¡Vaya! Pues esto deja a los pies de los caballos la investigación político-judicial; salvo que, claro, nos encontremos ante una autoinculpación fruto de un trastorno mental.
Resulta que el presunto asesino es un tipo de 54 años que vive solo en una aldea y que con cierta frecuencia contrataba los servicios de la víctima de este crimen. Tras la indagación policial, que no logró el derrumbe del sospechoso, y pasar tres años en prisión preventiva, el presunto volvió al lugar del crimen y confesó a modo. Los expertos dicen que eso no sirve para el proceso, pero es igual, porque no nos interesa el proceso sino la verdad de la vida. ¿Fue o no el asesino? ¡Eso es lo que importa!
Según su abogado defensor, es una persona que está en el límite de la normalidad. ¿Y quién no? Con un nivel intelectual por debajo de la media. ¡Todavía peor! Por el momento, no se ha difundido la sentencia del ponente, que tiene que explicar el veredicto cegato de los jueces legos, que, si la confesión se revelara cierta, resultaría que no se han enterado de nada, que carecen de malicia, que son tan inocentes ante una historia de pico y burdel como ante el cuento de Hansel y Gretel.
Miren, señores ciudadanos: este tipo frecuentaba a esta señora, según se dice, desde hacía quince años. Eran una especie de matrimonio o familia de hecho, y debieron de discutir, tal vez por celos. El caso es que a ustedes les ha parecido un angelito, pero igual fue capaz de acabar con la vida de la piculina. Sexo y ruina y celos, verde y con asas, ustedes dirán.
El fiscal jefe de la Audiencia de Lugo ha aclarado que la confesión periodística "no influye para nada" en los procedimientos... ¿Qué se juega Ud. a que sí influye? Hasta el punto de que ahora consideramos más pertinente seguir los trámites en la Asociación de la Prensa de Lugo que en la propia Audiencia. La Justicia es la búsqueda de la verdad y... ¿no pretenderá el señor fiscal jefe proseguir los trámites burocráticos como si nada? Si el tío es culpable, es decir, si no es un pirao que dice tonterías tras la ingesta de una pirula, habrá que empezar de nuevo todo el proceso, y déjese usted del grado de motivación del jurado y otras gaitas.
Estos jueces legos no era competentes para juzgar siquiera un caso tan sencillo, pero lo peor es que el fiscal no pudo convencerlos con indicios encadenados, testimonios inapelables, pruebas sólidas. Todo el mundo acabó por no entender el sexo sin crimen, ni el crimen sin sexo, en una historia de aburrido contenido sexual.
Si resultara finalmente culpable, quizá lo mejor fuera que decidiese él mismo el tiempo que habría de pasar entre rejas, porque si no llega a confesar, habría salido impune.