El grupo liderado por Lou Reed antes de que Lou Reed se pasease con traje y llamase a su novia desde el hotel cantaba aquello de "Waiting for my man", que de una forma tan libre como precisa se podría traducir como "Esperando a mi camello". Los chicos del madridismo underground también esperaban a su hombre. Alguien que viniese con kilos de cocaína futbolística dispuesto a hacer saltar por los aires las estructuras caducas, las mentalidades viejunas y los hábitos putrefactos de una afición pastoreada por unos periodistas que desde los poderes establecidos deshacían a su antojo en el club, creando camarillas con determinadas facciones y llegando a interesados contubernios con los dirigentes.
Ese hombre, Mourinho, cuando vino, vio y venció. Aunque para ello tuvo que levantarse al amanecer y, olfateando el aire madrileño –que según Victoria Beckham apesta a ajo–, exclamar aquello de: "¡Qué delicia oler napalm por la mañana!". Por supuesto, desde los poderes mediáticos establecidos respondieron al provocador que osaba poner en cuestión sus privilegios informativos en un vestuario y unos despachos llenos de soplones y lo bombardearon por columnas, portadas y chats.
Pero no todo el madridismo está (pre)ocupado por la praxis del tiqui-taca y la teoría de la acción comunicativa de Jürgen Habermas, que Guardiola ha adaptado tan brillantamente en La Masía –convertida en la Meca del monofutbolismo en la que Cruyff es Alá y Pep Guardiola su Profeta– y que desde El País y aledaños (el comando de la escayola ideológica) tratan de convertir en dogma futbolístico urbi et orbi. Aún hay una pequeña aldea en internet que se resiste al invasor cool-culé. Allí nos encontramos a Julien Jarrosom, del mencionado blog 20sixdollarsinmyhand; a Almanaque Madridista, a La Vida por Delante de Pedro Ampudia, a Madridistas Ateos, a Fans del Madrid, a Los Objetos Impares de Hughes, a Real Madrid CF, a Diario Digital Madridista, a Don Santiago Bernabéu, a Nervio y Corazón... Seguro que he pasado por alto alguno relevante. No dude, estimado lector, en hacérmelo saber en el blog.
Con la opinión publicada oficial mayoritariamente en contra (con algunas excepciones destacadas, como David Gistau en El Mundo o Juanma Rodríguez en Libertad Digital), ha sido desde el mundo de los blogs y Twitter donde el mourinhismo ha encontrado un lugar de expresión y contraataque. En internet el desparpajo, la frescura, la insolencia tanto argumental como analítica han creado un cauce para un discurso alternativo al de los grandes medios, enfangados en un pensamiento único para el que sólo es posible una forma de jugar al fútbol (con una posesión de balón derivada de la rácana avidez crematística) y únicamente se considera legítima una manera de comportamiento moral: honestidad con h de hipocresía, con la humildad de los soberbios tímidos.
Todos los mencionados blogs, y sus contrapartidas en Twitter (su muro para las pintadas grafiteras), constituyen la barra brava del madridismo mourinhista, underground, en internet. Dicha expresión, barra brava, se emplea en Hispanoamérica para aludir a los subgrupos de una hinchada que se caracterizan por un comportamiento agresivo fuera y dentro de los estadios. Con el sentido irónico de pasión desmedida por el fútbol, fue adoptada por David Gistau para su columna futbolística de los lunes en El Mundo, donde se ha decantado por un mourinhismo crítico que defiende a grandes rasgos al entrenador Mou sin abstenerse de señalar los ataques macarras de Rinho:
Hay un reclamo de un señorío ancestral que estaría traicionando este Real Madrid, apuntalado por las referencias al club que querría Bernabéu, quien se ha convertido en la coartada dinástica que ampara lo que a cualquiera se le antoje decir. Esa exigencia señorial es la trampa del estilo con la que se pretende paralizar al Real Madrid, extirparle el sentido combativo, abocarle a la resignación estatuaria de las viejas glorias que valen más por lo que fueron que por lo que son. El Real Madrid necesita emanciparse de ese pasado idealizado que utilizan contra él. Sobre todo cuando el supuesto señorío traicionado es el del grito tribunero de «¡Benito mátalo!», cuando Goyo fulminaba peloteros a taco tocante. Es el del casticismo de Juanito saltándole un pómulo a pisotones a Matthaus o soltando un lapo en la cara de Stielike cuando éste regresó a Chamartín con la camiseta del Neuchatel. Es el de Hugo Sánchez acomodándose los huevos ante la grada del Camp Nou. Es el de Míchel acariciando los de Valderrama para desquiciarle. Es el del otro dedito, el de Raúl, pidiendo silencio. Es el de tantas y tantas cosas que suceden en un campo de juego cuando coinciden presión, carácter, ambición y combatividad.
La propaganda de Nassau comenzó a inventar una leyenda negra que España interiorizó para torturarse con ella. Aún lo hace. Al Real Madrid también le están improvisando una leyenda negra, pero está a tiempo de no envenenarse con ella, pese a los arrebatos macarras de un Mou al que le sobran esos gestos con los que alimenta el argumentario del rival.
Y es que el Real Madrid tiene el peor enemigo en casa, dividida la afición entre varios colectivos contradictorios que no tienen una misma concepción del fútbol, del Real Madrid y, en consecuencia, sobre qué hacer con Mourinho. Sin embargo, el mourinhismo en internet es la mejor expresión de lo que Don Alfredo Di Stéfano (pronunciése con la misma reverencia con la que se pronunciaría "Don Santiago Bernabéu", "Don John Ford" o "Don Vito Corleone") señaló en Marca después de una serie de partidos vertiginosos: "Vivimos una furiosa adolescencia".
Como un "Adolescente en el filo del reino", que escribió Luis Antonio de Villena, se encuentra Pedro Ampudia, uno de los más brillantes madridistas underground, que defiende el juego vertiginoso y contudente, plástico y rocoso de Mourinho, que complementa a los fajadores Arbeloa y Coentrao con finos espadachines como Marcelo u Özil, al que así describe:
Lo del árbitro fue de risa pero lo que fue un escándalo fue lo de Özil. El sufí batió todos los records de la mística al pasarse más de noventa minutos levitando. Özil no corre, sobrevuela el césped yendo y viniendo como una pluma mecida por el viento. Cuanto más rápido ejecuta los movimientos más lentos parecen como si fuera un jugador de moviola. Pensando en este Özil y en este Madrid de Mourinho me vienen a la mente los versos del turco Nazim Hikmet:
El más bello de los mares
es aquel que no hemos visto.
El más hermoso de nuestros hijos
todavía no ha nacido.
Nuestros días más hermosos
aún no los hemos vivido.
Y lo mejor que tengo que decirte
todavía no te lo he dicho.
Joven, sobradamente preparado y suficientemente insolente, el Real Madrid del siglo XXI será underground –bello, terrible y mourinhista– o no será. Punto pelota.
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