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CRÓNICA NEGRA

Crimen a la insulina en el caso Von Bülow

Hace unos días murió, tras veintiocho años en estado vegetativo, Martha Sunny von Auersperg, una de las protagonistas del mayor juicio americano después del Watergate. Se celebró al principio de los años ochenta del siglo pasado, y en USA superó en audiencia a la serie Dallas. Lo tenía todo: misterio, sexo, dinero y glamour.

Hace unos días murió, tras veintiocho años en estado vegetativo, Martha Sunny von Auersperg, una de las protagonistas del mayor juicio americano después del Watergate. Se celebró al principio de los años ochenta del siglo pasado, y en USA superó en audiencia a la serie Dallas. Lo tenía todo: misterio, sexo, dinero y glamour.
Martha Sunny von Auersperg.
Se juzgaba a Claus von Bülow, el segundo marido de Martha von Auersperg, rica heredera. Un hombre apuesto, glacial, educado y venerado por la aristocracia social al que se supuso culpable de haber cometido el gran crimen a la insulina.
 
Sunny, atacada por una extraña hipoglucemia, entró en coma el 27 de diciembre de 1979. Consiguió recuperarse por la abnegada dedicación de los médicos. Ya entonces, la que había sido su niñera preferida observó que Von Bülow no reaccionaba con presteza ante el extraño comportamiento de su esposa, que dormía desmadejada tras una noche de consumiciones alcohólicas y quién sabe si otros excesos.
 
Finalmente, el 21 de diciembre de 1980 Sunny, que se había convertido en una mujer melancólica, depresiva, preocupada por su línea y la tersura de su piel, se hundió en un segundo estado comatoso, del que no despertaría. Era una mujer hermosa, extraordinariamente atractiva, con cierto aire a Grace Kelly, que se había mostrado insegura e inusualmente generosa con su marido, un seductor hombre de negocios de origen danés que llegó a trabajar para el magnate más rico del mundo, Paul Getty. Sunny había expresado en su testamento su deseo de que Claus administrara varios millones en fidecomiso y de que se le entregaran 14 millones de dólares libres de impuestos, junto con la propiedad de sus fabulosas casas en Newport y Nueva York.
 
En los 50, cuando Von Bülow era un joven estudiante de Derecho, en Londres, un enfermero, Kenneh Barlow, cometió el primero y más famoso de los asesinatos a la insulina que se conocen: liquidó a su esposa inyectándole ese potente reductor de la glucosa. A Barlow lo atraparon los médicos estudiando la piel de alrededor del pinchazo. Fue un proceso muy difundido, del que, seguro, Von Bülow tuvo noticia y del que, seguro, se acordó cuando sus hijastros, fruto del matrimonio de su mujer con el príncipe Auersperg, le acusaron de haber matado a su madre con inyecciones clandestinas.
 
Los millones de diabéticos que en el mundo son saben perfectamente los peligros de la droga que regula la glucosa. El problema es que los asesinos empezaron a usarla como un arma discreta y eficaz que desaparece del cuerpo a las pocas horas de haber hecho efecto. En el caso de Sunny, el problema es que en un principio todo parecía muy claro: Von Bülow fue culpado y condenado a 30 años por asesinato; pero la revisión de la causa, a cuenta de un profesor de Harvard y sus alumnos, hizo que se le declarara inocente. Claus vive en la actualidad en Londres, tras haber sido absuelto y llegado a un acuerdo con sus hijastros para repartirse la fortuna de su ex. Es un hombre libre nunca del todo rehabilitado.
 
¿Qué pasó, pues? Pues que se sembró la duda razonable de que pudo tratarse de un accidente y nunca se pudo demostrar que el acusado hubiera chutado a su esposa. Pinchazos, haberlos los hubo, pero puede que se los administrara la propia Sunny, quizá en la creencia de que le ayudarían a mantenerse delgada, o, como figuró en las hipótesis de trabajo, con la clara intención de quitarse la vida.
 
Nada pudo demostrarse. Sunny no parecía tener motivos para desear la muerte, siendo como era guapa, objeto de admiración, relativamente joven y extraordinariamente rica. Además, hacía muy poco que se había hecho un lifting. Sin embargo, algunos testimonios, como el atribuido al escritor Truman Capote, indican que solía utilizar drogas con objeto terapéutico. También habría aprendido a inyectarse vitaminas y otras sustancias, entre las que pudo estar el veneno que la anularía.
 
Insulina es lo que utilizó en España, años más tarde, Isabel Padilla, víctima del síndrome de Münchausen por poderes", para dar muerte a su marido y a sus hijos; igualmente, una de las hipótesis que se manejaron en el caso de Sunny fue que ésta padeciera Münchausen, un trastorno del comportamiento por el que el enfermo finge enfermedades para llamar la atención.
 
Algunos de los testimonios que se recuerdan, recogidos en el libro Asesinato a la insulina, de la periodista de Paris Match Sabine de la Brosse, dibujan una mujer tímida en exceso, con secretos matrimoniales y dispuesta a ratos a separarse de su pareja. Sunny no aguantaba bien el alcohol, pero lo consumía con cierta frecuencia.
 
Claus sufrió la afrenta pública de ver a su amante declarar en el proceso contra él, mientras el afecto se rasgaba como papel de seda. Las cámaras de todo el mundo lo enfocaban. Incluso Barbet Schoreder haría una película sobre el caso, El misterio Von Bülow, con Jeremy Irons interpretando a Claus. Éste, a medida que aparecía como más culpable, más gustaba a las mujeres, transportadas por el encanto de un hombre mundano, elegante, con la sabiduría de vestir el esmoquin mejor que nadie.
 
¿Fue Sunny asesinada? Desde luego: la insulina la mató. Una inyección prolongada y repetida que le produjo la muerte cerebral. Sólo su poderío de dama rica le permitió sobrevivir como un cadáver durante más de dos décadas, en un hospital, mientras los cuidados médicos devoraban su enorme fortuna. ¿La mató su marido? Rotundamente, no; puesto que no se pudo probar. ¿Hemos aprendido algo de su tragedia? Que el crimen perfecto existe. Todos son muy parecidos a éste: sin pruebas, llenos de silencio, lagunas y ambivalencias.
 
El tiempo ha borrado los rostros de los protagonistas y la insulina se ha colocado entre las armas del asesino.
 
 
FRANCISCO PÉREZ ABELLÁN, presentador del programa de LIBERTAD DIGITAL TV CASO ABIERTO.
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