida madurez, hacen de contrapeso a las excentricidades e inseguridades del protagonista.
 
Entre copas quiere ser sobre todo una canto de amor a la cultura del vino, al conocimiento sobre los bouquets, las añadas, las cepas. Una cultura un tanto snob y que juega a la distinción a través de unos rituales y una jerga que en la película es, al mismo tiempo, homenajeada y caricaturizada (es un poco asqueroso ver cómo Giamatti huele los "caldos", como les gusta decir a los pedantes).
 
Por tanto, en un país de la tradición mediterránea como España, en el que hay más bares por kilómetro cuadrado que en cualquier otra parte del mundo y en el que las amistades y los negocios se establecen en compañía de unos vinos magníficos (estaría bien una película que glorificase la uva tempranillo y la monastrell), esta película resulta especialmente bien comprendida y celebrada.
 
Al salir del cine se sentirá empujado a buscar una buena tasca, digo enoteca.
 
 
Entre copas. Director: Alexander Payne. Guionistas: A. Payne y Jim Taylor. Intérpretes: Paul Giamatti, Thomas Haden Church, Sandra Oh, Virginia Madsen. Duración: 123 minutos. Calificación: Se deja ver.

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