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CÓMO ESTÁ EL PATIO

En Defensa, no perdamos la Carma

La todavía titular del departamento de defensa nacional (en tiempos civilizados Ministerio de la Guerra) ha contribuido esta semana a agrandar la leyenda de Zapatero en política exterior. Con su retirada estratégica de Kosovo, ese pequeño estado narco-islámico, Carma (o Karma, si nos ponemos metafísicos) ha puesto su granito de arena para que el resto del planeta se haga una idea aproximada de lo que un gobierno como el de Zapatero puede dar de sí.

La todavía titular del departamento de defensa nacional (en tiempos civilizados Ministerio de la Guerra) ha contribuido esta semana a agrandar la leyenda de Zapatero en política exterior. Con su retirada estratégica de Kosovo, ese pequeño estado narco-islámico, Carma (o Karma, si nos ponemos metafísicos) ha puesto su granito de arena para que el resto del planeta se haga una idea aproximada de lo que un gobierno como el de Zapatero puede dar de sí.
Carma y Zapatero comparten un rasgo de la personalidad definitorio de su actuación política: en el plano intelectual están aún en la adolescencia. Por eso mismo actúan de forma alocada, obedeciendo únicamente al impulso barbilampiño de gozar de popularidad. Lo importante, para ellos, es asumir en los medios de comunicación el papel protagonista, objetivo al que supeditan cualquier otro razonamiento más profundo.

El papelón de Carma grabando un mensaje chupiguay para las televisiones antes de dirigirse a las tropas, en el que dijo una frase que podría haber utilizado un alumno de segundo de la ESO poco aventajado, obedece a la misma carencia intelectual que manifiesta Zapatero cuando se reúne con los presidentes de las comunidades autónomas desafectas para pronunciar un par de obviedades solemnes sin la menor intención de llevar algún compromiso al terreno práctico. Y es que las consecuencias que se derivan de las propias decisiones es un análisis típico de la edad adulta, porque la naturaleza es sabia y ha dotado al ser humano del don de la responsabilidad en esa etapa vital, dado que los actos de la madurez pueden desencadenar grandes tragedias a poco que uno no sea lo suficientemente reflexivo.

Pero Carma y Zapatero no han llegado todavía a la fase de desarrollo interior que da acceso al pensamiento adulto, de ahí que se comporten como lo haría un imberbe radicalizado por toneladas de propaganda utópica. La diferencia entre un ministro de Zapatero y cualquier joven antisistema que apredrea a la policía y los escaparates de las multinacionales de comida rápida es tan sólo estética. En los dos casos subyace una misma visión del mundo, en virtud de la cual la sociedad y las tradiciones civiles han de ser demolidas para organizar la vida y la política según la utopía absurda que pregona el socialismo.

Zapatero.Claro, que los zapateros tienen más peligro, porque mientras el adolescente radical sólo puede hacer un chichón a un mosso d'esquadra u obligar al tendero a cambiar la cristalera, los primeros gobiernan un país de cuarenta y cinco millones de personas, a los que afectan todas y cada una de las decisiones que toman en el ejercicio del poder.

La reacción de los zapateros cuando alguien les pone enfrente las consecuencias desastrosas de su forma de actuar es asimismo la propia del adolescente que tiene que soportar una bronca paterna: yo no he hecho nada malo, y en todo caso la culpa es de los demás, que no me entienden porque tienen la mente aherrojada con ideas caducas. Ahora bien, en el caso de Zapatero el argumento da otra pirueta para acabar en el razonamiento primario que comparte la masa acrítica que le vota con entusiasmo, que no es otro que echar la culpa a Aznar.

En efecto, las fuerzas vivas del socialismo español, espoleadas por los artistas de la cinemacheca, justifican con la guerra de Irak cualquier tropelía, peor aún, cualquier gilipollez de Zapatero y sus muchachos. Por supuesto, no se refieren a la primera parte de esa guerra, a la que Felipe González Márquez envió varios cientos de reclutas con las defensas pectorales de Marta Sánchez como principal soporte logístico, ni a los bombardeos de la población civil serbia ordenados por el compañero Solana (Javier; el otro hubiera bombardeado Amsterdam por error) sin apoyo de la ONU. Pero lo cierto es que hacen muy bien, porque el PP se va de atrás en cuanto oye la palabra Irak, como Romanones cuando alguien le llamaba "reaccionario". Incapaces de abofetear a Zapatero con ese par de verdades hasta hacerle desistir de mencionar la guerra del golfo en futuras ocasiones, el neo-PP, como el vetero-PP de Aznar, prefiere encajar la somanta dialéctica, no sea que el electorado piense que se trata de un partido belicista y proyanki.

En todo caso, el ridículo bestial que Carma y Zapatero, solos o en compañía de otros, han provocado con la retirada de Kosovo es algo que, sinceramente, no merecemos los españoles. En realidad, sí lo merecemos, por haber votado al PSOE. Pero salvemos de la responsabilidad a los que tuvieron el buen criterio de hacerlo a cualquier otro partido. Usted y yo, sin ir más lejos. A cada cual lo suyo.
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