2) Si no escribe para los lectores ni para la crítica, no publique. Envíele sus escritos por mail a su abuela.
¿Para qué molestar a correctores, diseñadores y editores, si a usted no le interesa salir de su casa?
En cualquier caso, no repita más que escribe sólo para usted mismo. Ya lo dijo Borges, y tampoco resultó verosímil.
3) No repita que la novela se ha agotado como género. Es su imaginación la que se ha agotado.
4) No continúe culpando al mercado, ni a los tiempos que corren, de que nadie quiera leerlo. A usted no lo leerían ni en una sociedad autoritaria que obligara a los niños a leer sus textos so pena de muerte.
Al menos, festeje el hecho de que, si bien no le prestan atención, tampoco lo mandan a matar.
5) No se queje de la única adaptación al cine que se ha hecho de su ignota obra. A nadie le ha importado su novela, pero mucho menos su opinión respecto de la película.
6) No insista con que los personajes se le aparecen en el toilette, en la cocina y en la cama. Todos sabemos que miente.
7) En lo posible, procure no llevar un diario íntimo.
Dicho implemento se ha convertido en un engañoso género literario. Si quiere publicar sus intimidades, hágalo deliberadamente; pero no obligue a sus herederos a sentirse culpables por revelar secretos que usted indudablemente registró para continuar siendo atendido después de muerto.
8) No declame que no le gusta escribir en computador.
Abomine de la tinta, esculpa las letras en piedra, deje su testimonio pintado con sangre de mamut en una caverna. Pero háganos un favor: no siga repitiendo que no le gusta escribir en computador.
9) Nos parece muy bien que abandone la escritura. Pero no lo anuncie. Hágalo directamente, en silencio.
10) No abandone a su esposa por una más joven luego de su primer éxito. Espere al menos a dos o tres éxitos, no sea cosa de que tenga que volver corriendo.
Marcelo Birmajer, escritor argentino. Autor de obras como Tres mosqueteros (Debate) o Últimas historias de hombres casados (Seix Barral).