Pues bien, ambos están dispuestos a regalar a cada contribuyente 400 euros de vellón el próximo mes de junio si ganan las elecciones, aunque esa decisión comporte la comisión de un delito. Pero para solucionar estas cosas está Bermejinsky y su novedosa tesis sobre la interpretación de la legalidad constitucional según el momento político.
Eso de condonar parte de la deuda fiscal de un ejercicio económico ya cerrado tiene difícil encaje en el ordenamiento común de los países civilizados... salvo superior criterio del ministro socialista del ramo, en cuyo caso el respeto a las normas legales pasa a un segundo plano. Y es que el momento procesal –a un mes de unas elecciones generales de resultado incierto– invita a hacer una interpretación imaginativa del ordenamiento jurídico, que diría el inefable Bermejo.
Con todo, la decisión zapateresca de comprar un puñado de votos a 400 euros la unidad puede crear situaciones de lo más interesante. Supongamos que un votante del PSOE, que de todo hay en la viña del Gran Arquitecto, tiene derecho a un gran número de deducciones fiscales por su situación personal y laboral. Sigamos suponiendo que, por sus ingresos modestos, la cuota líquida resultante de su declaración de la renta es de 300 euros, a cuya devolución tiene derecho por haber anticipado el pago del impuesto en cuantía, digamos, de 1.000 euros. Pues bien, el próximo mes de junio este señor recibirá esos 700 euros de diferencia más los 400 que acaba de prometerle Zapatero. Es decir, que no habrá pagado el impuesto de la renta correspondiente al ejercicio de 2007 y encima el Estado le dará 100 euros extra. ¿De donde saldrán esos 100 euros que en principio no tiene derecho a percibir?
Pero hay una cuestión todavía más importante y que atañe a principios tan queridos por la izquierda como la solidaridad y la igualdad. Y es que si el regalo zapateril se va a instrumentar únicamente a través de la devolución del IRPF, los votantes del PSOE que no hacen la declaración de la renta se verán privados de percibir ese maná redistributivo, de tal forma que los ricos, es decir la gente como yo, tendrá una paga extra de 400 talegos, mientras los pensionistas, las viudas y los "luchadores por un mundo más justo" no recibirán ni un solo euro.
La izquierda extrema, quiero decir aún más extrema que la del PSOE de Zapatero, digamos Llamazares y sus chicos, ha hecho notar este evidente agravio igualitario. Es normal que lo haga, pues los "luchadores por un mundo más justo" que integran los movimientos progresistas de vanguardia son en su práctica totalidad perceptores netos de renta (reciben del Estado mucho más de lo que aportan), y por tanto tienen un especial interés en que la ubre estatal siga derramando justicia redistributiva sobre sus solidarias cabezas.
Míster Z no se comporta por tanto como el delfín de Romanones, como le vienen reprochando sus adversarios y algunos medios de comunicación, sino como un oligarca que quiere agravar aún más la situación de injusticia social heredada desde, por lo menos, los Reyes Católicos dándole dinero a los ricos y despreciando a los honrados combatientes por la transformación el mundo, que se dejan los cuernos en las algaradas antiglobalizadoras y antiamericanas y ahora son preteridos en beneficio de Pizarro y compañía.
Dice la vicepresidenta homeless (su domicilio valenciano está deshabitado, seguramente porque le va más el vagabundeo superfashion) que la medida propuesta por Z es hiperprogresiva. Al contrario, mi querida señorita: como ya le ha dicho Llamazares, es un ataque a los principios más sagrados del socialismo, basado, en primer lugar, en el subsidio de la vagancia concienciada a cambio del voto.