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NUEVAS TECNOLOGÍAS

E-papel

Desde hace años, los gurús de la informática fantasean con el e-papel, el papel electrónico, un ingenio revolucionario que enterrará para siempre los libros, los periódicos, las revistas e incluso los teléfonos móviles y los televisores tal y como hoy los conocemos. ¿Llegaremos a asistir al funeral del papel inventado hace casi dos mil años por Cai Lun, un eunuco de la corte del emperador chino To Hi?

Desde hace años, los gurús de la informática fantasean con el e-papel, el papel electrónico, un ingenio revolucionario que enterrará para siempre los libros, los periódicos, las revistas e incluso los teléfonos móviles y los televisores tal y como hoy los conocemos. ¿Llegaremos a asistir al funeral del papel inventado hace casi dos mil años por Cai Lun, un eunuco de la corte del emperador chino To Hi?
Imagen tomada de www.pivotal.co.uk.
En el thriller futurista de Steven Spielberg Minority Report (2002) los personajes leen la prensa diaria en una especie de folio de plástico que se actualiza en tiempo real, con las noticias de rabiosa actualidad acompañadas de fotos y vídeos en color. Es el sueño hecho realidad de los informáticos. Hace una década, a unas mentes prodigiosas del Instituto Tecnológico de Massachusetts, el MIT, se les ocurrió la idea de sustituir los libros y periódicos clásicos por pantallas ultramodernas del grosor de una cartulina, resistentes, flexibles como un folio y, por supuesto, portátiles.
 
La primera aproximación fue el nacimiento de los e-books, cuyo éxito comercial está a años luz del que se vaticinó cuando fueron lanzados. La razón: no es fácil convencer al público para que abandone un producto de alta tecnología y ergonómico, inmutable durante siglos, por una caja cuadrada con una pantalla iluminada. Los ingenieros saben que para enviar al desván el papel de celulosa deben crear algo que se le parezca mucho, casi un clon con alma cibernética. Y éste podría ser, sin duda alguna, el papel electrónico hoy en ciernes, una pantalla de pocos milímetros de espesor que se puede enrollar, doblar y meter en el bolsillo. La era del e-papel se acerca a pasos agigantados, pero hoy por hoy se enfrenta a numerosos retos tecnológicos.
 
Uno de los productos estrella de la 2005 World Exposition de Aichi, en Japón, fue el Yomiuri Global Newspaper, un mural de 2,2 metros de alto por 2,6 metros de ancho que se reescribía dos veces al día con las noticias más destacables de los diarios. Los titulares y el texto aparecían "impresos" en un e-papel monocromático, y las fotos en una pantalla LCD.
 
Producido por la firma nipona Toppan Printing y la estadounidense E Ink, el e-tabloide es una de las numerosas demostraciones, prototipos y productos futuristas de la nueva tecnología. Hoy, por ejemplo, el papel electrónico informa directamente a los estudiantes en el campus universitarios y a los viajeros de la East Railway Station, en Berlín. Sony comercializa un ingenio parecido a una tabla que almacena y reproduce libros completos, y el año pasado la empresa holandesa Philips presentó una hoja de papel electrónico y afirmó que estaba en condiciones de fabricarlo de forma regular.
 
Pero, a la par que esta tecnología emerge de los laboratorios, los tecnólogos debaten sobre una cuestión nada baladí: ¿necesitamos realmente el papel electrónico? Hasta la fecha, los intentos de crear un soporte suficientemente nítido, liviano, resistente, con poco gasto energético y producible de forma masiva para competir con el papel clásico no han tenido mucho éxito. Además, planea la duda de cómo será recibido el e-papel por el consumidor.
 
En realidad, el papel electrónico es una versión perfeccionada de las pantallas de cristal líquido (LCD) de nuestros ordenadores, que consisten en dos láminas de vidrio que encierran una delgada capa de transistores y una película de cristal líquido compuesta por moléculas con forma de varilla apiñadas como sardinas en lata. La pantalla es iluminada desde atrás, y las moléculas dejan pasar la luz a través de ellas. Sin embargo, cuando un transistor aplica un voltaje en un punto de la pantalla –un píxel– las moléculas se reorganizan para bloquear la luz y oscurecen el píxel. Luego, unos filtros tiñen la luz de píxeles vecinos de rojo, verde o azul para crear una imagen de color.
 
En el caso del papel electrónico, cada píxel cambia de color al aplicar un voltaje, pero en lugar de emitir luz, el e-papel la refleja, lo que reduce notablemente el consumo de energía . Además, mantiene el color sin voltaje. Gracias a esto, el e-papel gasta menos que un mechero, como se dice vulgarmente: de hecho, consume la diezmilésima parte de energía que una LCD.
 
Las grandes firmas de la electrónica trabajan en el desarrollo de una tinta electrónica que se adapte a las necesidades del e-papel. Una de las más avanzadas es la tinta de E Ink: millones de microcápsulas embebidas en un lámina de plástico que están rellenas de un líquido transparente y partículas microscópicas. Éstas son de dos colores, blancas y negras; y además transportan diferente carga eléctrica. Un haz eléctrico procedente del transistor subyacente hace que todas las microcápsulas de un color se concentren en un polo u otro de la microcápsula. Esto hace que veamos un punto blanco o uno negro en la superficie del papel. La tinta de E Ink proporciona un mejor contraste que las pantalla de LCD, y además puede visionarse sin problema alguno a pleno sol.
 
Las primeras aplicaciones prácticas de esta tecnología se implantaron en los almacenes J.C. Penney, de forma que los precios se actualizaban de forma continua e inmediata a través de un beeper. Pero la tinta tiene un pequeño inconveniente: el movimiento de las pelotitas es tan lento que no permite ofrecer imágenes en movimiento. Para solventar esta limitación, otras compañías trabajan en tintas electrónicas con una composición diferente; por ejemplo, la dublinesa Ntera emplea materiales llamados electrocrómicos, que contienen moléculas que cambian de un estado transparente a otro de color cuando absorben una carga eléctrica. Y Xerox trabaja en el desarrollo de diversas tecnologías relacionadas con la lectura de textos digitales. Su niña bonita es el gyricon, ideado en 1975 por Nick Sheridon, del Centro de Investigación de Xerox en Palo Alto, California.
 
También conocido como papel inteligente, su tinta es conceptualmente similar a la de E Ink, pues consiste en una fina capa de plástico con minúsculas esferas bicrómicas, mitad negra mitad blanca, y hemisferios de carga opuesta se sostienen en unas cavidades rellenas de aceite dentro de una lámina de plástico transparente. En la actualidad, la imagen sólo se puede cambiar pasando la lámina por un aparato parecido a una impresora o arrastrando una especie de varita mágica por la página para reconfigurar cada esfera. También se puede escribir sobre este e-papel con un lápiz electrónico, que hace girar las cuentas.
 
Otro reto tecnológico ineludible del e-papel está en la flexibilidad que ha de tener para competir con los folios normales. La película de transistores que hay por debajo de la tinta resulta muy delicada, debido a que los transistores están fabricados con un material quebradizo: el silicio cristalino. De ahí que tengan que ser depositados sobre un material duro como el vidrio.
 
Pero, como es costumbre, la ciencia no se doblega ante la adversidad. Algunos científicos están trabajando con silicio amorfo cristalino y nuevos plásticos que tienen propiedades eléctricas similares al silicio. Tales semiconductores orgánicos, que muestran una gran capacidad para soportar las presiones y flexiones que normalmente sometemos a una hoja de papel, están siendo investigados por E Ink y Philips. Hasta ahora han conseguido un ciberpapel cuya versión de baja resolución mide 12,7 centímetros de diagonal y que puede ser enrollado en un tubo de 1,5 centímetros de diámetro. Sus técnicos afirman que este e-folio puede enrollarse y desplegarse hasta 2.000 veces sin que sufra ningún daño, una resistencia que está lejos de la que requieren los objetos cotidianos.
 
No cabe duda de que en un futuro muy lejano el papel electrónico entrará en los hogares, como lo hizo en su momento la radio, la televisión, las pantallas de plasma o el teléfono móvil. Los ecologistas lo esperan con los brazos abiertos, pues evitará la tala masiva de árboles que hoy se requiere para elaborar el papel tradicional. Y, sin duda alguna, podrá descargarse Libertad Digital a su e-papel para leerlo mientras viaja en el metro.
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