Pasó en Grecia con Aristófanes, y el bufón fue el único vínculo con la realidad del loco Rey Lear. En la actualidad son series de televisión como Los Simpson o South Park las que, a través de un estilizado perfil psicológico y sociológico, mejor revelan lo que acontece en los Estados Unidos, sus grandezas y miserias.
Trey Parker y Matt Stone, los autores de South Park, crearon la serie con unos dibujos deliberadamente simples reducidos a un mundo de dos dimensiones en el que la violencia, la mala leche, el amor, la amistad, la furia sexual… se daban extrañamente la mano en uno de los experimentos humorísticos más interesantes de los últimos tiempos.
Como reacción a la censura impuesta por la moda de lo políticamente correcto, South Park es deliberadamente grosera, maliciosamente insultante, explícitamente agresiva, oblicuamente blasfema. Estómagos sensibles, agradecidos o mojigatos, abstenerse; así como los partidarios de las cuotas femeninas, la discriminación positiva, el lenguaje no sexista, el diálogo entre las culturas, los diez mandamientos, etcétera. Y es que en South Park se reparte estopa para todos, incluso para todas, y si no se tiene un mínimo de capacidad para aguantar la parodia de las creencias más queridas, mejor mirar hacia otro lado.
South Park dio el salto a la gran pantalla salvando con gran dignidad la dificultad que estas experiencias, la mayor parte de las veces traumáticas, como en el caso de Expediente X, suelen arrastrar. Ahora los mismos (ir)responsables nos traen otra gamberrada fílmica: Team America (La policía del mundo), una película realizada con marionetas en la que se parodia, con munición de grueso calibre, la intervención americana en el mundo.
Team America es un grupo de superhéroes en la tradición del Capitán América y Nick Furia, aderezada con el humorismo de los patanes del Equipo A y el ritmo desquiciado de las películas de acción de Jerry Bruckheimer y Michael Bay (explícitamente ridiculizado en una de las canciones junto a su "obra maestra", Pearl Harbor).
Desde luego, los partidarios del humor salvaje, deslenguado y vitriólico de Parker y Stone no se verán defraudados. La guerra, descrita como una gigantesca operación de depredación en la que se mezcla una abstracta preocupación por la Libertad con una muy concreta despreocupación por los daños colaterales, lleva al Equipo América a liquidar terroristas a la vez que se carga el patrimonio cultural del mundo, todo ello sin despeinarse y viviendo apasionados romances entre sus miembros.
Resulta también sorprendente hasta qué punto todas las sociedades se parecen. Porque, en la lucha de Team America contra la nueva amenaza terrorista del mundo, el malvado tirano comunista de Corea del Norte Kim Jong II (en el que los seguidores de South Park reconocerán una versión adulta y criptomaoísta del gordinflón Cartman) se tiene que enfrentar a una quinta columna estadounidense liderada por Michael Moore (retratado sin piedad como otro estúpido hombre blanco zampabollos, cubierto de churretes de ketchup) y una panda de titiriteros englobada en el GAY (Gremio de Actores Yanquis), presididos por Alec Baldwin ("el mejor actor del mundo"), e integrada por una asamblea de actores "progresistas" que repiten machaconamente sus consignas sobre el calentamiento de la Tierra y el poder de las grandes corporaciones: Tim Robbins y Susan Sarandon, Martin Sheen y Sean Penn, Matt Demon y Samuel L. Jackson… autoinvestidos como adalides de la paz prontos a ponerse al servicio del plutócrata norcoreano.
Es interesante comprobar, en contra de lo que suponía Robert Nozick, cómo los forjadores de imágenes han sustituido a los que trabajan con palabras como principales adversarios, al menos los más visibles, de las sociedades libres. En este sentido, los autores de Team America constituyen una rara avis en el circo de los titiriteros, y no es de extrañar que las críticas, calificaciones de "reaccionarios" incluidas, hayan provenido de la secta criticona, que no está dispuesta a recibir su propia medicina.
La película comienza un tanto floja, ya que la parodia resulta blanda y un tanto críptica con respecto a las películas de los citados Bruckheimer y Bay, mezclándose los problemas amorosos de los protagonistas (culminados, eso sí, en un genial clímax sexual) con el aventurerismo antiterrorista. Sin embargo, poco a poco va remontado el vuelo, a medida que intervienen los "malos", el sindicato de artistas "progresistas" yanquis y el histriónico tiranuelo comunista, hasta llegar a una apoteosis de destrucción al más depurado estilo escatológico de South Park: cuerpos partidos por la mitad, cabezas volando, entrañas dispersas, chorros de sangre a mansalva. Entretanto, hemos contemplado el final de piscifactoría de Hans Blix, el burlado inspector de la ONU, la prueba máxima de confianza entre dos hombres (es un decir) o lo bajo a puede llegar un sufriente superhéroe para purgar una culpa que, aunque ridícula, es atormentadora…
Incluso al final se nos ofrece una teoría política para explicar el actual batiburrillo internacional, que tiene la misma densidad intelectual del "choque de culturas" de Huntington o la "alianza de civilizaciones" de Zapatero, es decir poca, pero que resulta más divertida e incluso esclarecedora.
Técnicamente formidable en el uso de las marionetas, el gran valor cómico de Team América reside precisamente en que, al mismo tiempo, constituye una autoparodia. Parker y Stone saben mantener la distancia con respecto a sí mismos y se retratan con la misma lucidez, extremadamente cruel, con que denigran a los demás.