Hace falta ser letrados entregados a la causa, enamorados de los clientes, para utilizar la cajita sonrosada, la boca del demonio de Norman Mailer, el UHF, las gracias y desgracias del Ojo del C... de Quevedo para pasar información a una banda terrorista.
Tal vez por exceso de buenas maneras, el pudor de los informadores del crimen ideológico llega a tanto, que se nota que lo han pasado mal para titular a cuatro columnas. Si es verdad lo que publican, como creo, podían haber resuelto así, sin complejos: "Abogados enamorados le dan el culo a ETA"; pero en vez de eso optaron por: " De los que llevaban en su recto las órdenes para los presos". La verdad es que el periódico se lee mientras se desayuna, y conviene, puesto que la información ya es vomitiva de por sí, no hacer del título otro emético de los que tomaba Napoleón. Recto es lo que hay tras la última vuelta del camino, que diría Baroja.
El Zulo no deja claro si eran los abogados mismos los que ponían el tercer ojo, el segundo canal, la cueva del misterio, para transportar las órdenes a los presos, o si utilizaban los de otros. Sí dice, en cambio, que la Guardia Civil sospecha que todo lo encontrado en un despacho de letrados, incluidos 30 dispositivos de almacenamiento informático, servía para llevar información a los presos etarras. Verán por qué digo esto: algunos de esos dispositivos estaban envueltos en papel tipo albal, transparente, del que sirve para envolver bocadillos... y para estancar un paquete y proteger la flora intestinal. Lo usan las mulas o boleros del narcotráfico.
Según la sospecha policial, los abogados utilizaban de estafeta de correos la parte donde la espalda pierde su augusto nombre, sí. Ha habido presidiarios, en la vida real o en la de mentira del cine (recuerden a Papillón), que se han sacado de la retaguardia un fajo de dinero, un cepillo de dientes afilado, una cuchilla de afeitar, o directamente la llave que abre los grilletes. El caso es que algunos se acostumbran de tal manera que cuando salen en libertad siguen utilizando la parte de atrás de trastero.
Pillados in fraganti, los letrados detenidos por orden del juez no Grande sino Enorme Marlaska se habían dejado los dispositivos por todas partes, como abuelos seniles, y los han encontrado en los sitios más tontos: debajo de baldosas sueltas –truco que no se lleva desde que se rodó la película Los tramposos–, detrás de las horribles láminas de cuadros del bufete... y hasta dentro del secador de manos del cuarto de baño.
El del trueque resulta el momento más extraordinario de la misión delictuosa. Una vez conseguido el vis a vis con el etarra de turno, el paquetito pasa del visitante al visitado en una ceremonia íntima, delicada; utilizan la conexión que otros emplean para cierta clase de amor alternativo y el órgano sexual en mensajero de los dioses. Y sin preservativo de por medio, dado que el papel de envolver aguanta lo que le echen.
Los cabecillas del aparato de makos se han quedado sin correo ni cartero, en los despachos de Hernani y Bilbao ya no hay dispositivos, ni abogado que te informe, y, lo que es peor, les han quitado el papel de carta; o sea, que se recomienda máxima precaución a los miembros del EPPK, colectivo de etarras presos, porque el próximo mensaje lo van tener que llevar personas que los visitan en las cárceles escrito sólo en la lengua.
Tal vez por exceso de buenas maneras, el pudor de los informadores del crimen ideológico llega a tanto, que se nota que lo han pasado mal para titular a cuatro columnas. Si es verdad lo que publican, como creo, podían haber resuelto así, sin complejos: "Abogados enamorados le dan el culo a ETA"; pero en vez de eso optaron por: " De los que llevaban en su recto las órdenes para los presos". La verdad es que el periódico se lee mientras se desayuna, y conviene, puesto que la información ya es vomitiva de por sí, no hacer del título otro emético de los que tomaba Napoleón. Recto es lo que hay tras la última vuelta del camino, que diría Baroja.
El Zulo no deja claro si eran los abogados mismos los que ponían el tercer ojo, el segundo canal, la cueva del misterio, para transportar las órdenes a los presos, o si utilizaban los de otros. Sí dice, en cambio, que la Guardia Civil sospecha que todo lo encontrado en un despacho de letrados, incluidos 30 dispositivos de almacenamiento informático, servía para llevar información a los presos etarras. Verán por qué digo esto: algunos de esos dispositivos estaban envueltos en papel tipo albal, transparente, del que sirve para envolver bocadillos... y para estancar un paquete y proteger la flora intestinal. Lo usan las mulas o boleros del narcotráfico.
Según la sospecha policial, los abogados utilizaban de estafeta de correos la parte donde la espalda pierde su augusto nombre, sí. Ha habido presidiarios, en la vida real o en la de mentira del cine (recuerden a Papillón), que se han sacado de la retaguardia un fajo de dinero, un cepillo de dientes afilado, una cuchilla de afeitar, o directamente la llave que abre los grilletes. El caso es que algunos se acostumbran de tal manera que cuando salen en libertad siguen utilizando la parte de atrás de trastero.
Pillados in fraganti, los letrados detenidos por orden del juez no Grande sino Enorme Marlaska se habían dejado los dispositivos por todas partes, como abuelos seniles, y los han encontrado en los sitios más tontos: debajo de baldosas sueltas –truco que no se lleva desde que se rodó la película Los tramposos–, detrás de las horribles láminas de cuadros del bufete... y hasta dentro del secador de manos del cuarto de baño.
El del trueque resulta el momento más extraordinario de la misión delictuosa. Una vez conseguido el vis a vis con el etarra de turno, el paquetito pasa del visitante al visitado en una ceremonia íntima, delicada; utilizan la conexión que otros emplean para cierta clase de amor alternativo y el órgano sexual en mensajero de los dioses. Y sin preservativo de por medio, dado que el papel de envolver aguanta lo que le echen.
Los cabecillas del aparato de makos se han quedado sin correo ni cartero, en los despachos de Hernani y Bilbao ya no hay dispositivos, ni abogado que te informe, y, lo que es peor, les han quitado el papel de carta; o sea, que se recomienda máxima precaución a los miembros del EPPK, colectivo de etarras presos, porque el próximo mensaje lo van tener que llevar personas que los visitan en las cárceles escrito sólo en la lengua.