Menú
CIENCIA

El Frankenstein de los virus

Del mismo modo que los geólogos tienen su “big one”, es decir, su temido gran terremoto que saben tarde o temprano provocará una catástrofe en California, los expertos en bioseguridad cuentan con su propio vaticinio. Algún día aparecerá una nueva versión del virus de la gripe que pondrá patas arriba los sistemas de prevención sanitaria de medio mundo (si no del mundo entero).

Del mismo modo que los geólogos tienen su “big one”, es decir, su temido gran terremoto que saben tarde o temprano provocará una catástrofe en California, los expertos en bioseguridad cuentan con su propio vaticinio. Algún día aparecerá una nueva versión del virus de la gripe que pondrá patas arriba los sistemas de prevención sanitaria de medio mundo (si no del mundo entero).
Enfermos de gripe española en un hospital de campaña (Kansas, 1918).
La gripe es una enfermedad incurable contra la que sólo puede actuarse previniendo mediante inmunización el contagio del virus que la porta, el de la influenza. El ser humano se ha acostumbrado a vivir con y a morir por la presencia de este microorganismo tan pertinaz como adaptable. Su capacidad para mutar en nuevas versiones de sí mismo lo ha convertido en una herramienta perfecta de contagio. En cualquier momento, en algún lugar del mundo, el virus encontrará un portador, humano o animal, que no ha desarrollado los sistemas de inmunidad para su última versión y lo atacará.
 
En los últimos años la mayor parte de la atención social se la ha llevado una versión que aún no puede transmitirse entre seres humanos. Se llama NH51, pero todo el mundo lo conoce como "virus de la gripe del pollo" o "gripe aviar". Los expertos en seguridad sanitaria llevan meses alertándonos sobre la potencial peligrosidad de este virus: si fuera capaz de contagiarse entre humanos se convertiría en vector de una gigantesca pandemia.
 
El "bichito" ha demostrado tener una capacidad mortífera inusitada, tanto en los animales contagiados como en los seres humanos que han entrado en contacto con aquellos y han contraído el mal. Se supone que su potencia es resultado de la convergencia de tres cepas de virus encontradas en tres tipos distintos de aves. En este caso puede decirse, mejor que nunca, que la unión hace la fuerza, y que el NH51 resultante de esta tríada de agentes infecciones es un supervirus.
 
Afortunadamente, todavía no es capaz de saltar entre dos personas. Sólo podría hacerlo si encontrara matrimonio con otro virus de la gripe humana que le dotara de los mecanismos de comunicación entre individuos de nuestra especie. Algunos expertos consideran que tal matrimonio podría ocurrir en cualquier momento, desde mañana hasta dentro de un millón de años.
 
Al hilo de esta preocupación, suena todavía más sorprendente una noticia hecha pública la semana pasada. Al parecer, un equipo de científicos de Estados Unidos ha sido capaz de recrear el mismo virus de la gripe que provocó la muerte a más de 50 millones de personas en 1918, en una pandemia injustamente conocida como "la gripe española".
 
Virus de la gripe.El trabajo ha sido toda una obra maestra de la ingeniería genética. Durante años, los investigadores han recogido fragmentos virales de tejidos depositados en bancos de hospitales y de un individuo muerto en 1918 y enterrado en el permafrost de Alaska. De esa manera, los biólogos en cuestión fueron capaces de reconstruir las diez regiones propias del código genético del virus mortal.
 
El siguiente paso es todavía más estremecedor. Utilizando dicha información, los científicos han sido capaces de revivir el virus y contagiar con él a un ratón. Igual que en 1918 hiciera con millones de humanos, el virus revivido acabó con los pulmones del roedor en tiempo récord.
 
El objetivo de la investigación es conocer mejor los mecanismos de replicación y de invasión de estos agentes infecciosos con el fin de hallar vacunas cada vez más eficaces. Si en 1918 la ciencia hubiera contado con los avances tecnológicos del siglo XXI, hubiera sido posible detener la pandemia. Hoy, a falta de una máquina del tiempo que nos traslade con nuestros conocimientos a comienzos del XX, tenemos ratones de laboratorio y virus frankenstein que simulan ante los ojos atónitos del científico lo que pudo haber sido y no fue.
 
Sin duda, esta investigación podría sumarse a los esfuerzos por prevenir la temida gripe del pollo, pero a la vez genera serias preocupaciones sobre los riesgos de manipular estos agentes mortales largamente dormidos.
 
Los técnicos del laboratorio donde se realizó el estudio utilizaron un nivel de seguridad 2. Esto quiere decir que sólo se vieron obligados a emplear monos esterilizados, pero no se introdujeron en los trajes completamente aislados, parecidos a los de los astronautas, que se requieren cuando se declara un nivel de bioseguridad mayor.
 
Si el material utilizado hubiera escapado a su control, muchos ciudadanos inocentes habrían estado en peligro de padecer un grave enfermedad.
 
Lo cierto es que los hallazgos derivados de esta investigación van a ser claves a la hora de determinar la amenaza real a que nos enfrentamos con la gripe aviar. De hecho, los expertos sugieren que, tras estudiar el virus de 1918 in vivo, podríamos concluir que la gripe del pollo es capaz de transmitirse de humano a humano sin necesidad de emparejarse a otra cepa vírica distinta a ella misma.
 
Pero, a pesar de estos beneficios, no escapa a nadie los gravísimos riesgos asumidos. La liberación accidental de este agente ¿habría allanado el camino para la expansión definitiva del virus de las aves entre los seres humanos de todo el planeta?
 
Jugar a ser Dios, en la mayoría de los casos, tiene efectos secundarios que no parece que se tengan siempre en cuenta.
0
comentarios